La sociedad tecnológica y el islam

La sociedad tecnológica y el islam
La sociedad tecnológica arrasa ante cualquier manifestación cultural
Pensamiento - 30/06/2008 11:03 - Autor: Anwar Astilleros - Fuente: Webislam
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Etiquetas: dogmas, secular, derechos, humanos, onu, islam, ideologia, sociedad, tecnologica
Teconología
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De sobra nos es conocido como la sociedad tecnológica arrasa ante cualquier manifestación cultural que se salga de cualquier recinto o parque temático y que conceptualmete no es más que una extensión del salón francés y el museo. Es lo inevitable, porque según algunos autores es la acción y el islam u otras religiones se comportan como la reacción, una reacción que terminará por ceder. Es la acción siempre ganadora? Se trata de definir los términos del contrato en el que el islam tradicional y supuestamente retrógrado cederá a la apisonadora laico-cristiana. Digo laico cristiano obviamente porque ya los evangélicos se encargan de apropiarse de la cultura de los derechos humanos y por extensión de la ONU y demás órganos afines. Es fácil comprobar dicho discurso. Detrás de la cultura tecnológica se esconde toda una ideología de relativización sacrosanta, supuestamente moderna, global, incisiva y culta. Hasta aquí creo que gran número de personos, perdón personas, pudieran estar de acuerdo.

Lo que no inciden los estudios y sus observadores es que la sociedad de la cultura, sofisticada y moderna está no solo en crisis sino completamente rota a consecuencia paradójicamente de la relatividad que se comporta como una realidad infinita múltiple y única. Es decir que los que utilizan la cultura de los derechos humanos como una cuestión propagandística también son víctimas de sus propias estrategias. Una única realidad diversa. Esto es lo que duele porque destroza los dogmas y quien se sube a este carro lo hace a equipo supuestamente ganador.

No hay nada más detructivo para la persona y para la sociedad que la cultura de la relatividad, que por cierto no es nada nuevo, los hindúes ya supieron y saben de las realidades múltiples. A esto se denomina cultura dominante y a la reacción actualmente islam. La batalla está pérdida de antemano pero lo que no saben los laicos-evangélicos-cristianos es que si quieren ganarla o al menos salir airosos también tendrán que ceder porque la relatividad tiene estas cosas, se cree un prisma de exactos ángulos iguales cuando no es más que un prisma deformado por los medios de comunicación y el despreciable poder político.

El chantaje hacia el islam es obvio, primero crean un islam mitológico y luego lo atacan. Darnos seguridad jurídica (como el caso Marroquí) y nosotros, la cultura tecnológica, invertiremos, os haremos ricos y prósperos. Decir seguridad jurídica no es otra cosa que decir que la leyes nos favorezcan sin que tengamos que sobornar salvo lo imprescindible y lo de siempre. Esto es lo que necesita las tierras del islam para entrar en la cultura de los derechos humanos y tecnológica. Todo el mundo sabe lo que significa estos términos o al menos lo intuimos. Comenzó el día en que un genio-monstruo denominado Napoleón dividió al mundo entre sus reformas administrativas y politicas en toda europa en nombre de la higiene, el ensanche, la modernidad, lo secular y demás conceptos. Actuó como un catalizador. Un catalizador que se prolonga hasta nuestros días, en las guerras asiáticas, en la despreciable colonización francesa y española del Magreb y sobretodo en la actualidad en Iraq. Portan un doble lenguaje seudotecnológico que en el fondo no es más que la esencia de la religión de la cruz o encrucijada, ese punto en el cual dos tensiones, unas destructoras y otras constructoras se cruzan en dicho punto. Al punto intermedio algunos lo llaman tecnología y modernidad. Apostemos por una única via: la claridad de conceptos a costa de todo porque si tenemos los conceptos más o menos claros a pesar de ciertas dudas tendremos cierta ética para afrontar los problemas de la actualidad.

Los dogmas y las normas son discutibles como casi todo pero al menos proporcionan una guía, una ética y moralidad.