Todo está Guardado en la Memoria
El 9/11 de Estados Unidos cumple 10 años y el mundo conmemora la fecha y rinde homenaje a las víctimas. Sin embargo, hay mucho más que debemos recordar
El World Trade Centre en 2001 y El Palacio de la Moneda en 1973. La humanidad sin memoria histórica, está condenada a repetir los mismos horrores.
Este año se cumple una década del atentado que derribó el World Trade Center de Nueva York y terminó con la vida de aproximadamente 3.000 personas, destruyendo de paso la de sus familias y seres queridos. Un hecho terrible, innecesario, explicable desde las ciencia política y la economía, que es imposible justificar desde el sentido de humanidad.
Creo que cada uno de nosotros recuerda exactamente que estaba haciendo ese día cuando en la televisión vimos el primer avión atravesar la torre norte. En mi caso, compartía un té con mi madre. Al ver el segundo avión impactar la sur, pensé que los seres comunes siempre pagamos las desgracias de las estrategias políticas y las ambiciones de poder de unos pocos, que quieren organizar el mundo a su manera. Lo sabemos muy bien en mi pais, Chile. Nosotros también tuvimos nuestro 11 de septiembre. No puedo evitar pensar que la vida es cíclica y mientras las personas no aprenden de sus errores, están condenados a repetirlos.
El golpe fue planeado por un sector de la Armada de Chile y los Estados Unidos. Posteriormente, se agregaron generales de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. El comandante en jefe del ejército, dictador Augusto Pinochet asumió la dirección del complot. También hubo influencia de parte de varios grupos de poder nacionales e internacionales, entre los que destaca el presidente Nixon, su vice, Gerald Ford, George H. W. Bush y la CIA, con el apoyo irrestricto de la derecha económica, uno de cuyos máximos exponentes es el actual Presidente Sebastián Piñera.
¡Qué frágil es la memoria! por eso tan importante conservarla. Al igual que en el atentado a las torres gemelas, los chilenos también vimos derrumbarse nuestros ideales junto con el palacio de gobierno. Al igual que los musulmanes, fuimos declarados enemigos de la "libertad" y los "valores occidentales" que Kissinger decía representar en exclusiva. Al igual que la gente de Iraq, "no sabíamos de gobierno" y era necesario "educarnos" para la "democracia".
El miedo y la confusión cubrieron nuestras calles, así como el polvo se apoderó de Nueva York. Como los habitantes de Kabul y Bagdad, pagamos en nuestro suelo y con veredas de sangre, el costo de nuestra "salvación". Nuestra "liberación" nos costó 3.000 desaparecidos,40.000 vidas marcadas por la tortura y una división social profunda como una fosa. Esto, sin contar el exilio de muchos, el dolor inacabable de tantas madres, hijas y esposas, el atraso en educación e infraestructura; en fin, la desarticulación total de la vida que conocíamos.
¿De qué sirvieron esos cruentos operativos de paz? ¿En que mejoró nuestra vida? ¿Cuanto cuestan nuestros derechos ahora? ¿Que privilegios nuevos tienen los niños y mujeres en Afganistán? La verdad es que se beneficiaron los mismos de siempre. Quienes inventan las guerras, aquellos que se sirven del terrorismo para destruir sin necesidad y reconstruir lo que nunca debió romperse; los que "educan" en codicia y miedo, son los mismos que lucran de sus consecuencias; recurren al crimen y la mentira para instalar una libertad que les da derecho a comerciar con la vida ajena, para incremento de su propio poder y fortuna.
Quienes hacen la historia se olvidan que las generaciones futuras tendrán que vivir con ella. Mi inclusión en estos hechos no es sólo retórica. Como chilena, comparto los honores de mi "país pequeño" y el dolor de la violación de los derechos humanos como política de estado; como musulmana, soy blanco regular del prejuicio de ser llamada terrorista, de la desconfianza pública cuando uso un velo en mi cabeza, de la impotencia que siento al ver tantas vidas perdidas de manera injusta, cosificadas bajo el concepto de "el enemigo". Cada 11 de septiembre es para mí un recuerdo de esta doble herida que cruza mi vida.
Pero no se trata sólo de chilenos y musulmanes. Un nuevo 11 de septiembre se produce cada vez que la vida de un ser humano es atropellada, puesta en la línea de fuego por la ambición de quienes, sin importar tiempo y lugar, usan abstracciones de "interés superior" que sólo se traducen en miseria y terror. La guerra para imponer la paz, el terrorismo como política exterior, son prácticas criminales, que generan daños irreparables en las personas... y jugosos contratos de reconstrucción y explotación.
Dios, libertad, progreso: Ninguno de ellos pide el sacrificio de seres humanos para manifestarse entre nosotros. Su esencia es por naturaleza contraria a la violencia. Es mentira que existan profetas políticos, sin importar el color ni credo, encargados llevar la paz al mundo, exportando la muerte y la guerra. Es falsa la bandera de libertad, que se clava en el corazón mismo de la dignidad de hombres y mujeres. El camino a la paz es la paz misma. No hay sendero alternativo ni mejor opción.
Este 11/9 el mundo recordará la tragedia del World Trade Center. Algunos además recordaremos el golpe militar contra el estado chileno perpetrado por Estados Unidos. Sin embargo, por sobre todo, mi recuerdo será para Allah y los valores universales representados por el islam, que viven en nosotros en tanto lo queramos así. Busquemos en nuestro interior,"todo está guardado en la memoria". Recordemos que nacemos libres e iguales; que de Allah somos y a él regresamos; que el progreso en nuestra sociedad es una misión colectiva que pide manos para colaborar y no tanques para invadir.
¿Cuántos 9/11 más necesitamos para comprender esto? Si de algo pueden servir los atentados terroristas, de todo tipo y origen, es para recuperar el valor de la memoria a favor de la construcción de la paz real, no mediatizada por la guerra ni los negocios que esta conlleva.
El recuerdo del aspecto divino de nuestra creación, es un noble inicio para acciones concretas a favor de la paz. No es casual que el Dhikr Allah sea uno de los momentos más bellos de la relación entre el musulmán y Nuestro Dios. Con el recuerdo, revivimos; recordar viene del latín recordis, que significa volver a pasar por el corazón; la memoria, nos enseña que camino tomar, para transformar el recuerdo en lección para el presente y este ,a su vez, en bienestar.
Cuando olvidamos la alta misión para la que fuimos creados, estamos destinados, trágicamente, a repetir los horrores que hoy lamentamos. Recordemos hoy a los muertos de Nueva York, pero no olvidemos a los demás. Para que "Nunca más en Chile"... ni en Iraq, ni en Vietnam, ni en Bosnia, ni en Argentina, ni en Somalia, ni en ningún lugar.
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