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domingo, 25 de junio de 2017

  • Base aérea siria de Al-Shairat, tras ser bombardeada por EE.UU., 6 de abril de 2017.
  • El presidente de EE.UU., Donald Trump, habla en Florida (sur) tras ordenar bombardear la base aérea siria de Al-Shairat, 6 de abril de 2017.
Publicada: domingo, 25 de junio de 2017 17:51
EE.UU. bombardeó Siria pese a saber que no había habido ataque químico de Damasco, concluye un prestigioso periodista tras consultar distintas fuentes internas.
“Sabemos que no hubo ataque químico. (…) Los rusos están furiosos —y nosotros, diciendo que tenemos los datos reales y sabemos la verdad—. (…) Será que daba igual que eligiésemos a Clinton o a Trump”, dijo uno de los responsables estadounidenses entrevistados por Seymour Hersh para un reportaje publicado hoy domingo sobre el bombardeo estadounidense de la base siria de Al-Shairat (en la provincia siria de Homs), el pasado 7 de abril.
EE.UU. lanzó decenas de misiles respondiendo a un frenesí mediático en torno a la idea, con imágenes de niños respirando a duras penas, de que Damasco había lanzado tres días antes un ataque con gas sarín contra la localidad de Jan Sheijun, en la provincia septentrional siria de Idlib (controlada por grupos terroristas).
Los informes de los distintos servicios de inteligencia estadounidenses, sin embargo, contradecían esa versión. En realidad, EE.UU. sabía por su canal de comunicación con Rusia (cerrado tras el incidente) que Siria iba a atacar una reunión de cabecillas de grupos terroristas, incluidos Ahrar al-Sham y el Frente Al-Nusra (rebautizado Frente Fath Al-Sham para neutralizar la mala imagen de haber estado subordinado a Al-Qaeda), refleja el artículo.
“Estaban haciendo las cosas bien”, dice un consejero de alto rango citado por el periodista sobre la cooperación antiterrorista rusa y siria, que asegura además que “todo responsable operativo (estadounidense), ya fuera del Ejército, los Marines, la Fuerza Aérea, la CIA (siglas inglesas de Agencia Central de Inteligencia) o la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), tenía que saber” que se estaba preparando tal operación. 
Sin embargo, al presentar al presidente de EE.UU. cuatro posibles respuestas al incidente, desde no hacer nada hasta intentar asesinar a su homólogo sirio, Bashar al-Asad, Donald Trump eligió tras ver las imágenes de niños pasándolo mal en televisión “la opción gorila: lanzar miradas furiosas y golpearse el pecho para dar miedo y mostrar su determinación, pero causar poco daño significativo”, resume uno de los entrevistados.
Sabemos que no hubo ataque químico. (…) Los rusos están furiosos —y nosotros, diciendo que tenemos los datos reales y sabemos la verdad—. (…) Será que daba igual que eligiésemos a Clinton o a Trump”, dice un responsable de los servicios de inteligencia de EE.UU.
El problema que plantea esa opción, señala otro de los altos consejeros, es que no es en absoluto descartable que los terroristas que asolan Siria desde hace 6 años estén preparando otro falso ataque con gas sarín, ante el cual Trump, tras haber aumentado la presión, “no tendrá más remedio que volver a bombardear de nuevo, más fuerte. Es incapaz de decir que cometió un error”.
El blanco del ataque de Damasco, según los datos recopilados por Hersh, fue un edificio de bloques de cemento cuyo sótano servía de almacén de armas, munición y artículos de uso rural —distribuidos por los terroristas como manera de controlar a la población—, entre los cuales había sustancias descontaminantes y fertilizantes a base de cloro.
mla/ktg/alg/rba

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