El terremoto de Japón acortó los días en 1,8 millonésimas de segundo
Richard Gross, científico del Jet Propuksion Laboratory, de la NASA, ha comprobado que, tras el terremoto del pasado viernes en Japón, el eje de la Tierra se ha desplazado cerca de 15 centímetros, el doble que durante el terremoto de Chile de 2010. «Según mis cálculos -asegura el investigador- la duración del día se ha acortado en 1,8 millonésimas de segundo». Un tiempo al que hay que añadir las 1,2 millonésimas de segundos que perdimos tras el terremoto chileno.
Los datos iniciales sugerían, el viernes, que el terremoto desplazó 2,4 metros la isla de Honsu, la principal del archipiélago, y que movió el eje de la Tierra unos diez centímetros. Pero análisis posteriores y más detallados hicieron crecer esa cifra hasta los 17 centímetros lo que tiene una consecuencia directa sobre la duración de los días. Al principio se dijo que como consecuencia del seísmo los días se habían acortado en 1,6 millonésimas de segundo. Ahora los expertos creen que se han acortado en 1,8 millonésimas de segundo y advierten que posteriores estudios podrían volver a modificar estas cantidades.
Un día terrestre dura cerca de 24 horas, o lo que es lo mismo, unos 86.400 segundos. A lo largo del año, esa duración varía cerca de un milisegundo (o mil millonésimas de segundo), debido a las variaciones estaciónales en la distribución de la masa del planeta. Además, la Tierra realiza, de forma natural, sus propias redistribuciones de masa, la mayor parte de las cuales tiene lugar como consecuencia de las interacciones de las placas tectónicas.
Terremoto en Chile
En febrero de 2010, por ejemplo, la placa de Nazca se movió y la consecuencia fue un seísmo destructivo en Chile. Esta clase de movimientos «de empuje», sin embargo, tienen también el efecto de alterar la rotación terrestre. «En un evento de empuje -explica Gross- una placa tectónica se desliza debajo de otra, y puede desplazarla hacia arriba o hacia abajo».
La rotación de nuestro planeta sufrió una pequeña aceleración
Y cuando la placa de Nazca se deslizó bajo la placa suramericana y la movió hacia el eje terrestre, las leyes de la Física nos dicen que la rotación de nuestro planeta sufrió una pequeña aceleración. De la misma forma, el terremoto de 2004 en Sumatra también redistribuyó la masa de la Tierra, causando una aceleración en su velocidad de rotación (los días se acortaron entonces 6,8 millonésimas de segundo).
Un efecto, por otra parte, que se contrarresta con la pérdida de grandes masas heladas en Groenlandia durante los últimos años (que también es una redistribución de masas), y que ha provocado el efecto contrario, ralentizando la Tierra y «devolviendo» al día una parte del tiempo perdido.
En resumen, según se distribuya la masa alrededor del eje de rotación terrestre, ésta ejerce un efecto de aceleración o de frenado. Se trata del mismo principio gracias al que funcionan algunos juguetes infantiles, generalmente pelotas de plástico en cuyo interior hay una bola metálica. Al hacerlas rodar, la bola metálica también se mueve, y según sea su posición, hace que la pelota acelere a pequeños tirones o se frene.
Por supuesto, en el caso de la Tierra, los desplazamientos de masa, sean del origen que sean, afectan a su velocidad de rotación, y por lo tanto a la longitud del día.
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