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Mensaje n°1
La Tierra sujeta a catástrofe - Estudio Histórico de un Anterior Corrimiento de la Corteza Terrestre . Parte 5 .
por Alara el Sáb Jun 19, 2010 4:47 pm
Evidencia innegable
Multiplique el período entre los cataclismos por 365:
11.520 x 365 = 4.204.800.
Por ahora, no se preocupe por las matemáticas porque ya lo hice yo exhaustivamente; sólo lea. Antes que nada, debe saber que Venus está relacionado con el zodíaco egipcio.
Los egipcios usaban un valor de 576 días para la órbita de Venus; los que leyeron mi libro anterior ya lo saben. Para los mayas, Venus era excepcionalmente importante. Al poseer esta pista, me preguntaba si podía acercarme un poco más a la solución. Los mayas empleaban el número 584 para el valor de la órbita de Venus, antes de que retornara al mismo lugar en el cielo.
¿Cómo puede ser?
Lo cierto es que ambos números son correctos, pero lo explicaré en otro capítulo. Querría hacer notar aquí, sin embargo, que Venus desaparece por ocho días detrás del Sol (576 + 8 = 584). Esto nos lleva a la solución del interrogante. ¿Cómo puedo demostrar que el período entre los dos cataclismos es exacto?
Señalando que el número 4.204.800 es el resultado de multiplicar los dos números más importantes de las órbitas de Venus por dos destacados números de código mayas:
584 x 7.200 = 4.204.800
576 x 7.300 = 4.204.800
Con esto, obtenemos la primera evidencia irrefutable. Sin pensarlo demasiado se puede extraer la correlación. Usted ni siquiera tiene que saber contar. Yo he recalculado estos resultados muchas veces. La correlación es irrefutable; ni los críticos más acérrimos pueden negarlo. Cuando combinamos estos hechos mayas con los egipcios, se pueden develar todos sus secretos.
¿Quién más hubiera podido diseñar un sistema tan complejo? ¿Eran distorsionados recuerdos de sus predecesores y su conocimiento astronómico?
Sólo teniendo todos los hechos a nuestra disposición, podemos averiguar las conexiones subyacentes. Por cierto que esto no es todo. ¡7.200 y 7.300 son números de código mayas sumamente importantes cuando se los multiplica por el año sagrado maya de 260 días! Pero hay más todavía. La decodificación de los calendarios mayas demostrará que el número 260 se obtiene sobre la base de la precisa órbita sinódica de Venus.
Más adelante encontrará su cálculo exacto. Lo mismo se aplica para una unidad elemental del ciclo de las manchas solares. Cada 260 días, el campo polar completa 7,027027 revoluciones, un número de código que conduce a develar los más grandes secretos mayas.
La evidencia precedente demuestra la inventiva de este pueblo. Su calendario de 260 días se basa en una combinación superior de astronomía y matemática avanzadas. En otras palabras, su calendario era un instrumento religioso y, al mismo tiempo, un milagro matemático y tecnológico.
Sin lugar a duda, al descifrar los códigos se comprueba que 260 es el principal número de código del ciclo actual.
Figura 27.
El 11 de agosto de 3114 a.C. comenzó la cuenta regresiva de los mayas hasta el año 2012.
La Calle de los Muertos apuntaba a la posición de las Pléyades.
De esta manera, los mayas entretejieron importantes mensajes en un sistema simple y comprensible, para que nosotros tuviéramos en claro que Venus, en su ciclo anterior, era responsable del código principal. Pero ahora estamos en un ciclo diferente, que pertenece a un código principal diferente también.
Debido al hecho de que el campo magnético del Sol decide cuándo el campo magnético de la Tierra dará un viraje, ellos entretejieron el nuevo valor en el calendario que termina en 2012:
1.898.000 = 7.300 x 260
1.872.000 = 7.200 x 260
El último número maya es sumamente importante ¡y se utiliza como cuenta regresiva para la fecha de la catástrofe venidera! Su calendario empezó el 11 de agosto de 3114 a.C. y terminará el próximo 21 de diciembre de 2012, exactamente 1.872.000 días después.
Según los mayas y los antiguos egipcios, éste es un período fatal en el que el campo magnético del Sol volverá a hacer un viraje. Al mismo tiempo, una ola de partículas cargadas, llamadas "viento solar", caerá sobre la Tierra, y cuando alcance nuestro planeta hará que su campo magnético colapse estrepitosamente, provocando un corrimiento de la corteza terrestre. Como consecuencia, se producirán terremotos en gran escala y explosiones volcánicas descomunales, además de demoledoras olas gigantes.
El número 1.872.000 de ningún modo fue elegido al azar.
Después de haber estudiado el ciclo teórico de las manchas solares de los mayas durante meses, obtuve sorprendentes desciframientos que aclararon por completo su mensaje en código: el final se acerca. La fecha del desastre es incuestionablemente cierta porque hay demasiadas pruebas matemáticas y astronómicas que se van acumulando. Al principio, apenas tenía algunos indicios, pero ahora todo se ha ido acomodando en una abrumadora ola de hechos; por cierto, esto se debe a la belleza de su programa de software.
Si no hubieran utilizado una lógica similar a la de los egipcios con idénticos números, nunca hubiera podido descifrar sus códigos. Hallé con increíble asiduidad los números que conducen al período entre las catástrofes anteriores y la que vendrá; estos números se encontraban en el núcleo de su manera de pensar.
Por eso tengo la suficiente confianza para garantizar que sus cálculos son sumamente exactos.
Figura 28.
En la astronomía maya, las Pléyades desempeñan un papel preponderante.
Al desciframiento de los primeros códigos y claves en el génesis de la historia de Aha-Men-Ptah pronto le siguieron muchos más, y de ahí en adelante me resultó bastante fácil pasar a los mayas.
