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miércoles, 4 de noviembre de 2020

El rebose del acuífero: no hay que esperar la tercera llamada

 

El rebose del acuífero: no hay que esperar la tercera llamada

Con el impacto de tres ciclones tropicales y un fuerte frente frío, octubre dejó en Yucatán una profunda huella que se refleja en un récord de lluvias e inéditas inundaciones.

“Nos ha llovido, nos sigue lloviendo y no sabemos si nos seguirá lloviendo, porque la temporada de huracanes termina el 30 de noviembre”, advierte Jorge Alfonso López González, maestro en Hidrología e Hidráulica.

El especialista indica que los recientes fenómenos meteorológicos han mostrado que la capacidad de absorción del subsuelo no es ilimitada, como se creía, y han lanzado un segundo aviso a la población en general.

Mensaje que se debe atender

El primer aviso, recuerda, fue el del huracán “Isidoro” en 2002, cuando se vieron inundaciones nunca ocurridas hasta ese momento.

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“El segundo aviso lleva este mensaje: ‘¿Saben qué? El acuífero sí se puede rebasar y rebosar’. Al menos en la zona norte de Mérida ya rebosó. ¿Y qué hay que hacer? Bueno, hay que hacer estudios y análisis para determinar las acciones a seguir y evitar nuevos problemas”, dice el maestro López  González.

Este es el panorama que prevalece en algunos sectores del fraccionamiento Las Américas. La imagen corresponde a la avenida 108 con calle 45 (Foto de Carlos de la Cruz)

Esas acciones, subraya, deben ser inmediatas, porque ya no queda tiempo. No se debe esperar a que llegue el tercer aviso.

Como informamos en nota aparte, el huracán “Eta” ha encendido de nuevo los focos de alerta. Se espera que al salir de nuevo al mar, después de azotar a Centroamérica, se defina su peligrosidad para la Península de Yucatán.

Frías, insólitas estadísticas

De acuerdo con estadísticas de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), octubre llegó a su fin con un nuevo récord de lluvias para Yucatán debido al paso de la tormenta tropical “Delta” y de los huracanes “Gamma” y “Zeta”, así como del frente frío número 9.

El promedio de precipitación pluvial en la entidad en un mes de octubre es de 104.3 milímetros, que representan igual número de litros por metro cuadrado.

Con los tres ciclones tropicales y el frente frío se superó considerablemente el promedio al caer 372.7 mm, es decir,  un aumento de 357.3 por ciento en relación con la cantidad histórica mensual.

Las fuertes lluvias causaron inundaciones sin precedente en varios puntos del Estado y de Mérida en particular, sobre todo en fraccionamientos y comisarías de la zona norte.

Necesario un nuevo sistema de drenaje

Egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán como ingeniero civil, con estudios de Planeación y Administración de Recursos Hidráulicos, Jorge Alfonso López indica que una de las enseñanzas de las recientes inundaciones es que se debe pensar ya en un nuevo sistema de drenaje pluvial para Mérida, sobre todo para el norte de la ciudad.

El catedrático de la Universidad Marista señala que todo pronóstico relacionado con el clima es precisamente eso, un pronóstico, no una exactitud. Se basa en lo ocurrido para definir si puede volver a suceder.

Se refiere específicamente a lo ocurrido el viernes pasado, cuando las lluvias generadas por el frente frío número 9 superaron a las que dejó caer el huracán “Zeta” y recrudecieron los problemas en las zonas que siguen inundadas.

Se regresó al punto de saturación

 “Fueron lluvias puntuales, casi sobre la zona de Mérida y el norte de la Península. En Motul también llovió fuerte”, indica. “Al caer esa cantidad de agua, más lo que llovió de ‘Zeta’, el acuífero se recargó y volvió a quedar en las condiciones en que estaba cuando pasó ‘Delta”.

“Todo lo que se había logrado bajar del acuífero de manera natural, más lo que se le ayudó con pipas, se volvió a recuperar. La situación se vino a complicar otra vez en las partes donde ya había inundaciones”.

El maestro en Hidrología e Hidráulica explica que solo el viernes en la ciudad de Mérida se registró una precipitación de aproximadamente 60 milímetros, que se suman a unos 30 mm del martes pasado con “Zeta”.

25 centímetros menos en 19 días

Es decir, añade, estamos hablando de 90 milímetros de una capa pareja de agua. Y entre el último día del paso de “Delta” –el 8 de octubre– y el día previo al paso de “Zeta” –que atravesó la entidad el 27 de octubre–, el acuífero apenas había logrado desplazar 25 centímetros de agua.

