¿Existe el lobby judío?
Hace tan sólo unos años, si alguien osaba hacer esta pregunta le tachaban inmediatamente de «antisemita». No sólo los sionistas o judíos, sino sobre todo los personajes de la «izquierda». Después de la guerra contra Iraq, desencadenada por Israel y ejecutada por Estados Unidos, tal cosa ya no es posible. Dos respetables investigadores norteamericanos, Mearsheimer y Walt, con lujo de detalles, han demostrado que Israel, a través de su lobby en Estados Unidos, es capaz de dirigir la política exterior de este país en su provecho.
¿Tan sorprendente es que hoy la llamada «izquierda», y no sólo la no alternativa, esté chapoteando en el pantano repugnante de los que apoyan el sionismo y las colonias, a Israel y sus innumerables y repetidos crímenes? En absoluto. Es la consecuencia lógica de unos análisis equivocados que se arrastran desde hace muchos años. Cuando se dice que el sionismo es la «lucha de liberación de los judíos», de todos los judíos sin excepción, incluidos los que no son sionistas ni israelíes, cae por su propio peso que quien se opone a Israel, el fruto de la «lucha de liberación», es un vulgar «antisemita» y no quiere que los judíos se liberen, al contrario, lo que pretende es acabar con ellos.
Pero si el sionismo es la «lucha de liberación de los judíos», ¿por qué muchos judíos, comunistas, socialistas o simples demócratas, se opusieron al sionismo? ¿Eran contrarios a su liberación? ¿Por qué hoy sigue habiendo personas opuestas al sionismo en la comunidad judía mundial?
Una lucha de liberación se llama así porque libera un territorio de una potencia colonial, no de sus habitantes. El sionismo, en cambio, pactó con el imperio británico la posesión de Palestina y acabó «liberándola» de sus habitantes palestinos para fundar un Estado que hoy en día es la punta de lanza del imperialismo occidental, encabezado por el usamericano.
Antes incluso de que lo dijesen los sionistas o Irsael, la «izquierda» italiana, confundiendo sionismo con judaísmo, lanzaba a diestro y siniestro fáciles acusaciones de «antisemitismo». Hoy, cuando la derecha histórica es proisraelí porque es proimperialista y proestadounidense, la izquierda está desubicada. Los antisemitas históricos se han vuelto filosemitas, Fini y la mismísima Mussolini son buenos amigos de Israel y acusan a la «izquierda» de haber traicionado a Israel y haberse situado conscientemente del lado de los «terroristas». De modo que hoy los únicos «antisemitas» son los antiimperialistas, los llamados «antiamericanos» que se oponen al sionismo y a Israel.
Fassino se declara abiertamente y sin vergüenza «sionista», Bertinotti sostiene que «es difícil criticar a Israel», pero la mayor parte de los que apoyan a Israel prefieren callar, lo cual, dados los crímenes de guerra y contra la humanidad que perpetra Israel todos los días (hoy en Gaza y Líbano), equivale a un claro respaldo. El que calla otorga. Los más atrevidos dan un pasito adelante para susurrar con la boca chica que las respuestas de Israel «son desproporcionadas». ¿Desproporcionadas? ¿Destruir un país, matar a cientos de civiles, provocar un desastre humano con la huida de un millón de personas para conseguir la liberación de dos soldados secuestrados es una respuesta «desproporcionada»? Se dice, además, que lo de Israel es «una respuesta» al secuestro de los soldados, lo que de alguna manera supone justificarla. ¿Una respuesta? ¿Y los militantes palestinos secuestrados o asesinados en redadas y asaltos a los territorios palestinos? Los palestinos secuestrados en la cárceles, sin proceso ni acusación (como en Guantánamo) son unos 8.000, incluidos mujeres y adolescentes. En las cárceles israelíes sigue habiendo resistentes libaneses a pesar de que la resistencia a la ocupación del sur de Líbano expulsó a los israelíes en el 2000. De esto, ¿no dicen nada nuestros sinistri o sionistri?
Pero Israel «tiene derecho a defenderse», dice Bush a sugerencia de Olmert. «Israel tiene derecho a defenderse», grita el coro de la sionistra, incluido Bertinotti. Es normal, si a alguien le atacan tiene derecho a defenderse, no se puede negar. Pero las cosas no son así. Los atacados, desde 1948, son los palestinos, todo el mundo árabe. Quitarles Palestina para dársela a los sionistas, impedir que nazca un Estado palestino, conquistar y no devolver territorios árabes, llenar los países vecinos de prófugos palestinos, invadir y destruir con mil pretextos países vecinos, ¿no es atacar? Quienes aceptan la existencia del Estado sionista, producto de un abuso imperialista y no de ninguna «lucha de liberación», dicen que él es el atacado, sobre todo porque es aliado de Occidente. Además es un Estado «democrático» y quienes lo atacan son «terroristas». Quienes no aceptan el Estado sionista justamente porque es un engendro imperialista (aunque camuflado con el disfraz de la «Legalidad Internacional»), se ponen del lado de los oprimidos, los palestinos, los que no tienen Estado, los prófugos, los «terroristas». Nosotros proponemos que en Palestina se llegue lo antes posible a la fundación de un único Estado Democrático para palestinos y judíos (un hombre, un voto). Como sucedió en Suráfrica. Pero esto implica la disolución del Estado sionista sólo para judíos, un Estado de apartheid. Como era Suráfrica antes de la liberación.