Una meticulosa consolidación de los hechos finalmente me condujo a las claves que tanto necesitaba para cumplir esta tarea. Por ejemplo, los mayas hicieron una correlación entre cinco años venusianos y ocho años terrestres. En su marco mental esto da como resultado lo siguiente: 5 = 8. Empleando la órbita correcta de Venus, pude recuperar los primeros códigos mayas. Luego, con desgarradora premura, descifré los otros códigos mayas; describo estos cálculos en detalle al final del libro.
Llevando este razonamiento hasta el final, pude descifrar el Códice Dresden con la ayuda de Venus. Como usted ya sabe, Venus hizo un movimiento retrógrado por encima de Orión durante el año del cataclismo anterior y lo volverá a hacer en 2012. Por eso en sus cálculos entretejieron a Venus de todas las maneras posibles; mediante este descubrimiento pude relacionar el ciclo de Sothis con los números mayas.
Estas combinaciones matemáticas celestes son ejemplo de una mentalidad distinta de la nuestra.
Las traducciones de Albert Slosman nos dicen que dichas combinaciones representan figuras geométricas y movimientos en el cielo:
"De luces que se mueven en relación con puntos fijos".
Estas combinaciones, que dependen sólo de una ley que crea el universo, son las que producen la armonía cósmica. Por supuesto que no puedo más que estar de acuerdo con ello, pero eso no vuelve más fácil la tarea de la decodificación. Con las matemáticas puede probarse casi todo. Sin embargo, para conseguir algo es necesario ceñirse estrictamente siempre a las mismas reglas.
Después de haber descifrado los primeros códigos en mi libro anterior, me aferré al mismo proceso de pensamiento. Sólo así pude seguir elucidando los puntos de coincidencia entre los mayas y los egipcios, y presentar la irrefutable prueba de que tenían un origen idéntico. Todas estas reglas fueron elaboradas en Egipto, en la "Casa Doble de la Vida", y en un lugar equivalente entre los mayas.
Estas antiguas escuelas, con sus "secretos sagrados", constituían la fuente básica del conocimiento de ambas civilizaciones; por lo tanto, se apoyaban en los cálculos que sus antepasados habían realizado en el "Círculo de Oro" en Aha-Men-Ptah. Estos cálculos dieron lugar a las Leyes Celestiales. Estas leyes lograron permanecer con los sobrevivientes de la catástrofe.
Entonces, sería su decisión -y luego la de las generaciones sucesivas- emplearlas o no y con qué fin, para bien o para mal.
Los antiguos sacerdotes de Aha-Men-Ptah habían sondeado y comprendido muchas verdades que mantuvieron en secreto; sabían acerca de la existencia de los ciclos tanto en el universo como en la Tierra.
Luego de un ciclo, aparecía otro que traía vida nuevamente, pero en una diferente proyección del espacio. Esto significa que lja Tierra nunca es la misma; por el contrario, hoy es totalmente distinta de como era en períodos anteriores. Esto también se aplica a-todos los seres que hay en ella, porque nuestro planeta evoluciona junto con todos los seres vivientes que contiene, según el ritmo del Sol y el movimiento de las doce constelaciones del zodíaco.
Estas nuevas combinaciones se forman día a día, segundo a segundo, y tienen incidencia en el futuro.
El código principal de Venus
Ya leyó anteriormente que 7.200 x 584 = 4.204.800, y que esto refleja la cantidad de días entre los dos cataclismos según el calendario de 365 días. Aunque 584 es sólo una cifra estimativa, es un valor bastante exacto de la órbita de Venus.
¿Acaso los mayas conocían un valor más preciso que éste?
Por supuesto que sí. El cálculo que ellos hicieron del tiempo promedio que Venus necesitaba para regresar al mismo lugar se basaba en sus observaciones durante un período más prolongado, y dio como resultado 583,92 días. Me preguntaba si, tal vez, aquí pudiera hallar la solución a este acertijo milenario.
Tenía que ser así, dado que, al multiplicar este valor por el "número sagrado maya", obtuve un resultado de lo más intrigante:
7.200 x 583,92 = 4.204.224.
Detrás de estos simples cálculos se oculta la decodificación completa del Códice Dresden. Si toma su calculadora y resta este número del otro mayor, obtendrá el código de Venus:
4.204.800 - 4.204.224 = 576.
Esta cuenta demuestra, innegablemente, el origen del número 576; fue el principal número codificado obtenido de los cálculos que indicaban la catástrofe anterior. Intente recordar este número, pues los egipcios y los mayas basaron muchos de sus cálculos en él.
Toda su manera de codificar se basa en el siguiente principio: honrar los "números sagrados" utilizándolos todo cuanto sea posible. Una vez que uno se da cuenta de este secretito, puede descubrir muchas cosas acerca de estas civilizaciones y de las razones que subyacen a su metodología. El "pensamiento ele los atlantes": a esto se reduce la cuestión.
Al proyectar nuestro pensamiento en su mundo, fácilmente podemos resolver los acertijos que ellos plantean, y es así exactamente como yo lo logré. Por lo tanto, el mensaje es que hay más decodificación. Aplicando estos principios, al fin pude descifrar la parte más importante del Códice Dresden. De idéntica manera, usted podrá hallar en este Códice el número 260, que es el código principal del ciclo actual.
Le brindaré evidencias de esto en el capítulo "Los calendarios mayas revelados".
Aquí, lo importante es que esta antigua cultura utilizó números astronómicos exactos en sus cálculos místicos. Muchas de sus ideas reflejaban el conocimiento que tenían del hecho de que lo que aconteciera en el reino de los cielos influía enormemente en ellos. Los templos, objetos mágicos, reliquias y escrituras religiosas en Egipto y México fueron un eco de este pasado lejano.
Tanto para los egipcios como para los mayas, el cielo era el reino de los dioses y de la vida extraterrenal.
Figura 29.
