El peligroso mito fundacional de España de Pedro Insúa
Por Jesús López Gil
Pedro Insua, profesor de filosofía vinculado con la Fundación Gustavo Bueno y la Fundación DENAES, (Defensa de la Nación Española), ha afirmado en reiteradas ocasiones que los visigodos no eran españoles y que España como nación apareció en la Edad Media como consecuencia del imperialismo de los Reinos Cristianos a costa del Islam. Según las propias palabras de Pedro Insua:
San Isidoro, explícitamente habla de «nación goda» en Hispania; no de «nación española». Y no habla porque no existe. La nación española surge en la «reconquista», sin ella no hay nación española.
Dicha afirmación es incorrecta y a demás peligrosa por lo que es necesario corregirla. Las raíces de la nación Española, (una vez que Hispania dejo de ser una parte de Roma), se formaron durante el Reino Visigodo, y para ello fue necesario que se diera una unidad territorial, política, religiosa y social:
- La unidad social, se produce con la derogación por Leovigildo de la prohibición de los matrimonios mixtos entre godos e hispano-romano. El texto de la ley dice:
«Lex Visigothorum (III 1, 1): Ley antigua. Que esté permitida la unión matrimonial, tanto de una romana con un godo, como de una goda con un romano … Considerando ventajosamente a esta cuestión como mejor, derogada la orden de la vieja ley, sancionamos con esta presente ley de validez perpetua que si tanto un godo a una romana como un romano a una goda quisiera tener por cónyuge, exista para ellos la facultad de contraer nupcias».
- La unidad religiosa y política, se consiguió con Recadero I cuando abjuro del arrianismo y abrazo el Catolicismo, lo que significo la conversión de todo el pueblo visigodo, en el III Concilio de Toledo celebrado en el 589 presidido por San Leandro, Arzobispo de Sevilla, quien al finalizar del mismo dijo en su homilía lo siguiente:
No llores ni te apenes, porque algunos de tus hijos se hayan separado de ti temporalmente. Ahora vuelven a tu seno gozosos y enriquecidos.
Fíate de tu cabeza, que es Cristo. Afiánzate en la fe. Se han cumplido las antiguas promesas. Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad. No predicas sino la unión de las naciones. No aspiras más que a la unidad de los pueblos. No siembras más que se semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor, porque no has sido defraudada en tus sentimientos. Pasados los hielos invernales y el rigor de las nieves, has dado a luz, como fruto delicioso, como suaves flores de primavera aquellos que concebiste entre gemidos y oraciones ininterrumpidas.
- La unidad territorial, se logro con Suintila, hijo de Recadero I, quien derroto a los vascones y expulso a los Bizantinos de Hispania en el 624.
El Reino de los Visigodos se fue transformando de forma paulatina con el paso del tiempo. No olvidemos que en el 711, toda la península ibérica era Hispania y el idioma común de casi toda la población, (salvo algunas zonas), era el latín, ya que el idioma godo había caído en desuso.
Sobre España San Isidoro de Sevilla, hijo de padre hispano-romano y madre visigoda, dejo escrita la siguiente oda:
¡Oh, España! La más hermosa de todas las naciones que se extienden desde Occidente hasta la India. Tierra bendita y feliz, madre de príncipes y de pueblos. De ti reciben la luz el Oriente y el Occidente. Tú, honra y prez de todo el orbe; tú, el país más ilustre del globo. No hay en el mundo región mejor situada. Ni te abrasa el estío ni te hiela el rigor del invierno sino que, circundada por un clima templado, te nutren céfiros blandos. Cuánto hay de fecundo en los ejidos, de precioso en las minas y de provechoso en los animales, tú lo produces. Rica, por lo tanto, en hijos, joyas y púrpuras, fecunda también en gobernantes y en hombres que poseen el don de mandar, te muestras tan fecunda en adornar príncipes como feliz en producirlos. Con razón, ya hace mucho tiempo, te deseó la dorada Roma, cabeza de gentes, y, aunque vencedor, aquel empuje romano te desposara primero, luego, el muy floreciente pueblo de los godos, tras haber conseguido numerosas victorias, a su vez te tomó y te amó.
