«Las religiones deben denunciar públicamente el modelo neoliberal»
Juan José Tamayo Teólogo y autor de Otra teología es posible
Juan José Tamayo en primer plano, durante una conferencia organizada por Junta Islámica, 2008
Juan José Tamayo (Palencia, 1946). Su nombre no deja indiferente a nadie , para bien y para mal. Unos cuestionan (e incluso consideran herética) su postura crítica en torno a la Iglesia católica. Otros, consideran sus tesis como referentes en el mundo de la teología. Él, doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y secretario de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, tan solo se considera «seguidor de los principios del Concilio Vaticano II» y no duda en denunciar el papel de la mujer en las religiones. Esta cuestión, junto a la interculturalidad religiosa o el pluralismo serán abordadas hoy por Tamayo a partir de las 19.00 horas en la Asociación de la Prensa. Allí, el teólogo presentará su obra 'Otra teología es posible' (Herder) de la mano de las Comunidades Cristianas Populares y el Comité Óscar Romero.
-¿Otra teología es posible?
-Es posible y necesaria, porque la teología da respuestas del pasado a preguntas del presente y no ilumina la realidad ni abre nuevos horizontes, más bien todo lo contrario. Si la teología quiere ser significativa debe intentar ser sensible a los nuevos climas culturales, a los desafíos actuales o las preguntas que la gente se plantea. Y no lo hará si sigue anclada en un modelo de teología perenne.
-Incluye tesis que suelen estar en oposición con la Iglesia católica, ¿se ha acostumbrado a que las suelan tildar de heréticas?
-Cuando se usa el término Iglesia hay que usarlo con precisión porque normalmente la gente tiende a usarlo para referirse a la jerarquía. La Iglesia no es solo la jerarquía, es toda la comunidad. Mis tesis no son contrarias a la Iglesia, están en plena sintonía con el Concilio Vaticano II y con las corrientes teológicas del siglo XX. La jerarquía, como tiene unos planteamientos anclados en el pasado, no puede avanzar para asumir los retos de nuestro tiempo. En cualquier caso si no me precisa no puedo decirle en qué puntos están en oposición.
-Me refiero a su afirmación sobre la necesidad de superar los dogmas.
-Mi teología es posdogmática. Dice adiós a los dogmas porque impiden pensar de manera crítica y de forma abierta, los dogmas considerados como verdades absolutas, cerradas, inmutables y que no se pueden reformular. En ese sentido, sí estoy en contra de los dogmas. Por eso mi teoría va más allá de ellos porque impiden desarrollar un pensamientos crítico de nuevas concepciones de la realidad y el cristianismo.
-¿Cómo cree que se puede contribuir al diálogo entre las religiones?
-En primer lugar tienen que democratizarse internamente porque, normalmente, la estructura de las religiones suele ser jerárquico-vertical. En segundo lugar, esa democratización debe realizarse desde la perspectiva de género. Es decir, una democratización inclusiva, que incorpore a las mujeres como sujetos religiosos y teológicos. Y, en tercer lugar, las religiones tienen que ir desdogmatizándose y etizándose. Tienen que acentuar más el elemento ético, los valores morales y humanos de la justicia, de la solidaridad, igualdad y libertad. Son condiciones necesarias para que entren en diálogo.
-Aboga, por tanto, por la integración de las mujeres en todos los niveles, ¿no es así?
-Exactamente. Un proceso democratizador incluye a todos los ciudadanos de un país. En las religiones incluye a todos los miembros. En ellas, el colectivo más numeroso es el de las mujeres y, con frecuencia, suele ser el más silenciado y silencioso. La gran revolución que debe hacerse en las religiones es la consideración de las mujeres como sujetos con todos los derechos. Es decir, que sean las propias mujeres las que piensen desde su propia subjetividad y reformulen la fe desde sus experiencias de sufrimiento y de lucha. Hoy no existe incorporación de las mujeres en cuatro ámbitos: el sagrado, el de responsabilidad, la reflexión teológica y la elaboración de la moral. Lo más grave y lamentable es que las mujeres sean discriminadas de la elaboración de la moral y de la ética cuando a ellas es a quienes más les afecta. Las religiones tienen una doctrina moral represiva en materia de sexualidad, relaciones de pareja, métodos anticonceptivos, fecundación 'in vitro' u orientación sexual. Esa elaboración de la moral represiva contra las mujeres, si la elaboraran ellas mismas iría por otro camino.
-¿Quiere decir que, en ese caso, arrojaría una postura diferente en cuestiones como el aborto?
-Evidentemente, las mujeres harían una elaboración de los derechos sexuales y reproductivos de ellas mismas. Esos no son derechos privados, son derechos fundamentales que deben realizarse en todos los campos.
-La Iglesia católica fundamenta su postura en contra del aborto en la defensa de la vida.
-Yo también estoy a favor de la vida. Lo que me preocupa es que, en la Iglesia católica, los obispos se preocupan por la vida antes del nacimiento y después de la muerte, pero no veo que se preocupen por la vida de los sectores más vulnerables y empobrecidos de la sociedad.
-Ahora que la crisis parece amenazar el amparo social de los ciudadanos, ¿cuál cree que debe ser la actitud de las religiones?
-Deberían crear un organismo internacional e interreligioso para combatir la pobreza. Todas las religiones tienen principios morales que defienden la justicia, el reparto equitativo de los bienes o la denuncia de la explotación. En ese organismo, deben activar todos estos principios para aliviar esta situación. Además, es muy importante que se haga un análisis crítico del modelo neoliberal, que extraigan de sus mejores tradiciones aquellos principios que condenan el neoliberalismo que defiende comportamientos insolidarios y competitivos. Debe haber una denuncia pública de todas las religiones contra el modelo neoliberal.
-Habla de la magia como peligros del ser humano, ¿cree que se está produciendo una vuelta hacia la espiritualidad mal entendida?
-La espiritualidad es como un espacio verde en el que todo ser humano encuentra razón de ser a su existencia. La espiritualidad, religiosa o no, es un componente fundamental. Contribuye a no quedarse en la esfera material. En ese sentido, es una de las fuentes de vida para superar las situaciones de pragmatismo e insolidaridad. Pero, ¿dónde encontrar las fuentes de la espiritualidad? En el propio interior humano. Sin embargo, con frecuencia se orienta por la vía de la magia y la superstición que se basan en conseguir fines materiales a través de medios extramateriales. Solución que es errónea porque el ser humano deja de confiar en sus propias fuerzas. La espiritualidad es una experiencia liberadora, la magia es alienante.
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