“Durante esos 19 días el acuífero bajó de 20 a 25 centímetros por sí solo, más lo que se le ayudó de manera superficial con pipas”, añade. “Sin embargo, la nueva lámina de agua volvió a hacer que se recupere y volvieron a presentarse inundaciones por el desbordamiento en la zona norte de la ciudad y en el rumbo de la carretera Mérida-Progreso”.

El acuífero no es infinito

A preguntas nuestras, el consultor en Hidrología también formula los siguientes conceptos:

–Esto nunca lo habíamos visto, pero ya sabemos que sí puede pasar. El acuífero es susceptible y tiene fin... No es infinito como podemos pensar. Al llegar a su límite fue rebasada la capacidad de infiltración que tiene el suelo, y al no poder infiltrar más, simplemente rebosó.

–Es algo así como cuando un río se desborda y el agua sale por ambos lados. Y lo vemos porque es un corriente superficial, pero el acuífero de la Península es subterráneo y, como no lo vemos,  pensamos que no se puede desbordar, que está contenido. Al menos en la zona norte de Mérida ya se comprobó que sí se puede salir de control.

–Pensamos que el acuífero era una gran presa de almacenamiento natural que estaba bajo control, pero ya vimos que no es así cuando llueve como nos ha llovido.

Reacción de la naturaleza

–La primera reacción que tuvo la naturaleza fue sacar a la superficie el agua en exceso. El primer punto donde se sintió es en las zonas más bajas de la ciudad. Me refiero al Norte, donde estamos a una distancia de cuatro a cuatro metros y medio entre el suelo que pisamos y el espejo de agua, o sea, el acuífero.

–Al salirse de control el agua y desbordarse, de alguna manera las pendientes –tanto superficiales como subterráneas– tienden a irse al mar, pero por lo general lo hacen de Sur a Norte y en esta ocasión se fueron de Sur a Norte, al Este y al Oeste, por todos lados.

–Lo comparo con una esponja. Si la esponja que está completamente húmeda se aplasta, el  agua sale por todos lados. Es lo que le pasó en este caso al acuífero peninsular y al terreno que pisamos: el agua empezó a salir por todos lados.

Ojos de agua que no existían

–¿Que salió en unos ojos de agua? Sí, pero primero inundó la ciénega. La ciénega es el afloramiento de agua dulce, del agua subterránea antes de llegar al mar.

–Por lo general, cuando estamos en temporada de sequía la ciénega se ve reseca, pero en tiempos de lluvia como ahora, y hasta en lluvias normales, se inunda. Es lo que sucedió ahora, que se súper inundó y los flamencos tuvieron que salir, porque están acostumbrados a caminar sobre el suelo fangoso y no a nadar, como sí hacen los patos.

–Lo mismo pasó con cocodrilos y otros animales que viven también en la ciénega y con el agua rebasada se fueron más hacia la playa. Por eso se encontraron varios en zonas habitadas, igual que flamencos.

–El agua también empezó a salir por ojos de agua que no existían. Yo pude filmar dos caminando frente a Chicxulub después del paso de “Delta”. Eran pequeños ojos, como pequeñas fuentes, en la orilla del mar. El agua busca dónde salir. Nada, absolutamente nada, lo va a detener.

Cambios con o sin el ser humano

–¿Está haciendo algo mal el hombre? Mira, el planeta Tierra siempre ha tenido cambios, estemos nosotros o no. Primero fue una bola de fuego, después nació la vida y surgieron los dinosaurios hace millones de años, aunque luego fueron desplazados. Los continentes se formaron de partes que estaban sumergidas y emergieron.

–Esté o no el hombre, el mundo va a seguir cambiando. ¿Qué estamos haciendo nosotros como seres humanos? Estamos acelerando procesos. El hombre no tiene manera de controlar lo que hace la Naturaleza. Nos podemos adaptar a ella, pero no controlarla.

Yaxcabá ha sido de los municipios más castigados por las recientes tormentas. La imagen corresponde al paso de "Cristóbal"

Ya llovió el doble de lo normal

–Estamos viviendo un año de lluvias atípicas. En un año típico en el estado de Yucatán llueven aproximadamente de 900 a 950 milímetros, repartidos en todo el año. Estamos hablando de poquito menos de un metro de agua, que no se nota porque van cayendo de poco en poco.

–Ahora nos ha llovido prácticamente el doble. Estamos hablando no de 900 milímetros y fracción sino de casi 1,800 mm de lluvia. Y en los últimos cuatro meses se ha recibido más de la mitad de lo que llueve en todo el año.

–Es decir, en los últimos cuatro meses, desde “Cristóbal” y hasta el punto de octubre en que se presentaron “Zeta” y la lluvia adicional del viernes (por el frente frío), estamos hablando de 890 milímetros. Ya llevamos el doble de lo que normalmente nos cae en un año típico y todavía nos faltan noviembre y diciembre para terminar el año.

