México: ¿tienen futuro o son una 'vacilada'?
oct. 12 2017, 7:00am
Por primera vez los mexicanos podrán votar por un aspirante a la presidencia sin partido, y eso ha generado que más de 30 se hayan inscrito a una primera etapa. Expertos nos explican a qué se debe el fenómeno y si es viable que alguno cumpla su meta.
México vive una explosión de candidaturas independientes rumbo a la elección presidencial del 1º de julio del 2018. Hasta el momento, 31 ciudadanos se han registrado ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y se espera que la lista se incremente antes de que venza el plazo, el próximo 14 de octubre.
Pero ¿a qué se debe el boom de estas candidaturas para 2018? Independientemente de que la novedad sea atractiva —ya que será la primera vez que México vea contender a este tipo de candidatos a la presidencia— es evidente que hay desencanto institucional, y que un afán generalizado de libertad está llevando a muchos ciudadanos a renunciar a los partidos políticos.
La figura de "candidato independiente" se aprobó en la reforma electoral del año 2012, pero fue hasta 2014 cuando se acordaron las normas que abrieron el camino a los ciudadanos que aspiraban a una candidatura, pero no contaban con el respaldo de un partido político.
Desde entonces se ha presentado un buen número de aspirantes a candidatos independientes entre diputados federales, locales, gobernadores y presidentes municipales; pero sin duda 2018 macará un antes y un después en la cantidad de mexicanos que se presentarán —tanto para la presidencia como para el Congreso— sin un partido político detrás .
Por eso nos preguntamos ¿De dónde proviene esta tendencia al alza de alternativas ciudadanas?, ¿tienen posibilidades reales de trascender políticamente?, ¿qué consecuencias puede tener este fenómeno en el número de votos destinados a partidos?
De acuerdo con Soledad Loaeza, analista de temas políticos del Colegio de México (Colmex), se trata de un fenómeno sin precedentes. No obstante, al mismo tiempo considera que ello no se debe a la existencia de una sociedad más politizada.
"En México seguimos sin ser tan participativos. Sólo hay que ver los porcentajes de asistencia ciudadana a urnas cada que hay elecciones. Sigue siendo bajo, a mi parecer", dice.
El significado que ella le da a la proliferación de opciones independientes es que hay un sector cada vez más importante de la sociedad que no cree en los partidos, porque estos últimos no se han hecho merecedores de su confianza. Más bien, todo lo contrario. A su parecer, han abusado del apoyo que se les dio al ser elegidos.
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Loaeza también considera que la existencia de 30 candidatos independientes es "una vacilada y una pérdida de tiempo", porque se trata de una fragmentación que no conviene a nadie, que muy difícilmente llevará a alguien a Los Pinos y que sólo es una fuerte evidencia de la incompetencia de las instituciones.
"No podemos engañarnos. Los mexicanos desconfiamos mucho de los partidos políticos, pero más de quienes ni siquiera tienen partido. Somos muy institucionales. La historia es el mejor argumento para demostrar eso", afirma.
Margarita Zavala, quien aspira a gobernar México. (Imagen vía Cuartoscuro.com).
Por su parte, René Torres, académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, aunque también considera que México atraviesa por una crisis acentuada de representación, distingue en este arsenal de independientes un fenómeno muy interesante.
Asegura que la coyuntura nos debería tener a todos hablando de temas más allá de si Margarita Zavala –sobre quien se han puesto muchos reflectores por ser esposa del expresidente Felipe Calderón, y por haber desertado de las filas del derechista Partido Acción Nacional (PAN)– se lanzará por una vía alterna, o si el Partido Revolucionario Institucional (PRI) será el más beneficiado con ello.
"A este punto, todo lo que suene a autonomía e independencia va a ser de la simpatía de los ciudadanos. Sin embargo, la misma ley llega a ser un obstáculo para este tipo de candidaturas".
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Según el académico, la mayor traba consiste en que cada aspirante tendrá que conseguir antes del 12 de febrero del 2018 más de 866.593 firmas ciudadanas (el 1% del padrón electoral) para poder subir oficialmente a la contienda electoral.
El otro inconveniente que detecta tiene que ver con el financiamiento, pues asegura que la movilización de recursos para quienes no competirán con un partido detrás es insuficiente.
"Hay que tomar en cuenta que se trata de candidaturas sin el respaldo de las maquinarias estructurales de los grandes partidos. Creo que, sin ser condescendientes, se les deberían aligerar las exigencias, así como procurarles más apoyos económicos. Sea como sea que esto termine y hasta donde llegue, de algo no podemos dudar: serán unas elecciones que marcarán un antes y después en la vida política de la nación."
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