La pirámide escalonada de Kukulkán, con sus 91 escalones.
Sobre el costado de la escalera izquierda se ve una sombra ondulante,
cuyo movimiento genera la ilusión de una enorme serpiente.
En el piso, al principio de la escalera, hay una cabeza de serpiente.
Los templos y pirámides de la Tierra fueron creados, como una imagen especular de los cielos, que representaba la estructura metafísica de lo sobrenatural.
Figura 30.
También entre los antiguos egipcios
se pueden hallar muchas ilustraciones de serpientes relacionadas con el Sol.
En Chichén-Itzá, por ejemplo, hay una plataforma rectangular de dos pisos, sobre los cuales se levanta una torre en forma de cilindro. Esta torre tiene tres ventanas desde las que se puede ver perfectamente el punto de la posición más austral y más meridional de Venus.
Además, una de las diagonales de la plataforma apunta en dirección a la puesta del Sol hacia fines del invierno, y otra diagonal, en dirección al punto de la salida del Sol en el pico del verano. A más de setecientos metros hacia el Noreste desde allí, se levanta la pirámide escalonada de Kukulkán, cuyos cuatro tramos de escaleras apuntan a las cuatro direcciones del viento, y cada uno de ellos tiene 91 escalones 91x4 = 364; si le sumamos el último escalón, que los cuatro tienen en común, obtenemos 365, o sea, el año solar de los mayas.
Al anochecer, durante el equinoccio, Kukulkán ofrece un espectáculo sin igual, en el que dibujos triangulares esotéricos de luz y sombra aparecen de manera casi asombrosa, creando la ilusión de una enorme serpiente.
Dado que los sumos sacerdotes estaban en condiciones de explicar esto como un acontecimiento cósmico, gozaban de alto respeto y tenían un gran poder político y social; por supuesto, deseaban mantener su posición y sólo podían hacerlo codificando sus hallazgos científicos. Cuando ajustamos nuestra mentalidad a la de ellos, podemos darnos cuenta de que estos secretos ejercen la misma atracción para nosotros que para ellos.
Detrás de los secretos radica la fuerza irrefrenable que definió la estructura edilicia de los templos y las pirámides.
La evidencia definitiva
Por cierto, hay mucho más detrás de todo esto. Tomemos el número que los mayas usaban para indicar la órbita terrestre alrededor del Sol:
365,242 días.
Aquí llegamos a un hecho crucial: la ciencia moderna coincide en que el valor real de la órbita de la Tierra alrededor del Sol es de 365,2422 días.
Multiplique ambos números por el período entre los dos cataclismos y luego efectúe algunos cálculos muy simples, según el patrón que ya se ha descifrado; entonces, ¡nuevamente hallará el ciclo de Sothis de los egipcios! (Puede encontrar la explicación matemática en el Apéndice).
Este descubrimiento brinda una excelente prueba de lo avanzada que era la ciencia con que contaban estas antiguas civilizaciones. Los mejores egiptólogos se quedarán sin palabras; hasta ellos tendrán que admitir -aunque sea con cierta reticencia- que los egipcios y los mayas estaban mucho más evolucionados de lo que pensaban.
¿Por qué? ¡Porque conocían la órbita terrestre alrededor del Sol tal como la conocemos en la actualidad!
Sólo que ellos la "disfrazaron", al trabajar con números codificados. El código que alude a la órbita de la Tierra medida en años es una herramienta muy útil para descifrar o descubrir otros códigos; por ejemplo, es posible usarlo para encontrar los importantísimos números de Venus. Más aún, posteriormente podrá comprobar que los dos números de Venus, 576 y 584, son esenciales para descifrar el Códice Dresden.
Los mayas heredaron estos números de sus antepasados y los usaron en sus propios cálculos. Con sumo placer contemplé esta decodificación muchas veces. Se puede comparar la belleza de estos números con la de los valses de Strauss. Cuando me aseguré de su coherencia matemática, traté de contener mi entusiasmo; Venus, tal como lo mostraban los cálculos, era la clave de casi todos sus misterios.
Yo estaba en lo cierto de un modo irrefutable, pero, aun así, no podía creerlo. Al tomar literalmente las afirmaciones de los mayas, los egipcios y los atlantes, había dado con una manera de hacer cálculos dentro de un sistema ordenado. Este descubrimiento no sólo me produjo perplejidad, sino que me impulsó hacia una maravillosa serie de revelaciones posteriores.
Con él, develé un sistema similar detrás del patrón de pensamiento de estos antiguos gigantes de la matemática y la ciencia. Cuando nos enfocamos en este sistema, se abre un mundo mágico de números, lleno de extrañas similitudes inesperadas, pero innegables; esto es algo sin parangón y no hay matemático que pueda negarlo. Tendrán que admitir que esta matemática codificada es más hermosa que el aburrido apretujamiento de números que manejamos.
Con sobrecogimiento, muchos contemplarán la revelación de los códigos mayas como algo casi sobrenatural; y, de hecho, lo es. Para hacer semejantes cálculos se necesitan genios científicos.
Los de la antigüedad observaban el cosmos con curiosidad y de ahí extraían leyes que se vertían en números específicos, formando un resumen de toda una serie de descubrimientos. Si no lo sabe, sé asombrará cuando vea el Códice Dresden. La cantidad de números y las posibilidades de combinaciones son enormes; sin embargo, cuando sabemos dónde mirar, podemos buscar según las reglas descifradas y, con toda seguridad, lo lograremos.
Esto nos retrotrae al mito de la Atlántida.
Como lo hemos demostrado, contiene ciertos números clave que fueron diseñados de tal manera que permiten el ingreso en la "ciencia" de las catástrofes polares que azotaron a la tierra con regularidad, y tiene que ver con un patrón entretejido de religión y pensamiento de avanzada. Sólo mediante un esfuerzo tenaz puede descifrar estos códigos de modo de relacionar la caída de la Atlántida, el corrimiento del zodíaco y el ciclo de las manchas solares, tal como leerá en las páginas siguientes.
