Khadafi y la derecha en Israel
Por Robert Fisk *
A Beirut. Tormentas, abundantes lluvias. Mares que barren el pequeño puerto cerca de mi casa. Una reunión con un amigo cercano de un hijo de Khadafi. “Quiere una batalla, habibi, quiere una batalla. Quiere ser un gran héroe de los guerrilleros, el gran hombre que lucha contra los estadounidenses. Quiere ser el héroe libio que se enfrenta a los colonialistas. Cameron, Obama, ellos lo harán por él. Ellos le darán el título de héroe. Harán lo que él quiera.”
Hay mucho humo de cigarro en la habitación. Demasiado. De manera que al campo de refugiados en Mar Elias. Un hombre que escapó de las masacres de Sabra y Shatila en 1982, ahora canoso, de mi edad, mueve la cabeza ante la situación difícil de su gente en Libia. “¿Sabe que tenemos a 30.000 ahí, Robert? Khadafi los echó hace más de 10 años. La mayoría de ellos son de Gaza. Fueron ahí y los egipcios no los dejaban cruzar y los israelíes no los dejaban ir a sus casas, de manera que regresaron y ahora se quedan en Libia y esperan lo mejor de este tipo.”
Pobres palestinos. Debí saber que algo estaba pasando en Jerusalén el año pasado cuando un periodista israelí me preguntó sobre la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa, por sus siglas en inglés), la agencia que se ha ocupado de los refugiados palestinos durante 60 años. “Estoy seguro –me anunció– de que tiene alguna conexión con el terrorismo, que juegan un rol para mantener vivo al terrorismo. ¿Qué están haciendo realmente en el Líbano?” En aquel momento pensé que esto era un poco extraño. Si hay una institución de la ONU que hace bien su trabajo es la Unrwa, ocupándose de alimentos, educación, salud y otras necesidades de millones de palestinos que perdieron –o cuyos padres o abuelos perdieron– sus hogares en 1948 y 1949 en lo que ahora es Israel.
Una visita a la suciedad de los campos en Sabra y Shatila en Beirut, o a Ein el-Helweh en Sidon, es suficiente para demostrarle a cualquiera que en medio de este pantano de miseria y desesperanza Unrwa es la única pobre cosa compasiva, mal financiada, con poco personal. Y sin embargo ahora toda la organización está siendo elegida por la derecha de Israel y sus (autoproclamados) partidarios como proveedores de oscuridad, “delegitimizadores”, una red de apoyo para los palestinos que debe ser destruida a no ser que los más pobres de los pobres –incluyendo aquellos en la miseria de Gaza– se hagan adictos a sus servicios sociales. Unrwa –me parece difícil creer que esto sea una cita real de un investigador en una importante universidad de Estados Unidos, pero lo es– ha “creado un terreno reproductor del terrorismo internacional”.
Supongo que podemos tanto llorar como reír, pero esto es un cruel –de verdad sanguinario– artículo que apareció en la revista norteamericana Commentary hace unas semanas, escrito por un tal Michael Bernstam, un tipo de la Hoover Institution de Stanford. Lo señalo no porque sea atípico, sino porque representa una creciente e implacable tendencia en el pensamiento de la derecha israelí, el tipo de brutalidad autoengañosa que se supone nos convencerá de que el destino de los más pobres de los pobres palestinos es la destrucción de sus campamentos. En su artículo, Bernstam realmente afirma que “durante 60 años Unrwa le ha estado pagando a cuatro generaciones de palestinos para que permanezcan refugiados, reproduzcan refugiados y vivan en campos de refugiados”, donde está “en efecto, financiando un autodestructivo ciclo palestino de violencia, recíproco derramamiento de sangre y una guerra perpetua contra Israel”. ¿Captan la idea? La ONU es la fuente de todo terror.
Hubo un tiempo en que este tipo de tontería habría sido ignorado, pero ahora es parte de una creciente narrativa peligrosa en la que la caridad es convertida en maldad, en la que una institución que provee ayuda a quizás el 95 por ciento de casi cinco millones de refugiados se convirtió en blanco. Como Unrwa en Gaza pareció convertirse en blanco en el baño de sangre de 2008-9, este asunto es de temer.
Pero un momento. La nota sigue. “El mandato de Unrwa creó un estado supranacional de bienestar en el que simplemente poniendo a la mayoría de los palestinos en el fondo de desempleo internacional eliminó los incentivos para el trabajo y la inversión y creó un terreno propicio para el terrorismo internacional. Es este plazo indefinido del estatus del refugiado el que pone el pan en la mesa en la casa que no paga alquiler, junto con una sarta de servicios que tampoco paga.” Esto les permite a los palestinos –ya verán– una “guerra de refugiados permanente como está alimentada por la particular afirmación del ‘derecho a volver’, el argumento de que se les debería dar a los palestinos un título de la tierra que ellos ocuparon antes de la independencia de Israel”.
Reparen en la palabra “ocupada”. Lejos de ser propietarios de la tierra, ellos ¡la “ocupaban”! Tenían un “particular” reclamo de “derecho a volver”. Y vean lo que viene ahora. “El reclamo del derecho a volver de los palestinos está dirigido a una diáspora histórica étnica de los descendientes de los refugiados perennes para repoblar otra nación-estado, Israel. Este no es el derecho de volver a un país: esto es el derecho de volver de un país, una reconquista después de una guerra perdida, un reclamo del derecho a retomar.”
Y asi sigue y sigue. Unrwa debería ser abolida, lo que “marcaría el fin del apoyo del cuerpo al aplazamiento de la agonía de palestina. Israel obviamente no es apropiado como un país de reasentamiento porque la integración ahí no es factible. En lugar de perpetuar el callejón sin salida que representa para los palestinos el estado de bienestar internacional, terminar con el reinado horroroso de seis décadas de Unrwa crearía instantáneamente las condiciones para comenzar en Medio Oriente un proceso de paz honesto, coherente y viable”.
Ahí está. Bernstam debería conocer a Khadafi. Tienen mucho en común. Total desprecio por los palestinos. Total abuso de gente que ha perdido su futuro y su vida. Total abuso para cualquiera salvo su propia tribu. ¿No fue Khadafi quien inventó la palabra “israeltino”?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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