Uno de los volcanes menos conocidos, pero igual de pintorescos, de México, es el Monte Tláloc, el cual tiene en su cima uno de los centros ceremoniales más importantes dedicados al dios de la lluvia.
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El Monte Tláloc es un volcán ubicado en el Eje Neovolcánico Transversal, enclavado entre los municipios de Ixtapaluca y Texcoco en el Estado de México. Ocupa el número nueve de las montañas más altas de México, con una altura de 4,120 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, lo que realmente hace resaltar al Monte Tláloc no son sus características geográficas, sino su enorme importancia histórica y arqueológica. Su nombre ya nos da una pista: no es gratuito que fuera bautizado de esta manera; tenía una connotación religiosa y ritual muy significativa en los tiempos de México-Tenochtitlán.
En este lugar se presenta un fenómeno conocido como la “Montaña Fantasma” que sorprende a los ciudadanos del Valle de México cercanos la zona de volcanes y montañas, pues entre el 7 y 12 de febrero, el sol se alinea entre el Pico de Orizaba, la Malinche y el Monte Tláloc, y se forma una enorme sombra del otro lado del monte que cubre la región y la ilusión de formar una super montaña.
Imagen de: Wikimedia Commons
Imagen de: National Geographic
En la cima del volcán se encontró un enorme centro ceremonial que abarca cerca de 4,600 metros cuadrados (el más grande del mundo construido sobre una montaña), dedicado enteramente al dios del trueno, la lluvia y los mantenimientos. Este monumental templo fue erigido por una de las civilizaciones más poderosas de Mesoamérica: la Triple Alianza, conformada por Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan. Tal devoción se debía a que del Monte Tláloc brotaban una gran cantidad de manantiales y ríos, lo cuales proveían (y siguen proveyendo) de agua a los poblados del valle.
Imagen de: Wikimedia Commons
Se han registrado hasta 176 sitios con evidencia arqueológica en sus inmediaciones, lo cual demuestra el increíble respeto y veneración que profesaban los habitantes prehispánicos por el volcán. Dentro y alrededor de estos sitios, destacan una gran cantidad de petrograbados, tallados en forma de animales acuáticos o anfibios, como serpientes, tortugas, lagartos y ranas, todos símbolos representativos del culto al líquido vital. Su función era honrar a la deidad que propiciaba las buenas cosechas y una relación armoniosa con la naturaleza.
Imagen de: City Express
Imagen de: Wikimedia Commons
El centro ceremonial era una reproducción terrenal del tlalocan, el lugar divino de donde provenía el agua necesaria para la vida en la Tierra. Además, el Monte Tláloc marcaba uno de los cuatro puntos cardinales en la geografía sagrada de los mexicas, complementados por el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, el Nevado de Toluca y La Malinche. También era un importante lugar de peregrinaje, a donde acudían personas de todos lados para pedir el favor del dios. Cabe destacar que el centro también fungió como tetzacualco u observatorio astronómico, en el cual se llevaban a cabo un número indeterminado de observaciones y cómputos astronómicos y calendáricos.
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