Las mujeres escribían, pero no existía un campo editorial que les diera voz: Alejandra Amatto
- El Colegio Nacional <elcolegionacional@colnal.mx>CCO:erubielcamacho43@yahoo.com.mxmié 3 de mar. a las 12:38
ECN/397
Artes y Letras
LAS MUJERES ESCRIBÍAN, PERO NO EXISTÍA UN CAMPO EDITORIAL QUE LES DIERA VOZ: ALEJANDRA AMATTO
*Organizado por El Colegio Nacional y Cultura UNAM, se transmitió en vivo el 2 de marzo la primera sesión del ciclo El cuento sin orillas, coordinado por el colegiado Vicente Quirarte y Socorro Venegas, directora de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM
* La conferencia Creación y recreación de las cuentistas latinoamericanas, contó con la participación de Carmen Alemany, de España, Alejandra Amatto, de Uruguay, Lucía Melgar, de México y Magda Zavala, de Costa Rica
*“Varias de las cuentistas o narradoras que están aquí fueron escritoras coetáneas al boom, lo que demuestra que se necesitan editores para dar un trabajo de difusión”, a decir de Amatto
Con el título Creación y recreación de las cuentistas latinoamericanas, se llevó a cabo el 2 de marzo la primera sesión del ciclo El cuento sin orillas, coordinado por El Colegio Nacional y Cultura UNAM, que tuvo como punto de partida el esfuerzo editorial realizado a partir del libro Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, editado por Juan Casamayor y Socorro Venegas.
Para Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional y uno de los coordinadores del ciclo, el volumen no sólo es fundamental por la recopilación que ofrece, porque permite conocer a escritoras que, muchas veces, no se habían difundido fuera de sus países de origen, sino también porque termina siendo un milagro la aparición de un libro en papel en estos tiempos de pandemia.
Durante la bienvenida, Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, reconoció que Vindictas es un intento por reivindicar el canon de mujeres artistas y científicas del siglo XX olvidadas injustamente, en este caso cuentistas, cada “una de ellas una maestra del género y que no habíamos leído.”
“Muchas veces se discute cuáles han sido los mejores cuentos del siglo XX en lengua española y, lamentablemente, faltaba una parte muy importante de esas lecturas que nos permitiera decir cuáles son los mejores cuentos, los más perdurables”, enfatizó el escritor.
Con la presencia de Juan Casamayor y de Socorro Venegas como moderadores de la sesión, transmitida en vivo, la escritora aseguró que este esfuerzo de la UNAM, Vindictas, ha sido toda una provocación y una manera subversiva de enfrentarnos a esa historia de la literatura latinoamericana, donde parece que no hay autoras, “que no hay lugar para la voz de las escritoras.”
“Sin embargo, hemos entendido que no es suficiente con publicar, Vindictas es una propuesta de formación, de difusión muy amplia, para alcanzar con estas reflexiones a públicos cada vez más amplios.”
Reflexión y memoria
Ya en la parte del análisis y de la aproximación a la literatura escrita por mujeres, la ensayista e investigadora uruguaya Alejandra Amatto aseguró que le causa cierto conflicto esta idea de la literatura femenina y la literatura escrita por mujeres, porque una literatura femenina también puede ser escrita por un sujeto masculino, pero lo más importante de un proyecto editorial como Vindictas es que demuestra algo fundamental: “las mujeres siempre han escrito, a lo largo de la historia de la tradición en Latinoamérica.”
“Varias de las cuentistas o narradoras que están aquí fueron escritoras coetáneas al boom, lo que demuestra que se necesitan editores para dar un trabajo de difusión: las escritoras que no eran publicadas también eran pobres, entonces hay un elemento en donde interviene no sólo el género, sino también la condición socioeconómica, las circunstancias políticas, las sociales, que determinaron que muchas de estas escritoras no tuvieran un papel trascendente o que lo tuvieran que hacer en editoriales independientes, en donde no había mucha capacidad de difusión.”
Entonces, las “mujeres escribían, pero no existía un campo editorial que les diera voz, que les diera acceso”, a decir de Alejandra Amatto, quien también resaltó la necesidad de dejar muy claro que, si hay un mayor interés hacia la escritura de las mujeres, no es por un acto compasivo o entre camaradas, “porque somos mujeres, leemos mujeres, sino porque son buenas escritoras.”
“Ahora hay una visión de que la literatura escrita por mujeres tiene un mercado más amplio del que tenían antes. No olvidemos que hace 20 años, JK Rowling no ponía su nombre, sino sus iniciales, porque se sabía que, si el público conocía que la autora de Harry Potter, de ese gran best seller, era una mujer, no habría tenido el mismo nivel de ventas”, recordó la doctora en literatura hispánica.
De acuerdo con la investigadora mexicana Lucía Melgar, más que preocuparse por los temas que desarrollan las mujeres en su escritura, se debe hablar de la variedad de estilos, donde se encuentra desde el tema fantástico, la literatura realista, que puede ser en el típico espacio cerrado en el que viven mujeres urbanas o viven mujeres rurales, “pero también se refleja la importancia de la oralidad, un habla popular o muy sencilla que tiene elementos poéticos.”
“Las escritoras trabajan el lenguaje: la literatura que va a perdurar más allá del mercado es la que nos buscó ser best seller, crear un castellano accesible a todo el mundo, sin que guarde los rasgos regionales y las particularidades de la lengua de las escritoras. La idea de buscar una voz propia no es nada más la de una voz femenina: cada escritora busca su propia voz y eso es muy importante en este sentido.”
Lo que sí encuentra la también traductora es la existencia de un camino hacia una mayor libertad en la expresión de las escritoras, no solamente en el estilo, lo que se refleja en una antología como la de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, donde sí se observa una mayor libertad, sobre todo en temas como la centralidad del cuerpo.
