UN IXIPTLA DE HUITZILOPOCHTLI
XIMENA CHÁVEZ BALDERAS
Bioarqueología del sacrificio humano. La ofrenda de vida
Si bien el Templo Mayor no fue concebido como el lugar donde se depositarían los despojos mortales de todas las víctimas de sacrificio, permite conocer con detalle aspectos de esta práctica. Gracias a los estudios osteológicos podemos saber que la extracción de corazón se realizaba haciendo una incisión en el abdomen, deslizando la mano en el interior de la caja torácica y cortando con un instrumento de piedra los paquetes vasculares circundantes al músculo cardíaco.
La maniobra tomaba más tiempo de lo que se dice en las fuentes históricas, en las que se asegura que los corazones eran arrancados instantáneamente; la gran cantidad de huellas de corte en la cara interna de las costillas corrobora nuestra afirmación. Hasta el momento contamos con cuatro casos que atestiguan la existencia de esta práctica: dos corresponden a humanos y dos a jaguares. Uno de ellos es un niño de aproximadamente cinco años de edad, cuyo cuerpo se depositó en el relleno constructivo durante una ampliación del Templo Mayor y que fue excavado por el Proyecto Templo Mayor, bajo la dirección de Leonardo López Luján. El infante se encontraba ataviado con un pectoral de madera (anáhuatl), una rodela, ajorcas de cascabeles y caracoles, alas de gavilán (Accipiter striatus) y posiblemente una bolsa que contenía copal, aerófonos y una navajilla de obsidiana. Muy posiblemente este niño, que era parte de la Ofrenda 111, era un ixiptla o recipiente del dios Huitzilopochtli.
De acuerdo con las fuentes históricas, la extracción de corazón era la forma más común de sacrificio. Contamos con poca evidencia arqueológica de ello, puesto que la decapitación fue el tratamiento póstumo que se le dio a la mayoría de los individuos. Aparentemente los cuerpos eran arrojados al remolino de Pantitlan o en algunos casos llevados a los calpulli. De tal suerte que en el recinto sagrado de Tenochtitlan sólo se depositaron las cabezas.
Ximena Chávez Balderas. Licenciada en arqueología por la ENAH. Maestra en antropología por la UNAM y maestra en antropología física por la Tulane University. Candidata a doctora en antropología por esta última universidad. Bioarqueóloga del Proyecto Templo Mayor.
Chávez Balderas, Ximena, “Bioarqueología del sacrificio humano. La ofrenda de vida”, Arqueología Mexicana, núm. 143, pp. 56-61.
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