Las cinco ideas de López Obrador
López Obrador construyó su mensaje de campaña y de gobierno sobre cinco ideas muy sencillas. Tan concretas que la gente recordaba y repetía, pero tan simbólicas que le permitieron dibujar un mensaje de país más amplio para quien necesitaba una narrativa más profunda. 1) Gobernar con austeridad, 2) perseguir la corrupción del pasado, 3) no reprimir al pueblo, 4) eliminar intermediarios de los programas sociales y, 5) conseguir soberanía energética.
De la primera- gobernar con austeridad– se desprendió la venta del avión, las imágenes en puestos de comida callejera, los zapatos descuidados, la apertura de Los Pinos al público y el uso del Jetta en lugar de costosas Suburbans blindadas. De la segunda- perseguir la corrupción del pasado- se derivó la cancelación del aeropuerto, la persecución de Rosario Robles y la de Emilio Lozoya. De la no represión del pueblo, vino la extraña conversión del ejército a la Guardia Nacional, el anuncio de la (nunca concretada) transformación de las Islas Marías en parque ecológico y el famoso slogan de “abrazos, no balazos.” De la eliminación de intermediarios, vino la cancelación de apoyos para organizaciones de mujeres, estancias infantiles y subsidios para el arte y la ciencia, a favor de transferencias directas de dinero a estudiantes de todos los niveles, jóvenes desempleados y el proyecto de siembra de árboles frutales. De la idea de soberanía energética, vino la construcción de la refinería y el nuevo plan basado en hidrocarburos.
Sus cinco ideas fueron, para arrancar un gobierno, sumamente potentes. Vinieron cargadas de pólvora que detonó titulares y debates nacionales en medios, universidades y redes sociales. Sin embargo, son cinco ideas que no son suficientes para resolver los problemas que aquejan el presente. Ninguna de ellas presenta una estrategia para resolver el problema del crimen organizado que, por un lado, cobra víctimas todos los días y, por otro, ha creado una cultura de ilegalidad entretejida en cientos de poblaciones de todo el país. Sus cinco ideas no sirven para mantener a flote medianas empresas que enfrentan un cierre temporal ni para atraer inversión. Tampoco sirven, por su puesto, para atender una crisis sanitaria de nivel internacional.
Se esperaría que sus cinco ideas fueran el motor de arranque y que detrás de ellas hubiera una reserva de planes para abordar todo el resto del gobierno. Sin embargo, poco a poco se revela una realidad devastadora: esas cinco ideas son todas las herramientas con las que cuenta para gobernar. Ante la escasez de medicamentos para niños con cáncer, habla de la corrupción de gobiernos anteriores, ante la falta de recursos para reactivar la economía, habla de recortes de sueldo a funcionarios de alto nivel, ante el aumento de la violencia, habla de la no represión y ante las inundaciones por el paso de la tormenta Hanna, habla del avión presidencial.
El presidente necesita más ideas, pero no las tiene. Lo que era, lo que vendía y prometió… ya se agotó. Las cinco ideas del presidente, repetidas, revolcadas y masticadas parecen ser todo lo que está en su portafolio presidencial, y le quedan todavía cuatro años y medio de gobierno.
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