Medios de comunicacion y manipulación social
Resulta cuando menos sobrecogedor comprobar cómo las líneas escritas en los diarios y las imágenes deslizadas en la pantalla responden a una clara estrategia de alienación y adoctrinamiento.
La vida de un ser humano tiene un gran valor. Inapreciable. Dificilmente otro ser humano puede ponerle precio. ¿Cuánto pesa en la balanza de la información la muerte de una criatura?¿Cuánto la vida de una familia, una tribu o una nación?. Nos duele comprobar que en esa balanza uno de los platillos está siempre lastrado. La inexacta pesada inclina sin pudor el brazo que carga los intereses de quien controla esos medios hacia el lugar en el que se sientan los diseñadores de la Gran Política, sabios pretendidos del devenir histórico. Con total impunidad asistimos al tratamiento de la información sin demasiadas posibilidades de advertir su fin último. El pueblo argelino ha vivido uno de los más cruentos capítulos del genocidio a que le somete la Junta Militar. En cierta ocasión se dijo que habían muerto "...entre 1.000 y 3.000 terroristas islámicos" en poco más de dos días de enfrentamientos con las unidades de élite del ejército. Al mismo tiempo, y con énfasis aún mayor —a toda página— ocupando minutos de reflexión y análisis se dió cuenta de la muerte del director del diario oficial de la capital, Argel, asesinado por los terroristas.
Críticos y comentaristas habituales dedican columnas y debates sin fin denunciando el insoportable atentado contra el defensor de la libertad de expresión y los derechos humanos, clamando contra los barbudos involucionistas que niegan cualquier atisbo democrático.
Páginas más tarde, minutos después —unas cuantas líneas y algunos segundos con material de archivo— se expresa la duda sobre el número de terroristas muertos. Los lectores/espectadores europeos casi se han olvidado del error básico que condujo al país argelino a la situación de guerra civil que viene padeciendo: el golpe militar antidemocrático que quiso justificarse en nombre de la propia Democracia que, o no será, o será una democracia dirigida y vigilada desde los poderes fácticos.
Muchos musulmanes no llegamos a entender esa necesidad de sangre y de martirio que sigue aún vigente. No entendemos la pervivencia de ese oscurantismo disfrazado de promesas libertarias, invalidadas ya por el discurso histórico. Sólo a través del prisma descarnado de los intereses económicos, de la extensión de los mercados según el modelo que garantiza el aumento de beneficios a las empresas multinacionales, pueden tener coherente lectura tantas atrocidades.
La impunidad ante la opinión pública del terrorismo de los Estados es mucho más aterradora que los casos aislados de terrorismo político puesto que dejan al ser humano indefenso y sin ley. Los medios de comunicación sirven incansablemente a esos intereses con su estrategia consciente o subliminal. No tiene buena prensa, es cierto, eso que aquí se llama Teoría de la Conspiración. Se achacan los males del sistema a razones esotéricas expresadas según la jerga de los economistas e iniciados, y se construye la sociedad según las necesidades de los planes macroeconómicos. El modelo de libre mercado es sin duda el paradigma actual de los que mandan, el ideario final a que se remiten las reflexiones, el sustituto de las ideologías y de las creencias. Dá la impresión de que no hay estrategias sino sólo noticias. De que la información nos llega aseptica y objetivamente presentada, pero no es así
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