Le presento aquí una anomalía: codificaciones tan complejas no pertenecen a aquí.
Son demasiado avanzadas para una civilización antigua, a menos que, por supuesto, la ciencia de esta antigua civilización fuera muy adelantada. Estoy hablando aquí de un pueblo sumamente civilizado que vivió en un pasado más que remoto: los mitos y números datan de, por lo menos, decenas de miles de años atrás, lo que significa que se debe llegar a conclusiones inevitables.
La más importante de ellas es que la catástrofe del año 21312 a.C. en verdad sucedió tal como está descrita en los anales. Esto será sorprendente para algunos, pero aun así este método de hacer cálculos es tan exacto que ya no se puede dejar de considerar sus mensajes codificados.
De modo que estamos en condiciones de arribar a las siguientes conclusiones:
Nuestro punto de partida es la existencia de una conexión entre Venus y el período entre los cataclismos anteriores. Con este hecho damos con las similitudes que existen entre el ciclo de Sothis de los egipcios y los números de los mayas. Por deducción lo hemos demostrado de manera innegable.
La correlación entre los súper números de los mayas y los de Sothis se demostrará sobradamente más adelante. Varios números mayas resultan de multiplicar los números sóticos por números de código. ¡Utilizando estos números de código pude decodificar los calendarios mayas y el Códice Dresden!
La manera de hacer cálculos que tenían los mayas y los egipcios se sostiene, se apoya, innegablemente, en la misma serie de números. De ahí que mayas y egipcios tengan el mismo origen, en este caso, la Atlántida.
Descubrirá los números que utilizaron para la cuenta regresiva hasta el cataclismo anterior en el programa computarizado configurado para explicar los hechos que conducen al cataclismo del año 2012. Esto confirma su forma matemática de trabajar.
Tanto los mayas como los egipcios conocían números astronómicos exactos, y este hallazgo es el más sorprendente de todos. Mediante estos conocimientos pudieron realizar predicciones extremadamente exactas sobre las órbitas planetarias, con miles de años de anticipación. Por eso también pudieron efectuar con increíble exactitud los cálculos de la "fecha del fin del mundo". Por lo tanto, deberíamos tomar sus advertencias más que seriamente.
Cualquiera que todavía se atreva a decir que esta evidencia no es incontestable, no comprende su modo de pensar. Los números fueron el punto de partida más importante en su mundo de pensamiento, porque eran aceptados universalmente. De hecho, nosotros aplicamos una manera de cálculo idéntica a la de los mayas: cada cuatro años ajustamos nuestro calendario con un día adicional.
Este ajuste se realiza grosso modo, porque después de 128 años no contamos un día adicional y, por lo tanto, ese año no es bisiesto. Si lo piensa con detenimiento, podrá comprender con facilidad su modo de calcular. Lo empleaban en todas sus operaciones. En el caso del año bisiesto, se relaciona con un día, y cuando se acumula en miles de años, se obtiene un gran número de días extra; al cabo de un cierto período obtenían, por ejemplo, tantos miles o millones de días.
Para hacer coincidir esto con otros calendarios, o bien sustraían x cantidad de días o agregaban y cantidad de días, hasta alcanzar la similitud. En el período anterior, una gran cantidad de números se correlacionaban con Venus, por eso los mayas y los antiguos egipcios seguían honrando a Venus, y por eso yo, finalmente, pude revelar tantos de sus códigos.
Para los matemáticos, véase el Apéndice.
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6. EL NACIMIENTO DEL SOL
Las cifras de los capítulos previos ocultan dramas humanos sin precedentes y fenómenos naturales impresionantes, intentaré explicar esto. Estamos habituados a ver que el Sol nace por el Este. El 21 de marzo, primer día de la primavera1, el Sol se encuentra siempre en el mismo sitio, tanto en altura como en latitud; nace en el mismo lugar del horizonte y llega a su punto de máxima altura también en el mismo lugar.
1 N. de la T.: El autor se refiere al hemisferio norte.
A partir de este hecho, los antiguos científicos calcularon la precesión del zodíaco. Hasta aquí todo es normal, pero ¿había sido siempre de la misma manera? ¿El Sol siempre había nacido en el mismo sitio? En las antiguas escrituras podemos encontrar testimonios de catástrofes que hicieron que la Tierra "se diera vuelta".
Después de eso, nada fue igual.
Esta alucinante frase proviene del Libro Egipcio de los Muertos:
"Puse el Sol en un nuevo horizonte".
Cuando escribía mi anterior libro, uno de los primeros códigos que encontré mientras investigaba fue éste. Se lo puede explicar de la siguiente manera: después de que la corteza terrestre se corrió, el Sol se elevó en otro lugar del horizonte. Si se tiene en mente esto, todos comprenderán esta extraordinaria frase. Si usted vive en Suecia, sabrá que en verano el Sol casi no se oculta y que su luz brilla todo el día (el famoso sol de medianoche).
En el ecuador, la historia es totalmente diferente; allí, el Sol "se acuesta temprano" y en pocos minutos desaparece por completo. Los turistas que visitan islas exóticas lo saben muy bien: en un instante hay resplandeciente luz de día y al siguiente una repentina oscuridad.
Es como si el fin de los tiempos hubiera sobrevenido tan rápido como un relámpago. Imagínese ahora que vive en Inglaterra y que, de repente, se produce un deslizamiento de la corteza terrestre; de improviso, su ciudad es trasladada a regiones tropicales a miles de kilómetros de distancia.
Para todo aquel que sobreviva, será evidente que el Sol saldrá y se pondrá en un lugar completamente diferente. No es necesario ser astrónomo para probarlo. Al igual que en los trópicos, el Sol aparecerá en otro punto, permanecerá a mayor altura en el cielo, brillará más intensamente y se ocultará mucho más rápido.