¿Por qué esta posición razonable y democrática, que entre otras cosas les serviría a los judíos para librarse de su mentalidad de gueto (Israel es un Estado-gueto sólo para judíos), no se abre camino entre los demócratas, entre la izquierda, a pesar de los valores humanitarios de igualdad y tolerancia que proclaman, a pesar de sus principios de democracia y libertad?
Alguien dirá: porque la izquierda ha traicionado sus propios principios y valores fundadores. Es verdad, pero esta respuesta no nos satisface.
Volvamos a la pregunta inicial: ¿existe el lobby judío?
Para Jeff Blankfort, un judío antisionista coherente y valiente, la respuesta es: ¡sí! Al leer su escrito comprendemos cómo Estados Unidos, que ha vendido sus instituciones parlamentarias al lobby judío, obra en Oriente Próximo contra los principios de libertad e igualdad de los que tanto alardea como valores fundadores de su democracia. Estados Unidos es imperialista, claro está, pero ¿qué gana haciéndose cómplice y responsable de que no pueda existir un Estado palestino, aunque sea raquítico? ¿Qué pierde, en cambio, con su política proisraelí incondicional, en términos de influencia en los países árabes? ¿Acaso no son Israel y el lobby judío quienes azuzan a Estados Unidos contra los pueblos árabes? ¿Qué gana Estados Unidos permitiendo la destrucción de Líbano? No ha sido capaz de entender la lección del 11 de septiembre. Quizá porque el lobby judío usamericano impidió que se entablase un debate serio sobre los frutos de una política exterior totalmente proisraelí. Estados Unidos, sin dejar de ser imperialista, saldría ganando con una actitud más equidistante. Desde luego tendría más facilidad para lograr sus propósitos, al menos en relación con los regímenes árabes prooccidentales, que pasan grandes apuros para contener a las masas árabes solidarias con los palestinos, profundamente hostiles a Israel y cada vez más a Occidente.
¿Existe un lobby judío en Italia? No sólo existe sino que es potente; lo más grave es que nadie se opone a él ni denuncia su peligrosidad. El Partido Radical de Pannella-Bonino-Capezzone recibe dinero y órdenes de Tel Aviv. El gobierno (con nuestros impuestos) sufraga, estúpidamente, su Radio Radicale, sectaria y sionista. ¿Por qué tienen tanto interés en colocar a sus acólitos en ministerios como Exteriores, Defensa y Relaciones con el Parlamento Europeo? ¿Por qué no les interesan la Sanidad o la Instrucción Pública, por ejemplo? Al margen de su peso electoral, es evidente que les interesan los ministerios que tienen algo que ver con Israel y Estados Unidos. ¿Por qué se mueven de derecha a izquierda según las posibilidades de victoria de uno u otro polo? Para estar siempre en el gobierno y defender desde él los intereses de Israel.
Pasemos ahora al Periódico-Partido-Sionista-Italiano La Repubblica, del judío sionista De Benedetti. De tendencia izquierdista, ejerce gran influencia sobre el núcleo dirigente de DS [Democratici di Sinistra, ala derecha del antiguo PCI] y condiciona de mil maneras su política y su cultura. De Benedetti, con su Repubblica, ha logrado sustituir a L’Unità como el periódico de partido con más peso en la Unione. También ejerce una influencia cultural nefasta en la sociedad. La DS, que había dejado de ser un partido de militantes para convertirse en un movimiento electoral y de opinión, ya no podía seguir publicando a golpe de suscripciones y festivales el periódico del partido, por lo que aceptó la oferta de «sionizarse» con De Benedetti. El glorioso L’Unità de antaño ha caído en manos de otro judío sionista, Furio Colombo, ex «hombre FIAT» y amigo de Kissinger, que lo mantiene vivo con el dinero (también) de De Benedetti. El lobby judío italiano, como el Partido Radical, maniobra a diestra y siniestra, en las dos mesas del poder. Ha conseguido situar a Feltri en el periódico Libero de Berlusconi y a varios de sus hombres en otros periódicos y en la televisión. Mieli en la dirección de Il Corriere, la vehemente Fiamma Nierenstein en La Stampa, Clemente Mimoun en el TG1, su amigo Enrico Mentana en Canale 5 y Gad Lerner en la 7. Por limitarnos a los puestos directivos, no digamos ya los simples periodistas. La comunidad judía italiana tiene unos 40.000 miembros. ¿Hay alguna ciudad italiana con estas dimensiones de la que procedan tantos directores de periódicos y telediarios importantes? Imaginad que de Merano (Meran) hubieran salido todos esos directores de periódicos, radios y televisiones, y que todos cantaran las alabanzas de la política austríaca y alemana. Es evidente que el lobby judío italiano (o internacional) tiene una estrategia de copar los medios informativos italianos. La misma estrategia que ha triunfado en Estados Unidos. Hoy debemos añadir Sky (en Estados Unidos la Fox) del famoso Rupert Murdoch, australiano de nacimiento pero de madre judía, y por lo tanto judío auténtico. Este amigo de Sharon tuvo un papel mundial importante a la hora de orientar a la opinión pública a favor de la guerra de Iraq y de Israel. Es un instrumento importante en la llamada «guerra contra el terror» de USA e Israel, o USrael. Mientras unos sionistas de famoseo bobalicones y vanidosos como Ferrara y Fede[1] son el blanco de todas las críticas, las verdaderas fuerzas vivas del sionismo en Italia campan por sus respetos.
Nota
[1] Ferrara: periodista del canal LA7 y antes de la RAI; Fede: director de un telediario del canal de Berlusconi; ambos pelotilleros del susodicho (n. del t.).
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