Carta a Sheinbaum
FRANCISCO MARTÍN MORENO, 2025-04-15
on el debido respeto a su alta jerarquía política, en su carácter de
jefa del Estado mexicano, me dirijo a usted para compartirle las si-
guientes reflexiones:
Las consecuencias presentes y futuras, derivadas de la Reforma al Po-
der Judicial de la Federación las habrá de padecer usted, de la mano de
la dolorida sociedad mexicana y, en ningún caso las pagará el sujeto que
le antecedió en el cargo para la gran tragedia de México, pues la elección
directa de jueces, magistrados y ministros se llevará a cabo en el próximo
mes de junio, en el inicio mismo de su gobierno, por lo que la responsabi-
lidad histórica de esta medida suicida recaerá en usted y solo en usted,
pues el sujeto de referencia la propuso y usted la habría ejecutado en
contra de la experiencia nacional y mundial y de las sesudas tesis suscri-
tas por los expertos de México y del orbe entero.
Partamos de las siguientes premisas: quienes tienen el privilegio de
impartir justicia y de dirimir diferencias entre los ciudadanos, deben gozar
de conocimientos técnicos en derecho, indispensables para construir el
criterio jurídico necesario para ejercer su carrera con profesionalismo e
imparcialidad. ¡Claro que en la actualidad existen jueces corruptos, par-
ciales e ignorantes, pero esta lamentable situación podría corregirse a tí-
tulo individual, por medio del Consejo de la Judicatura, ahora en vías de
extinción, y en ningún caso a través de la reforma citada, que derogará
cualquier principio legal llamado a garantizar la convivencia civilizada en-
tre los mexicanos!
Cuando los cargos judiciales se ganan por votos, se politiza la justicia.
Durante las campañas que bien podrían estar fondeadas con recursos de
oscura procedencia, los aspirantes deberán comprometer sus fallos con
los electores que los financiaron, que podrían ser narcos, o grupos empre-
sariales, entre otros casos más, como las alianzas con partidos políticos,
en donde la sujeción a la ley jugaría un papel secundario. La aplicación de
la justicia no puede subastarse a cambio de favores de diversa naturaleza
y no debe convertirse en un instrumento de lucha política.
El Poder Judicial no puede estar integrado por personas carentes de la
más elemental preparación jurídica, porque dictarían sentencias aberran-
tes o arbitrarias de acuerdo a su ideología, o lo harían en busca de popu-
laridad o para cumplir con lealtad sus relaciones con sus patrocinadores,
pero sin considerar lo dispuesto por la ley. ¿A dónde vamos como nación,
sin seguridad jurídica porque las decisiones judiciales dependen de intere-
ses populares o de presiones externas? ¿Qué sucedería si las empresas,
los ciudadanos y otras organizaciones, carecieran de certeza legal? ¿No
es claro que se desincentivarían las in-
versiones, se generaría inestabilidad,
se minaría la confianza en el sistema,
se deprimiría la creación de empleos,
se desplomaría la generación de ri-
queza y el crecimiento económico?
¿A dónde nos conduciría el debili-
tamiento del Estado de derecho si el
Poder Judicial ya no frenaría los abu-
sos del Ejecutivo o del Legislativo y
quienes juzgan estarían comprometi-
dos políticamente o carecerían de la
debida formación? El gobierno dicta-
ría, en términos encubiertos, las deci-
siones ilegales o inconstitucionales y
la ley dejaría de ser un límite al poder.
Semejante conclusión es aplicable en
una dictadura, o sea, en la extinción
de nuestra democracia que obligaría,
de nueva cuenta, a los mexicanos a
defender sus intereses con las manos,
con todas las consecuencias a su ima-
gen pública e histórica, señora presi-
denta, lo cual podría ser irrelevante si
llegara a estallar la violencia entre los
ciudadanos, ante la carencia de árbi-
tros independientes y de carrera.
Señora Sheinbaum: usted tiene en
sus manos la conducción del país. No
escapan, a quien redacta estas líneas,
los compromisos adquiridos por usted
con su antecesor, pero la Patria es Pri-
mero, y quien tendrá que dar la cara
frente a la realidad y a la historia, será
usted como la primera mujer que llegó
por el voto popular a encabezar la Re-
pública. Un estallido social a falta de
árbitros neutrales es lo último que
desearía usted y lo último que desea-
mos quienes adoramos a este país.
No lo permitamos. De la existencia efi-
ciente del Poder Judicial depende la
supervivencia de la República, de
nuestra democracia y, por ende, el fu-
turo de México.
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