San Isidoro de Sevilla contemplaba Hispania, como una realidad formada por diferentes pueblos unidos y gobernados por los Godos en el siglo VI. Desde el III Concilio de Toledo al 711 pasan 122 años. Don Pelayo, vencedor en Covadonga es el tataranieto de Recaredo I. La propia palabra España es una evolución de la palabra Hispania de la que deriva.
La llegada del Islam a España acabo con el Reino Visigodo que habia forjado la unidad de toda Hispania y por tanto de todos los Hispano. La desaparición del Reino Visigodo supuso el nacimiento de los nuevos Reinos Cristianos que se reclamaron herederos del Reino Visigodo, por lo que podemos afirmar que hay una continuidad y una evolución interrumpida desde la llegada de los Visigodos como asi se recoge en la Primera Crónica General de Alfonso X:
Et por esto el muy alto e muy noble e mucho onrado e muy bien aventurado señor don Alfonso […] aviendo a voluntad que los fechos de los reyes que fueron ante que fuesen fallados en escripto, mandó catar las coránicas e estorias antiguas e falló escripto por coránica en los libros de su cámara los fechos de todos los reyes que fueron en España desde los primeros reyes godos fasta el rey Rodrigo, e después desde el rey don Pelayo, que fue el primero rey de las Asturias e de León, fasta el tienpo que finó el rey don Ferrando…
Y sobre el sentimiento de ser Españoles todos los Reinos Cristianos de la península dice:
«(Alfonso VIII) apartóse otro día con los de Aragón et portugaleses et gallegos et asturianos, essos que y (allí) vinieron; et díxoles assí el rey don Alfonso: Amigos, todos somos españoles«.
Contraponer Hispania como una realidad diferente a España no es posible porque se da una continuidad histórica, ya que es el recuerdo del Reino Visigodo de Hispania y su unidad peninsular lo que permite que todos los Reinos Cristianos peninsulares se reclamen herederos del mismo, de igual forma que los hijos se reclaman herederos del padre y aspiran a recibir toda la herencia que le corresponde por ser su descendiente.
Si Al Ándalus desapareció no fue por el ardor patriótico de los Reinos Cristianos, sino por su propia división y decadencia, que la convirtieron en una presa fácil para ser conquistada y repartida. Con esto no pretendo hacer una defensa del islam, ni de Al Ándalus, sino realizar una serie de precisiones que son muy necesarias en la España que vivimos. Las afirmaciones de Pedro Insua no son inocentes, ni se escapan a los intereses políticos actuales. No es lo mismo afirmar que España nace a finales del del Reino Visigodo, antes de la llegada del islam, que afirmar erróneamente que nace en la Edad Media contra el islam. Realizar una interpretación ideológica de la historia con tintes políticos es algo muy peligroso porque deja abierta las puertas a fantasmas.
En mayor o menor medida los españoles actuales somos herederos del Reino Visigodo y de los Reinos Cristianos que le sucedieron, pero también tenemos la influencia andalusí como consecuencia de la presencia durante ocho siglos del islam en España, (en los que a demás de guerras hubo periodos de paz y convivencia, sin necesidad de ser maniqueos), por lo que afirmar que España nace en la edad media contra el islam, y que no tiene nada que ver con el Reino Visigodo tiene, repito, connotaciones políticas actuales que dividen a la población entre los que no son musulmanes y los musulmanes, sin que exista un nexo de unión histórico. Lo que hace Pedro Insua es política utilizando la historia para construir un nacionalismo español excluyente.
El mito de la aparición de España de Pedro Insua encaja como un anillo en el dedo con el nacionalismo identitario excluyente. El mito fundacional de España que nos presenta Pedro Insua es un caramelo envenenado, porque hace desaparecer de la historia de España no solo el legado andalusí, sino también la Hispania Romana de Adriano, Trajano y Seneca, la Hispania Visigoda de San Isidoro de Sevilla y San Leandro de Sevilla, y con todos ellos el arte paleo-cristiano y el arte Visigodo, puesto que todo seria cultura en la península ibérica anterior a la aparición de España como las pinturas rupestres de Altamira.
Por Jesus Lopez Gil.
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