Bueno, esto es sólo una parte de la historia.
En su informe sobre Egipto, Heródoto escribió una nota marginal sumamente enigmática. Literalmente dice que los egipcios le habían asegurado "que el Sol nació dos veces en donde ahora se oculta".
Hasta ahora los científicos han ignorado este sorprendente comentario y se distancian de él lacónicamente. Muchos escritores han investigado en vano posibles explicaciones, pero la famosa cita del segundo libro de Heródoto sigue poniendo a prueba la sabiduría de los comentaristas. Por supuesto que usted puede cuestionar la credibilidad de las afirmaciones de los sacerdotes; tiene todo el derecho de hacerlo. También se puede poner en duda la exactitud de la trascripción de Heródoto.
Aun así, ello no aclarará las cosas pues un escritor latino, Pomponio Mela, escribió en el primer siglo lo siguiente:
"En los auténticos anales de los egipcios se puede leer que el curso de las estrellas ha cambiado de dirección en cuatro oportunidades, y que el Sol se puso dos veces en donde ahora nace"
(De situ orhis: 9,.
Aquí, Mela corrobora lo que escribió Heródoto. ¡No sólo el Sol sino también las estrellas cambiaron la dirección de sus trayectorias! Cuando pensamos en esto, se produce un nuevo código. En lugar de aparecer en el Este, lo hizo en el Oeste y viceversa.
Por lo tanto, el código de los egipcios tiene un doble significado. No sólo la altura en la que el Sol nacía era diferente, ¡sino también la dirección en que se movía!
En el Papiro de Ipuwer se establece lo siguiente:
"La Tierra gira como una rueda de alfarero".
Y el Papiro de Harris apunta:
"Si el Sur se transforma en el Norte, fuego y agua arrasarán la Tierra mientras da vueltas".
No puede retratarse una catástrofe con mayor claridad. Esta clase de advertencia prueba que el campo magnético de la Tierra se invirtió. Por supuesto, esto requiere una explicación más profunda.
Cuando el Este se vuelve Oeste
Todos saben que la Tierra gira alrededor del Sol y que éste no se mueve. La rotación de la Tierra es la causa de su aparente movimiento. ¿Cómo es posible qué el Sol aparezca de repente del otro lado?
Bueno, la explicación es sencilla, pero primero echemos otra mirada atenta al movimiento de la Tierra; ésta se desplaza en dirección contraria a la del nacimiento del Sol.
Figura 31.
Las direcciones del mundo acompañadas de sus correspondientes colores,
según los científicos mayas.
En un sentido práctico, quiere decir que su movimiento es opuesto al de las agujas del reloj, es decir, de Oeste a Este. A modo de ilustración para sí mismo, trace un movimiento circular con su mano.
Comience en el punto en que el sol se pone y encontrará el sol con su mano, de derecha a izquierda. Interrumpa la lectura e inténtelo porque sólo así, mediante este simple mecanismo, advertirá que el Sol nace en el Este y se pone por el Oeste. Ahora procure imaginar la misma situación durante la catástrofe. Los polos se invierten.
Y, por supuesto, aquí se encuentra la explicación de la misteriosa cita de Heródoto:
¡la conversión del Polo Norte en Polo Sur significa que el interior de la Tierra gira en la dirección contraria!
La corteza externa, desde luego, tiene que acompañar este movimiento y no lo hace sin protestar. Debido a la inversión, las áreas terrestres se desmoronarán, y titánicos terremotos y olas gigantes atormentarán a toda la Tierra. Algunos continentes se hundirán, mientras que otros se elevarán. No podemos imaginar una pesadilla peor. Después de que los elementos se calmen, en 2012 será evidente que la Tierra habrá invertido la rotación, pasando a girar en el sentido de las agujas del reloj, de izquierda a derecha.
Ahora invierta el movimiento de su brazo: comience por donde el Sol nace en este momento y acompañe el desplazamiento, de izquierda a derecha. Trate de comprender que, después de la catástrofe, se está dirigiendo hacia donde sale el Sol, ¡porque la Tierra gira en el sentido de las agujas del reloj! ¡Esto significa que el Sol, de manera inevitable, aparecerá en el Oeste y no por el Este!
Ya ha sucedido antes muchas veces, según lo prueban los textos de la pirámide traducidos por K. Piehl en su libro Inscriptions Hiéroglyphiques [Inscripciones jeroglíficas] ("L'ouest qui est á FOccident" [El oeste que está en Occidente], p 65):
"La fuente de la luz cesó de vivir en el Oeste. Una nueva ahora aparece en el Este".
Un poco más adelante, el texto aclara lo siguiente:
"El Oeste, es decir, donde el Sol se pone".
En tiempos pasados, esto era al revés. En los Ancient Records of Egipt, Part III [Antiguos Archivos de Egipto, III Parte], de Breasted, las inscripciones inequívocamente explican lo siguiente:
"Ella, Harakhte, nace en el Oeste".
Harakhte es el nombre egipcio para el Sol en el Oeste. Los hechos astronómicos de la tumba de Senmut, el arquitecto de la reina Hatshepsut, prueban que ésta es la traducción correcta. No lejos del Valle de los Reyes, Hatshepsut construyó el templo mundialmente famoso donde su arquitecto estaba pintado en los nichos del corredor central.
La tumba de Senmut está situada al norte del camino que conduce al templo. La composición arquitectónica de éste es en extremo impresionante; incluye una sucesión de terrazas y portales alargados, que se recortan bellamente contra la falda vertical de la montaña; la escalera que lleva a una terraza se encuentra cerrada por un doble pórtico. La esquina noroeste del edificio está dedicada a Anubis - el dios con cabeza de perro -, que supervisaba las momificaciones.
