La escolástica musulmana amenazada por sus estudiantes
En las últimas dos décadas, tras los muros de las universidades islámicas, poco a poco fue emergiendo un movimiento de estudiantes que tras licenciarse y, en muchos casos, tras doctorarse, empieza a revindicar la necesidad urgente de una revisión de los contenidos que se enseñan como parte del currículum de las llamadas Ciencias Islámicas.
Estas reivindicaciones son el fruto de años de investigación y revisionismo en el legado musulmán y que rechaza que se le llame “legado religioso”. Estas voces indican que dicho legado está lleno de postulados y teorías que contradicen el libro sagrado.
Uno de los más destacados iconos de este fenómeno es la Universidad de Al-Azhar en Egipto, considerada la universidad de estudios religiosos más prestigiosa del mundo musulmán. No obstante, es muy criticada por el movimiento reformista de entre sus universitarios, acusada de venderse al petrodólar del wahabismo y que, en la actualidad, casi toda su estructura administrativa y la plantilla del profesorado están plagadas del salafismo de los Hermanos Musulmanes y del salafismo wahabita, incluyendo las instituciones anexas como el Complejo Islámico de Investigación y la Casa Fetwas.
Sheij Muhammad Abdallah Nasr, Sheij Mustafa Raashid, Sheij Muhammad Almaisuri, Dr. Muhammad Hidaya y una larga lista de estudiosos son las voces más visibles de este movimiento en el entorno de Al-Azhar y afirman que los que se atreven a hablar son una minucia pues la mayoría teme las consecuencias de pronunciarse contra cualquier asunto relacionado con el discurso religioso actual.
Sheij Muhammad Abdallah Nasr en un programa de televisión nacional afirmó lo siguiente: “Cuando le diga a mi hijo que el Imam Ashafi´i y el Imam Malik afirman que una mujer puede estar embarazada durante tres, cuatro o cinco años… me verá con cara de incredulidad y se reirá de mí cuando le diga que estos son nuestros sabios y no podemos contradecirlos porque vivieron antes que nosotros…”. “Al-Azhar se ha convertido en una fuente de oscuridad en vez de un faro de luz y conocimiento, aprueba y sella libros que enseñan supersticiones, hechicería, mal de ojo, exorcismos…, y veta los libros académicos que son el fruto de años de investigación objetiva y con métodos científicos…”. “Cuando un musulmán investiga libros como el de Bujari y demuestra su incoherencia es un apóstata y cuando el Daesh aniquila a los inocentes y comete barbaries en el nombre de Dios, el Sheij de Al-Azhar, la máxima autoridad, dice que no podemos decir que no son musulmanes sino que están desviados…”. “¿Cómo puedo convencer ahora a mi hijo de este discurso cuando mi hijo maneja más información y herramientas del conocimiento que decenas de los llamados sabios del pasado?”
Por otro lado, este movimiento, aunque sigue siendo minoritario, tiende a crecer sobre todo entre jóvenes, académicos, artistas, escritores, periodistas y estudiantes, pero carece de ningún apoyo institucional y de infraestructuras de divulgación como para hacer frente al salafismo wahabita.
Uno de los objetivos principales del movimiento revisionista es la deconstrucción del discurso escolástico que define como “la idolatría sutil” y la vuelta a la revelación que incita al raciocinio, la lógica y la intuición. Devolver el llamado universal del Corán y poner en tela de juicio todo aquello que contradiga el Corán y que está recogido en el legado de los musulmanes porque, de lo contrario, la poca estructura social que ostenta las sociedades musulmanas se desmoronará superada por la propia realidad de los tiempos que viven.
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