El Estado Islámico expande su ofensiva por el Sureste Asiático
El atentado del miércoles en Yakarta evidencia la nueva estrategia que está tomando el grupo en la región
A falta de dos días para que dé inicio el mes de ayuno del Ramadán, los seguidores del Estado Islámico (IS, en inglés) en el Sureste Asiático parecen haber iniciado una campaña para extender sus acciones por esta zona, lo que ha suscitado temores de que incluso se pueda producir un atentado a gran escala.
"La región podría vivir un ataque como el de Manchester", aseguró este jueves el viceprimer ministro de Malasia, Ahmad Zahid Hamidi, al diario 'New Straits Times'. "La policía y el departamento de lucha antiterrorista se encuentran en alerta máxima tras los ataques de Manchester y Yakarta. Hay oficiales de paisano patrullando vario de los puntos más conflictivos", añadió.
Malasia, uno de los pocos países de mayoría musulmana de la región, registró en junio del año pasado el primer ataque del IS en su territorio cuando un hombre arrojó una granada en el interior de una discoteca, lo que provocó ocho heridos. Pese a que sus autoridades han logrado evitar hasta la fecha que las huestes del califato cometan una matanza como la vivida en muchas otras localidades de Oriente Próximo, África o Europa, los medios locales informaron a finales de 2015 de que el movimiento terrorista cuenta con unos 50.000 simpatizantes en este territorio.
Las palabras de Ahmad tuvieron lugar tan solo unas horas después de que en Yakarta, la capital del país con más musulmanes del mundo, Indonesia, se registrara este miércoles un doble atentado suicida en una terminal de autobuses que causó la muerte de tres agentes de policía además de la de los dos terroristas.
Es "muy probable" que un grupo vinculado al Estado Islámico esté detrás de este ataque, declaró el portavoz de la policía, Awi Setyono. "Hay relación, pero todavía estamos investigando si se trata de una red internacional", añadió, sin poder confirmar si los terroristas habían recibido órdenes directas desde Siria o de algún otro lugar. Según su información, en febrero, en la ciudad de Bandung, un "lobo solitario" relacionado con el IS empleó un tipo de bomba similar al que usaron los dos asaltantes muertos, "aunque el ataque de ayer estaba perfeccionado", añadió Setyono.
Ésta ha sido la acometida más sangrienta registrada en el país desde que, en enero del año pasado, un operativo terrorista con artefactos explosivos y armas de fuego en el centro de la capital arrojara un balance de cuatro asaltantes y cuatro civiles muertos. Las autoridades del país han advertido en numerosas ocasiones de que unos 400 de sus ciudadanos podrían haber recibido entrenamiento en las bases que el grupo terrorista mantiene en Siria e Irak y han estrechado las medidas de seguridad para evitar que alguno de ellos comenta un atentado a su vuelta a casa.
Además, la explosión ha tenido lugar en un momento de especial tensión política y religiosa en la ciudad, después de que el anterior gobernador de Yakarta, el político cristiano de origen chino Basuki Tjahaha Purnama, renunciara a apelar la sentencia que le condena a pasar en prisión los dos próximos años por un delito de blasfemia al citar un versículo del Corán en un discurso. Su caso ha puesto en evidencia la fuerza que están adquiriendo los religiosos más conservadores del país, capaces de movilizar a millones de fieles cada vez que convocan una manifestación.
Azote sobre Filipinas
Pero si hay un país que en los últimos días está sufriendo el azote del terrorismo islamista, ése es Filipinas, que desde hace años mantiene un duro conflicto con varios grupos armados en el sur del país, de mayoría musulmana, muchos de los cuales han jurado su lealtad al IS en los últimos meses.
El último capítulo de esta sangrienta disputa se empezó a escribir este martes, cuando milicianos encapuchados afines al IS ocuparon diversas zonas de la ciudad de Marawi, en la sureña isla de Mindanao. Al parecer, estos hombres acudieron a la localidad para proteger a uno de sus cabecillas más destacados, Isnilon Hapilon, un hombre por el que los EEUU ofrece una recompensa de 5 millones de dólares y que era el objetivo principal de una operación dirigida por el Ejército filipino.
El jueves por la noche, los combates continuaban por las calles de esta ciudad de 200.000 habitantes, muchos de los cuales han huido a la carrera para evitar ser víctimas de los enfrentamientos armados. Según los uniformados, cinco soldados y un policía han muerto hasta ahora, mientras que las filas de los milicianos han sufrido 13 bajas. Además, decenas de edificios han sido quemados y un cura y varios feligreses han sido secuestrados.
El presidente del país, Rodrigo Duterte, decidió el martes declarar la ley marcial en el sur del país, hogar de 20 millones de personas, como vía de hacer frente a este desafío. "El Gobierno debe poner fin a esta situación. No puedo jugar con el IS porque están por todas partes", aseguró Duterte, quien ha advertido que la situación será "dura" y que podría imponer la ley marcial en el resto del territorio si el conflicto se agrava.
Los combates registrados entre estos grupos afines al IS -Abu Sayyaf, el grupo Maute o los Luchadores por la Liberación Islámica Bangsamoro, que mantienen estrechos vínculos entre ellos- no han hecho sino confirmar lo presagiado en la conferencia de seguridad nacional Milipol celebrada en abril en Singapur.
"Actualmente, el IS se está moviendo hacia la creación de un territorio propio en el sur de Filipinas", aseguró en el encuentro el analista especializado en contraterrorismo, Rohan Gunaratna, un paso acelerado por la pérdida de sus bastiones en Oriente Próximo. "Nuestro pronóstico para 2017 es que la amenaza para esta región (Sudeste Asiático) crecerá debido a la creación de un núcleo del IS en el sur de Filipinas. La inestabilidad en esta zona, la disponibilidad de armas y el flujo de refugiados crean las condiciones oportunas para que los terroristas extranjeros acudan".
Mientras tanto, otros países de la zona como Singapur han anunciado que van aextremar sus medidas de seguridad con puestos de control "en aire, mar y tierra" para evitar que se produzca ningún atentado.
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