Su figura está pintada en las paredes del vestíbulo de doce pilares. En el centro de la pared del fondo hay un corredor pequeño abovedado que conduce a los santuarios. En un nivel más alto del edificio hay una terraza cuyo patio tiene un altar solar cuadrado que mira al Norte, lo que prueba que los egipcios eran "adoradores del Sol".
Teniendo en cuenta el papel principal que ocupó el Sol durante los catastróficos acontecimientos que llevaron a la inversión de los polos, esto es bastante lógico y nos trae de regreso a la tumba del arquitecto de este edificio. El templo mantiene un secreto bien guardado desde tiempos antiguos. En el cielo raso hay un panel que muestra el hemisferio sur del cielo.
Podemos pensar que eso no tiene nada de especial, hasta que lo estudiamos con un poco más de atención. Los signos del zodíaco y otros signos astrales no están pintados tal como hoy los conocemos, sino que aparecen con una orientación invertida. El grupo Orión-Sirio ocupa el centro del panel sur del cielo raso de Senmut; sin embargo, aquí Orión está en el lado occidental en vez de estar del lado oriental de Sirio, como si fuera una imagen especular.
Para los astrónomos, esto es una locura total.
En The Astronomical Ceiling Decoration in the Tomb of Senmut [La decoración astronómica del cielo raso de la tumba de Senmut], A. Pogo escribe lo siguiente:
"El panel sur está orientado de tal forma que quien se encuentra en la tumba y desee mirarlo tiene que alzar la cabeza y mirar al Norte, no al Sur".
Otros astrónomos también están desconcertados y se preguntan por qué los egipcios lo hicieron así, pues lo encuentran completamente ilógico ya que con la orientación de la imagen especular parece que Orion se mueve hacia el Este, es decir, en la dirección equivocada.
Sin embargo, Heródoto dio una explicación convincente y todavía hay otra. Para los egipcios, Orión era el sistema estelar más importante y colocarlo fuera de su lugar debía haber significado una blasfemia, razón por la cual tenemos que encontrar la explicación en su religión. Todos los eventos que ocurrieron durante la catástrofe precedente ocupan un lugar especial.
Después del inmenso cataclismo, los polos se invirtieron; el Sur se transformó en el Norte, lo que implica que el Este y el Oeste también se intercambiaron, y aquí encontramos la motivación que inspiró al arquitecto.
Al colocar a Orión en una posición invertida, mostró que se había producido una inversión de los polos y que las direcciones del viento habían cambiado; más claro no pudo haber sido. Mientras tanto, también hemos aprendido que las pirámides de Gizeh fueron ubicadas según la constelación de Orion y, para asombro de todos, ¡vistas desde el cielo, ellas también forman una imagen especular!
Por mi libro anterior, usted ya sabe que Orión ocupaba la posición de código astronómico durante el año de la previa inversión de la Tierra: Venus hizo una curva de retroceso planetario sobre Orión y, después de ello, intensos terremotos y estallidos volcánicos atormentaron a Aha-Men-Ptah. Esa curva de retroceso de Venus sobre Orión ilustra la inversión del campo magnético de la Tierra. Este castigo que lo destruyó todo fue un acto de furia de Ptah - el dios todopoderoso -por haber sido desobedecido.
En El Político, Platón escribió:
"En ese tiempo, se producirá en todas partes una enorme extinción de animales y sólo sobrevivirá una pequeña parte de la humanidad".
Que ésta sea una advertencia para todos los que no creen en el poder de predicción de la profecía de Orion.
En el Libro Egipcio de los Muertos se menciona que la posición de código de Venus sobre Orión durante el cataclismo precedente transmite una advertencia: cuando Venus llegue a una posición similar, el fin estará próximo.
En el año 2012, Venus realizará el mismo movimiento, salvo que será la imagen especular del movimiento que hizo en el año de la desaparición de Atlántida.
Quienes no creen en esto serán destruidos en la catástrofe y les sucederá lo que Eurípides escribió en Elecira:
"El Sol retrocedió con el látigo de su cólera, lleno de ira, y recompensó a los mortales con desastres".
En Timeo, Platón describe esto más poéticamente todavía:
"La Tierra será presa de vientos tormentosos, las aguas de una inconmensurable inundación lo desbordarán todo, mientras la Tierra se mueve sin cesar yendo a la deriva y extraviándose en todas direcciones".
La inversión no es un fenómeno afable, digámoslo con claridad. Todas las civilizaciones del mundo poseen mitos y leyendas que describen lo horrible que fue. Los chinos y los hindúes, como así también los mayas, tienen otras numerosas historias sobre eventos devastadores de nuestro planeta.
Según el relato cosmogónico de los lapones, casi todos los seres humanos murieron cuando los huracanes y un inmenso maremoto abrumaron al mundo:
"El centro mismo de la Tierra temblaba. Las capas superiores habían desaparecido. Mucha gente fue sepultada y murió. Y Jubmel. el Señor del Cielo, envió su terrible enojo en forma de serpientes de fuego, rojas, azules y verdes. La gente se cubría los rostros y los niños gritaban de miedo".
El dios airado dijo:
"Daré vuelta al mundo de arriba abajo. Me ocuparé de que el mar se convierta en una pared montañosa, que arrojaré sobre ustedes, malvados hijos de la Tierra".
Esta descripción narra exactamente lo que sucedió durante la inversión de los polos precedente: terremotos, montañas que se elevaron y hundieron, rayos, una pared de agua, el Sol que desapareció, y así sucesivamente.
Estos espantosos hechos dejaron una impresión profunda en los pocos sobrevivientes. Habían sido espectadores desesperados, que observaban impotentes mientras se acumulaban inconmensurables mareas y la Tierra se volvía un enorme campo de batalla. Al mismo tiempo, el cielo mostraba un enorme espectáculo: estrellas y planetas cambiaban de improviso su curso, y la Luna y el Sol se sacudían.