“Está, por ejemplo, el cuerpo femenino y la expresión del deseo femenino, si hacemos una comparación entre María Luis Bombay, quien habla del erotismo femenino en dos de sus cuentos, es mucho más abierto y más libre.”
“El tema de la búsqueda de la felicidad, como un deseo, una aspiración y el reconocimiento al derecho a una vida más feliz que, muchas veces, es más una aspiración que una realidad. En ese sentido, podríamos relacionarlo con el tema de la soledad y la presencia de la muerte.”
A lo anterior habría que sumar, recalcó Lucía Melgar, la conciencia política que se puede hallar en la escritura de mujeres en el cono sur, con lo que se rompe la idea de las mujeres que escriben sólo sobre temas cotidianos, “lo más esquemático y lo más pobre que se puede hacer como lectura de la escritura de mujeres.”
Carmen Alemany, académica de la Universidad de Alicante, habló acerca de la hibridez genérica, de la multiplicidad de géneros narrativos que se pueden barajar dentro de un cuento o bien dentro de una colección de cuentos, lo cual nos ofrece una movilidad que alienta al lector, nuevas formas de acercarse a lo narrativo: “nuevas realidades que terminan por configurar una serie de discurso híbrido y que se asumen permeables.”
“Las cuentistas últimas erradican de lo que se acusó a las escritoras durante decenios: el excesivo detallismo, el subjetivismo carente de nivel simbólico y las recurrentes referencias a la órbita familiar y cotidiana. Las cuentistas de hoy expresan y formulan de manera diversa el universo femenino y el reconocimiento de su identidad: formas y cuestiones identitarias desde la voz de una mujer, pero que remiten a la condición de lo humano.”
Por ello, a decir de la investigadora española, los centros temáticos son múltiples, se descubren identidades fragilizadas que entran en conflicto con los más próximos: se afectan las relaciones de pareja, las relaciones fraternas y nos enfrentamos a un discurso de renovación de lo sentimental; incluso, indagan en otro tipo de maternidades, en planteamientos más críticos de decisión.
“También en el tema de la madre, tan habitual en la cuentística de antaño y que ahora en ocasiones se le ha llamado la matrofobia, algo que me parece interesante, porque aquí se resalta el cuestionamiento al estilo patriarcal de la madre.”
Desde la perspectiva de Alemany, los relatos terminan por ser una afirmación de identidad en la que no cuenta la apariencia, ni la sexualidad, a diferencia de las protagonistas de cuentos escritos por las propias mujeres en décadas anteriores: “ahora ya no son espejo de, sino que son (somos) imagen. Y me parece que eso es decisivo.”
Por su parte, Magda Zavala, especialista en literatura centroamericana, dedicó una parte de su charla a recordar a cuatro mujeres dueñas de personalidades extraordinarias, no sólo porque escribieron desde la perspectiva del feminismo, de ese feminismo que tenía reivindicaciones de la primera ola feminista, “que discutía sobre la naturaleza de la mujer y su papel en la vida social”, sino que también adelantaron perspectivas que se desarrollarán en los años 60.”
Pepita García Granados, que vivió entre 1796 y 1848, quien tuvo un papel sumamente beligerante no sólo como escritora, sino en la vida social: “le llamaron la George Sand de Centroamérica porque vivió en pantalones, con sacos y corbata, e hizo una vida alternativa: tuvo una militancia de orden civil, que terminó por anunciar el camino de otras mujeres a principios del siglo XX.”
Rafaela Contreras Cañas fue esposa de Rubén Darío, la primera escritora costarricense y la primera narradora modernista centroamericana, quien hacia 1890 publicó una serie de cuentos que sorprendieron por practicar una estética modernista muy refinada, “incluso confundían sus textos con los de Rubén Darío, al punto que incluyen textos de Rafaela en los documentos de Darío.”
“Muere a los 24 años y durante cuatro años desarrolla toda su carrera literaria, se convierte en una figura importante de la literatura centroamericana, ineludible para nosotros.”
Vera Yamuni Tabush nació en 1917 y murió en 2003, haciendo buena parte de su vida en México, pero en Costa Rica publicó, cuando tenía 18 años, en la revista Repertorio americano, una publicación que impactó a la cultura de todo el continente desde Costa Rica: “ella ya tenía un discurso feminista, promovió las reivindicaciones la presencia de la mujer en la cultura, cuestionó los papeles de género: tuvo una propuesta que fue más allá de las discusiones de la época.”
La cuarta escritora evocada por Magda Zavala fue Yolanda Oreamuno, quien en alguno de sus cuentos reivindicó la posibilidad de que la mujer viajara sola por el mundo, pero lo hizo en 1946, cuando las mujeres no podían salir solas a la vida social; incluso, llegó a reivindicar “la posibilidad de un gozo erótico con una persona desconocida en su vida y que no volverá a ver. Interesantísimo que se dé esto en aquella época.”
“Esto nos indica que la ruptura de los 60 no es tan inusitada, es más visible numéricamente. Las rupturas se dieron desde antes, con el impacto de la primera y la segunda ola del feminismo”, enfatizó la escritora costarricense.
El miércoles 3 de marzo continúa el ciclo El cuento sin orillas, que contará con la participación de Gabriela Alemán, de Ecuador, Liliana Colanzi, de Bolivia, Beatriz Espejo, de México, y Carolina Sanín, de Colombia.
La conferencia Creación y recreación de las cuentistas latinoamericanas, primera sesión del ciclo organizado por Cultura UNAM y El Colegio Nacional, se puede consultar en el Canal de YouTube de El Colegio Nacional:elcolegionacionalmx.
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