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lunes, 30 de septiembre de 2024

Netanyahu y Nasrallah: dos caras de la misma moneda

 

Netanyahu y Nasrallah: dos caras de la misma moneda

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Netanyahu y Nasrallah: dos caras de la misma moneda
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Las escaladas militares siempre son preocupantes, pero como hemos podido comprobar desde el 7 de octubre del año pasado, en Oriente Medio ya no hay que pelear. Es como un combate Royal Rumble sin árbitro y sin que ninguno de los luchadores esté dispuesto a dar por finalizada la pelea cuando oye la campana.

Esto se vuelve aún más preocupante cuando, como advirtió hace varios meses el ministro de Comercio de Irlanda, Simon Coveney, Israel ha optado por “comportarse como un monstruo para derrotar a un monstruo”.

De hecho, Israel no se deja intimidar por ninguna condena mundial, protestas o amenazas de la Corte Penal Internacional. Parece no ver la contradicción entre su capacidad para eliminar algunos de sus objetivos con la máxima precisión y el mínimo daño colateral (como Ismail Haniyeh en Teherán) y su insistencia en ataques aéreos indiscriminados que causan el máximo daño, que, como admitió el portavoz del ejército Daniel Hagari el año pasado, era el objetivo en Gaza.

Para protegerse y permanecer en el poder, Netanyahu está dispuesto a convertir a su país en un paria. Su coalición de lunáticos de extrema derecha, que han pedido lanzar bombas nucleares contra Gaza, no se diferencian en nada de Daesh (y esas palabras no son mías, sino de un destacado periodista israelí con el que hablé en enero pasado en Davos).

Sin embargo, la responsabilidad por la reciente muerte de al menos 1.300 hombres, mujeres y niños en el Líbano, más de 620 de ellos sólo en los últimos tres días, y la destrucción masiva de infraestructura civil, no recae únicamente en el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu: el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, también tiene sangre en sus manos.

Israel ha optado por “comportarse como un monstruo para derrotar a un monstruo”.

Faisal J. Abbas

Esto se debe a que existe una diferencia: el Líbano no es Palestina. En 2000, Israel puso fin a su ocupación del Líbano, y el papel de Hezbolá como movimiento de resistencia debería haber cesado en ese mismo momento, mientras toda la región aplaudía. En cambio, a pesar de la retirada unilateral de tropas y colonos de Gaza por parte de Israel en septiembre de 2005, todos los Territorios Palestinos, incluida Gaza, siguen considerándose ocupados según el derecho internacional. Esto, por supuesto, no justifica lo que ocurrió el 7 de octubre: cualquier pérdida de vidas civiles es una pérdida de más.

El Líbano podría haber tomado otro rumbo y reclamado su título de “Suiza del Oriente Medio”. En cambio, Hezbolá se negó durante 24 años a deponer las armas y convertirse en un partido puramente político, una exigencia que le costó la vida al ex primer ministro Rafic Hariri. Hariri se distinguió durante su mandato por obtener un enorme apoyo para el Líbano de Arabia Saudita, el Golfo y la comunidad internacional, pero eso terminó con su asesinato en febrero de 2005 en un atentado con bomba perpetrado por un agente de Hezbolá.

Desde entonces, coincidiendo con el ascenso del Hezbolá, respaldado por Teherán, el Líbano ha estado en constante declive. Dominaron la política, tomaron Beirut por la fuerza y ​​dictan al país cuándo ir a la guerra y cuándo no.

Peor aún, Hezbolá arruinó las relaciones del Líbano con sus correligionarios árabes al exportar drogas e inmiscuirse en sus asuntos. Ha apoyado al régimen de Asad en Siria durante 13 años de guerra civil, y los comandantes de Hezbolá ayudaron a la milicia Houthi en Yemen a lanzar misiles hacia Arabia Saudita, donde viven y trabajan hasta 300.000 expatriados libaneses, que envían dinero a sus familias en su país. Hezbolá ha prometido que su resistencia continuará hasta la liberación de Jerusalén, pero la última vez que lo comprobé, ¡la ruta de Beirut a Jerusalén no pasaba ni por Damasco ni por Saná!

En la guerra de Israel contra Gaza, Hezbolá mostró su verdadera cara (que, irónicamente, es amarillista). ¿Qué hizo Nasrallah para impedir la matanza de más de 41.000 palestinos en el enclave? En cambio, la retórica de Hezbolá invariablemente señala con el dedo al eje de la moderación, es decir, Arabia Saudita, por “traicionar la causa”.

En 2000, Israel puso fin a su ocupación del Líbano y el papel de Hezbolá como movimiento de resistencia debería haber terminado.

Faisal J. Abbas

Sin embargo, como eterno creyente del adagio de que las acciones hablan más que las palabras, prefiero comparar la inútil palabrería de Hezbolá con el esfuerzo diplomático en favor del pueblo palestino encabezado por el ministro de Asuntos Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan. Estos esfuerzos se han visto coronados por la incorporación de Palestina a la Asamblea General de las Naciones Unidas y el reconocimiento de un Estado palestino por parte de 146 países.

En cuanto al Líbano, la principal diferencia entre la influencia saudí y la del Hezbolá respaldado por Irán quedó expresada de manera más elocuente en una entrevista de 2018 con el ministro de Defensa del Reino, el príncipe Khalid bin Salman, quien dijo: “Nosotros enviamos turistas al Líbano, Irán envía terroristas”.

• Faisal J. Abbas es el autor de 'Anécdotas de un anglófilo árabe', publicado por Nomad Publishing.

X: @FaisalJAbbas

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