A causa de las luces polares, irradiadas por las tormentas de Sol, parecía como si la atmósfera ardiera en llamas. La inversión de los polos es tan devastadora y atemorizante que, en pocas palabras, el temor más indescriptible no es tan horrible si se lo compara con esta pesadilla.
Por eso en el mundo entero hay tantas tradiciones escritas en las que se describe un cataclismo mundial.
Períodos de tiempo zodiacal invertido
Comprendemos muy bien que este tipo de catástrofe es colosal, pero ¿cuáles serán las consecuencias reales? ¿Cómo es posible describir científicamente el movimiento del Sol después de cada inversión de los polos?
¡El Sol no sólo se levantó en otra dirección, sino que también la Tierra alcanzó otra era! Y esto se produjo como consecuencia de que su corteza se deslizó sobre el núcleo al comenzar éste a girar en sentido opuesto. Una solución complicada aunque lógica.
Pero ¿cómo se lo comunicamos a nuestros descendientes? ¿Con qué medios es posible explicarles adecuadamente esto sin causar confusión?
Y aquí nos topamos con la obra maestra de este antiguo culto de sabiduría: el curso del zodíaco. Éste oculta los únicos códigos astronómicos posibles que describen o indican con precisión los diferentes cambios que pueden esperarse.
Ellos son:
En primer lugar, el zodíaco describe un período exacto de tiempo: su calendario cuenta los años que el Polo Norte necesita para completar un círculo: 25.920. en total. En el transcurso de ese tiempo, el verdadero Norte se moverá paso a paso a través de las diferentes eras. Esto tiene validez universal y puede compartirse con las generaciones venideras, a pesar de que nos separe un período muy largo.
Por ejemplo, podemos determinar que en el año de aquella era la Tierra soportó una catástrofe; podemos otorgarle a esto una implicación profética. Y esto servirá para nuestro propósito, no por su fondo esotérico sino por el trasfondo científico para el que fue diseñado.
En segundo lugar, el zodíaco es la señal de un cambio en el movimiento del Sol. Debido a que después del desastre precedente éste salió del otro lado del mundo, la Tierra comenzó a cruzar las eras zodiacales con secuencia invertida. Esto es absolutamente comprensible. Además arroja nueva luz sobre el uso del zodíaco.
Los indicios son contundentes e implican al mismo tiempo una advertencia para nosotros: ha sucedido muchas veces con anterioridad y volverá a ocurrir innumerables veces.
En tercer lugar, el zodíaco contiene una señal exacta del cambio de la precesión. Tal como usted sabe por mi libro anterior, el movimiento del zodíaco fue perturbado en su totalidad tras cada desastre precedente. Más aún, descifré los códigos incluidos en este libro con la ayuda de la catástrofe del año 21312 a.C.
En esa época, la Tierra fue a parar a otra era zodiacal a través de un cambio repentino de 72 grados. ¡El calendario volvió a comenzar a partir de ese punto!
La catástrofe del año 9792 a.C. fue la más grande y, de allí en adelante, el curso del zodíaco se invirtió, prueba de una inversión de los polos.
Sin embargo, bastante curiosamente, y después de mucho andar a la derivadla Tierra se detuvo en la misma era, pero un poco más adelante. En el cuadro de p.* 103 puede ver en orden cronológico las diferentes catástrofes que atormentaron a la Tierra en los últimos cuarenta mil años, junto con su respectiva influencia sobre el movimiento del zodíaco.
A qué era seremos catapultados esta vez es pura conjetura, pero es matemáticamente cierto que entrañará una enorme catástrofe. Cuanto más largo es el período que media entre las colisiones, más poderosas serán las fuerzas contenidas y sus descargas.
Por esa razón el zodíaco era "sagrado" para los egipcios: les recordaba la manera en que las catástrofes recurrentes podían afectar a la Tierra y específicamente a su civilización. Eran felices cuando llegaban a una nueva era sin que hubiera habido destrucción, y entonces honraban a su dios Ptah con construcciones espectaculares; las numerosas esfinges de las Eras de Tauro y Aries son ejemplos contundentes de ello.
El monumento espiritual más grande que nos legaron, la Esfinge, también señala la catástrofe precedente que destruyó por completo su tierra de origen. En el año 9792 a.C. - en la Era del León - su patria, Aha-Men-Ptah, se hundió en un día y una noche en las aguas tempestuosas y finalmente fue cubierta por hielo. En la actualidad, esta civilización hace largo tiempo perdida yace bajo toneladas de hielo en el Polo Sur.
Por esta razón no hallamos sus edificios y los científicos dudan de los relatos que giran en torno a este tema. Por la misma razón tampoco toman en serio la catástrofe venidera. Sin embargo, si estudiaran los antecedentes científicos del zodíaco con más atención, su escepticismo pronto se transformaría en temor.
La astronomía y especialmente la teoría del ciclo de las manchas solares de los mayas y de los antiguos egipcios con toda seguridad les provocarían estupor.
¡El conocimiento de esos antiguos científicos es tan grande que avergüenza al que tenemos en la actualidad!
En los capítulos siguientes volveré sobre este tema más extensamente, ya que es un elemento crucial de mi argumentación. Será posible entonces descifrar un mensaje milenario a partir del cual podrían calcular con exactitud la catástrofe venidera. Nuestros ancestros nos advirtieron de ella mediante mensajes cifrados. Conocían los mecanismos que se ocultaban detrás de los cambios atmosféricos y terráqueos más grandes. Con precisión incomparable siguieron el zodíaco, lo pintaron y calcularon la fecha de la catástrofe precedente, para asegurar su conocimiento sobre esto.
Los descendientes, sobrevivientes de la descomunal catástrofe, nos previenen a través de sus mitos y fórmulas astronómicas y matemáticas exactas y nos informan que ahora es nuestro turno.