Leer: Más de 200 mil afectados por las inundaciones en Mérida

Solo Dios sabe cuánto más…

–¿Cuánta  más agua nos va a caer? Solo Dios sabrá. Lo único que podemos hacer es prevenir, estar pendiente de una tormenta y prever si va a venir por aquí o se desvía. Pero esa previsión es estadística.

–La última estadística que teníamos de una lluvia extremadamente fuerte era la del huracán “Isidoro”, en 2002. Era la última gran tormenta que tuvimos, y resulta que lo que llovió en esa ocasión ya fue rebasado dos veces en estos cuatro meses.

–Por eso decimos que es un año atípico. Nunca se nos había presentado algo parecido desde que se llevan estadísticas y conteo de la precipitación.

–Cuando llegó “Isidoro” se inundó el sur del Estado. En Tigre Grande y El Escondido, comunidades del municipio de Tzucacab, las estadísticas marcaban que el agua había subido tres metros. Recuerdo que fui allí como semana y media después de que pasó el huracán. Las aguas ya habían bajado.

–Fuimos en helicóptero a recorrer toda la zona, para  ver lo que había sucedido. En un edificio de Conasupo, de aquellos que tenían láminas de asbesto, había una marca de –efectivamente– tres metros de altura. Los habitantes me dijeron que incluso el agua había llegado hasta los cables eléctricos. Estamos hablando de más de tres metros. No lo pude comprobar y nadie me lo pude comprobar, pero no tengo por qué pensar que no fue así.

Ríos vecinos, no el acuífero desbordado

–Allí el problema no se debió a un aumento del acuífero. Se desbordó el agua de los ríos de los alrededores y sucedió algo que nunca habíamos visto, al menos desde que se llevaba la estadística.

–En Mérida hubo un montón de problemas. “Isidoro” barrió con la ciudad. La inundación solo se notó en calles, edificios, casas y  las comisarías. En el Norte, que no era como está ahora, no fue visible. A lo mejor fueron terrenos inundados y ya.

–“Isidoro” fue el primer aviso. En ese momento nadie dijo que era el primer aviso, es una frase que acuñé hace unos días. El mensaje fue de algo que no había ocurrido y nos podía volver a ocurrir.

Origen del actual sistema de drenaje

–Se tomaron los datos de la precipitación y de todo lo demás que había ocurrido con el huracán: cómo bajó el agua, a qué velocidad… Y entonces se diseñó para la ciudad de Mérida lo que actualmente funciona como su drenaje pluvial, que son los pozos de absorción, que llegan a doce metros de profundidad.

–Esa vez se comentó que con ese sistema se podrían aguantar lluvias de ese nivel. Y funcionó, pero en esta temporada ya tuvimos el doble de lo que pasó con “Isidoro”. No pudimos prevenirlo porque nunca nos había pasado. Y si acaso pasó fue hace mucho tiempo, cuando no había estadísticas ni nada. No vivíamos en esa época.

–Ahora ya nos llegó el segundo aviso. Es el aviso de que el acuífero sí se puede rebasar y rebosar. Al menos en la zona norte de la ciudad ya rebosó. ¿Qué hay que hacer? Bueno, hay que hacer estudios y análisis para determinar las acciones a seguir.

Ya se están dando algunos pasos

–Ya estamos en contacto con la autoridad. Los que somos entendidos en este tema proponemos que primero se hagan estudios y después se establezca la política a seguir.

–Esto abre la puerta a la necesidad de pensar en un drenaje pluvial totalmente en forma para la ciudad de Mérida, comenzando con la parte inundable, que es el Norte. La zona Sur no se inundó. Yo estuve en las comisarías del Sur y constaté que no tuvieron problemas de inundación. Están a diez metros de altura en relación con el agua subterránea.

–El centro de la ciudad sí tuvo algunos problemas de inundación, pero el agua bajó relativamente rápido porque esa zona está a 7.30 ú 8 metros de altura.

–El Norte, que está a un nivel de 5.5 a 6 metros sobre las aguas subterráneas, quedó completamente al descubierto. Nos referimos a los fraccionamientos grandes que sufrieron inundaciones, más todo lo demás de ambos lados en la carretera a Progreso. Y agrégale La Ceiba, que jamás se había inundado; el Country Club y todo lo que está por allá.

–Con este segundo aviso ahora debemos tomar previsiones mucho más profundas Definitivamente, el drenaje pluvial ya es una necesidad para la ciudad de Mérida. Ya no podemos basarnos solamente en pozos de absorción con un área de cobertura en metros cuadrados. Ya vimos que eso sí funcionó, pero no es funcional para lluvias de este tipo. Tenemos que pensar en  otro modelo, otra estrategia y otra solución.

¿Lo mismo en 2021?