La Tierra girará en dirección contraria y una ola gigantesca destruirá casi toda vida.
Estas inversiones de los polos se pueden probar con la ayuda de rocas pirogénicas.
Los datos geológicos muestran que las inversiones se produjeron incontables veces en el pasado, pero los científicos aún no tienen ni la menor idea sobre el mecanismo que los causa.
Para ellos continúa siendo un enigma por qué los polos precedentes se hallaban en diversos lugares; hace mucho tiempo, por ejemplo, el punto central del Polo Norte se encontraba en China y, en otro momento, en Madagascar. La lava solidificada que presenta un magnetismo inverso, cientos de miles de veces más fuerte que el campo magnético de la Tierra, así lo prueba; revela también el carácter de los poderes que estaban en actividad en aquel momento, ya que se encuentran extensas corrientes de lava dondequiera que se puedan detectar las polaridades invertidas.
Los enigmas con los que se enfrentan astrónomos, geólogos, físicos y ele-más se pueden resolver en una sola instancia con las teorías catastróficas de los antiguos egipcios y mayas.
Ellos sabían que cuando el haz de un rayo impacta con un imán, los polos se invierten. Los rayos de luz del Sol - o, dicho de manera científica, las tormentas solares - también pueden provocar ese fenómeno en la Tierra pues, a fin de cuentas, ésta es un gran imán. En el instante en que las partículas ionizadas de una tormenta solar se abran paso hasta llegar a los polos, se producirá un gigantesco cortocircuito. Del mismo modo que en un imán común, el Polo Norte magnético permutará su lugar con el Polo Sur magnético.
La Tierra comenzará a girar en sentido contrario, con catastróficas consecuencias para la humanidad, como lo prueba abundantemente la polarización invertida del magma enfriado encontrado por los geólogos. Por esta razón los mayas y los antiguos egipcios temían tanto este fenómeno.
Sabían que, si la Tierra volviera a hacer un cortocircuito, su núcleo se invertiría de improviso, al tiempo que un terremoto colosal la haría temblar.
Figura 32.
El zodíaco de Dendera prueba de un modo más que claro
el conocimiento astronómico de los antiguos egipcios.
Todo - seres humanos, animales, árboles, edificios, etc. - sería reducido a pedazos.
Algunas partes de la Tierra descenderían y otras ascenderían, provocando fallas y-grietas. La lava correría por la tierra resquebrajada ejerciendo su efecto destructivo sobre la vida; luego, la corteza exterior de la Tierra se quebraría y se desplazaría miles de kilómetros en tan sólo un par de horas.
Las estrellas desaparecerían y el cielo se desplomaría; ciclones y huracanes azotarían a la Tierra trayendo consigo destrucciones masivas. Más tarde, debido a las fuerzas inerciales, los mares entrarían en colisión con los continentes, arrastrando rocas, arena y animales marinos, y entonces, mientras los habitantes tratan de escapar, vastas partes de tierra resbalarían bajo las salvajes aguas arrastrando a la gente petrificada. La catástrofe sería cada vez mayor y los últimos sobrevivientes intentarían desesperadamente encontrar un lugar seguro.
Sin embargo, sólo a unos pocos se les garantizaría la supervivencia porque la Tierra, con sus lagos inclinados, terrenos que se hunden, fuegos sofocantes, volcanes enfurecidos, vientos huracanados y colosales terremotos, arrastraría consigo casi todo lo que reste de animales y seres humanos. Al mismo tiempo, los enormes logros de la civilización actual desaparecerían por completo y casas, templos y bibliotecas serían destruidos en un mar de agua. Los equipos de comunicación se anularían y las reservas de comida y energía se destruirían; en resumen, no quedaría nada, excepto descomunales ruinas.
Sólo en un día, unas regiones de la Tierra pasarían a tener clima polar, en tanto que las regiones que actualmente tienen clima polar serían catapultadas a climas mucho más cálidos.
Conclusión
Este cataclismo universal, y sólo él, puede explicar, en un paso,
decenas de enigmas referidos a la física, la biología, la geología y demás
prueba también que el centro de los polos se puede situar en otros lugares de la Tierra y explica por qué se han encontrado restos de bosques tropicales en el Polo Sur
por qué hace doce mil años tantas especies, como el mamut y el tigre de dientes de sable, se extinguieron
por qué hace años grandes partes de Europa y de Estados Unidos se encontraban debajo de millones de toneladas de hielo
por qué se hallaron mamuts congelados, aún con comida en la boca, en Siberia
por qué se pueden rescatar esqueletos de ballenas en los montes Himalaya
por qué existen tantos mitos en todo el mundo que hablan de una enorme catástrofe que casi destruyó a la humanidad
En resumidas cuentas: con una teoría se responden muchas preguntas.
Todos estos hechos y los mensajes de los antiguos científicos nos proporcionan testimonios e informes oculares de las repetidas aniquilaciones polares. Sin embargo, estos importantísimos sucesos históricos son ignorados porque los actuales científicos son arrogantes y autosuficientes. Sorda y ciega, nuestra civilización encontrará su fin.
Cualquiera que sea capaz de pensar con lógica entenderá de dónde provienen los "números sagrados" de los egipcios.
En los capítulos que siguen lo aguardan más sorpresas. Descifrar la serie completa de los códigos de los mayas y del zodíaco egipcio es posible, pero únicamente si, para decodificarlas, estas obras maestras de los científicos de la antigüedad se toman en conjunto.
Es tiempo de que rindamos respeto a aquellos científicos altamente desarrollados y a sus conocimientos. Entonces podremos hacer que suene la alarma en todo el mundo y tratar de ayudar a que al menos una parte de la humanidad sobreviva. Ése es mi objetivo fundamental.
O bien encontraremos nuestro Armagedón o sembraremos las semillas de una nueva civilización que nos sucederá.
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