–La Organización Meteorológica Mundial ya dio su informe para 2021.  Hay dos fenómenos climatológicos mundiales todo el año: El Niño y La Niña. El de La Niña nos tocó este año y hay un 90% de probabilidades de que se vuelva a repetir. No tienen un patrón. Puede surgir La Niña, otra vez La Niña, La Niña tres veces y después El Niño una vez. Normalmente El Niño es más seco.

–Puede surgir también un patrón neutro, que no es ni tanto de El Niño ni tanto de La Niña, donde la generalidad se vuelve un año normal.

–La Organización Meteorológica acaba de informar que en 2021 se repite La Niña. ¿Qué esperamos ese año? Que se repita el patrón de lluvias que se ha presentado. Si no como ha sucedido ahora, tal vez en una situación parecida…

Prepararse para el futuro

–¿Hay que prepararnos para una tercera llamada? Sí, pero ya justos con el drenaje pluvial. Claro, a menos que se piense en alguna otra cosa, como inundaciones del mar hacia la tierra o no sé, pero eso ya es poco probable, al menos en estos tiempos que nos quedan de vida.

–Hay islas del Pacífico cuyos habitantes ya están previendo a dónde irán a vivir, porque se les van a inundar con el cambio climático, con el deshielo. Hay varias islas que son países y el  mar prácticamente ya las redujo a una pequeña porción de tierra. La gente ya está buscando a dónde ir en el continente, porque sus islas van a desaparecer en unos años.

–Veo interesante que tanto la iniciativa privada, de la industria de la construcción, como el sector público están tomando previsiones y se están acercando a los especialistas para ponerse en sus manos. Es como cuando tienes un problema de salud: vas al médico y éste te receta los medicamentos e indica el procedimiento para que sanes.

–Ya se están tomando previsiones y buscando solución a algo que nunca se había presentado. Con mucho gusto estamos apoyando en la búsqueda de las soluciones. Espero que tengamos el tiempo suficiente para hacerlo y para verlo, porque las obras hidráulicas llevan dinero, son costosas.

El paso deprimido del Paseo de Montejo es una de las expresiones más notorias del desbordamiento del acuífero

No hay soluciones mágicas

–Estas soluciones no se concretan de un día para otro. Tenemos el ejemplo de los Países Bajos de Holanda. Están bajo el nivel del mar y desde los años 60 sufrían inundaciones de todo tipo, causadas por el Mar del Norte. Entonces empezaron a tomar previsiones e hicieron grandes obras de ingeniería en el mar para controlar las crecidas del agua y evitar que quedaran a merced de las inundaciones.

–Les ha funcionado, pero no lo hicieron en cuestión de un año. La planeación les llevó  un tiempo bastante largo y las obras  les llevaron también un montón de tiempo. Y las siguen haciendo, no han terminado.

–Actualmente, el 40% del territorio de Holanda es terreno ganado el mar, que el mar no ha vuelto a invadir. Es un dato interesante porque no lo hicieron en un mes o en un año. Se requiere tiempo para hacerlo, para estudiarlo, para llegar a una solución.

–Otro ejemplo es Venecia, que se construyó en el agua. Siempre ha estado en el agua y siempre ha estado sujeta a las inundaciones, hasta que hace apenas dos años lograron hacer un modelo para controlar las crecidas del Mar Adriático.

Contra las lluvias, no contra el mar

–Ellos están peleando contra el mar. Nosotros estamos peleando contra las lluvias que nos inundan nuestro acuífero. El problema es diferente. Nosotros estamos encima del nivel medio del mar. Ellos están debajo del nivel de mar.

–Otro caso es el del metro de Ciudad de México. Empezó en 1965 ó 1966, no sé realmente el año, y hasta la fecha le siguen haciendo ampliaciones y ampliaciones.

–Nosotros no vamos a tener un tiempo tan largo. Estamos hablando de una ciudad. ¿Qué se nos inundó? El Norte. ¡Ah, entonces vamos a empezar por allá y luego iremos ampliando!

Leer: Seis municipios, los más afectados por las lluvias de "Delta"

Ganaderos y bancos de materiales

–También tenemos que pensar en los ciudadanos del oriente del Estado, porque todos los ranchos ganaderos de esa zona, la gran mayoría que están apenas a 30 kilómetros del mar, están inundados. Esa franja costera de 30 kilómetros del mar a tierra está sufriendo ahora. Y la zona oriente del Estado es una zona baja, una zona de sabanas.

–Otro problema se presenta con la industria de la construcción: todos los bancos de materiales están llenos de agua y ya se empieza a sentir la escasez de materiales. Las trituradoras y las fábricas de bloques no pueden trabajar con los terrenos inundados.

–Estamos en un año atípico, por donde lo queramos ver. Hay que prevenir y actuar. Ya no nos queda tiempo.

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