Consejos de Conducta
Sufismo - 15/06/2003 0:00 - Autor: Mohsen el Labban - Fuente: Verde Islam 20Vota:- Resultado 27 votos | Más... Etiquetas: consejos, conducta, religion, facilidad, din
Consejos de Conducta1. No comiences nada, ni pequeño ni grande, si no es con “bismillâh ar-Rahmân ar-Rahîm”, “en el nombre de Al-lâh, el Todocompasivo y Misericordioso”, siendo consciente de lo que esto significa. Significa, entre otras cosas, que esa acción no la haces por tu autoridad ni por tu fuerza sino por Su Nombre, glorificado y exaltado sea, por Su Autoridad, Su Poder y Su fuerza. Busca en cada cosa Su agrado y obedécele en lo que ha ordenado.
2. La intención correcta es condición para que maduren tus actos y para que sean del agrado de Al-lâh. Por cada cosa que hace la persona recibe recompensa, siempre que se de en ello la intención correcta, según el dicho del Profeta Muhámmad, con él sean la paz y la bendición de Al-lâh:
“Toda acción se mide por su intención; cada persona recibe aquello que ha buscado.”
Por tanto, la condición para que una acción tenga buen resultado es la pureza de la intención. Al-lâh no acepta ninguna acción que no esté hecha sinceramente por Él. Debes darte cuenta de que esa pureza de intención requerida ha de mantenerse a lo largo de la realización de la acción, pues podría empezarse algo por Al-lâh pero durante la ejecución introducirse otros propósitos.
Pregúntate antes de hacer nada: “¿Voy a hacer esto por Al-lâh, o por otra cosa? ¿Está esto de acuerdo con la Ley Divina?”. Asegúrate mediante la reflexión de que no interfieren otros propósitos durante la realización. Si esto ocurriera, pide perdón a Al-lâh y vuélvete a Él: “¡Al-lâh!, Te pido perdón por toda acción en la que he buscado sólo Tu rostro pero se han introducido en ella otros propósitos.”
3. No obstante, también debes considerar que ninguna intención o acción es correcta si no se ajusta a lo que agrada a Al-lâh, es decir, a la Ley Divina; y no a lo que nos agrade a nosotros mismos, aunque con ello se quiera agradar a Al-lâh. En religión no cabe la invención (bid‘a). La invención en religión se llama innovación y está prohibida terminantemente.
Pero la innovación no es lo mismo que hacer voluntariamente obras rectas o permitidas, aunque no estén estipuladas, siempre que estén en consonancia con la buena costumbre.1 En este caso la práctica es meritoria, pues hay que diferenciar entre la innovación, que es lo que contradice las reglas de la religión y sus principios, y el establecimiento de una práctica buena en materia de religión que sea para bien y esté de acuerdo con sus normas y principios. 2
4. Cuando hagas algo pon toda tu resolución y esfuerzo para hacerlo con precisión, perfección y lo mejor acabado que puedas, pues dijo el Profeta Muhámmad, con él sean la paz y la bendición de Al-lâh: “Al-lâh quiere que cuando alguien de entre vosotros haga algo, lo haga a la perfección.”
Esto no te será posible si no es con la ayuda de Al-lâh y con Su asistencia, así que permanece siempre con el ánimo de un pobre siervo necesitado de la inspiración de Al-lâh y de Su aprobación, preguntando y rogando.
5. Debes saber bien que Al-lâh es el que da y el que retiene; que, en realidad, Él es la Causa Única de todos los acontecimientos. Pídele constantemente, de palabra y de obra, Su ayuda y aprobación, y espera siempre lo mejor de Al-lâh, con inmensa confianza en que Él te dará y te concederá.
Debes saber también que si Él ha permitido que cayeras en errores y pecados, Él es también quien puede perdonarlos y no tenerlos en cuenta, y que esas faltas y pecados, si los tratas con arrepentimiento y buenas obras y los utilizas para corregir tu conducta y aprender de los errores, entonces se volverán algo positivo e incluso de una ayuda enorme para, en adelante, vencer las dificultades. Por el contrario, esos mismos pecados serán de efecto negativo si te quedas anclado en ellos, lamentándote por ellos pero sin arrepentimiento ni corrección; si no tienes en buen concepto a Al-lâh y no Le tienes confianza. Él ha hecho que Su compasión se adelante a Su ira.
6. Debes saber que la esencia de la adoración es la súplica. Has de saber que Al-lâh responde a toda petición, excepto cuando aquello que se pide es injusto o rompe lazos de familia. Si no te concede lo que le pides en esta vida, te lo dará más tarde y mejor, en la otra. A Al-lâh le gusta escuchar la voz de Su siervo creyente. Cualquiera que busca la ayuda de Al-lâh, Al-lâh acude en su ayuda.
El Islam no se realiza sino en dos aspectos que no se separan nunca, y que Él ha resumido en el primer capítulo del Corán, que dice:
“Sólo a Ti adoramos y sólo a Ti pedimos ayuda.”
Así que busca la ayuda de Al-lâh y busca que te guíe y te indique lo mejor en todos los asuntos, grandes y pequeños, como nos dijo que hiciéramos el Enviado de Al-lâh y como lo hizo él mismo, pidiendo siempre a Al-lâh todo lo que necesites, aunque lo consideres de poca importancia.
7. Es preciso dedicar una gran atención a las obligaciones religiosas básicas y cumplirlas lo mejor posible, con preferencia a otras cosas que les siguen en importancia entre los deberes religiosos. Los cinco pilares del Islam son los principales fundamentos de la religión y hacerlos bien y con constancia es lo primero que debe ocuparnos.
8. Aquello que es condición necesaria para cumplir un mandato, es por ello también un mandato. Así, por ejemplo, no se puede hacer bien la oración si no se conocen sus obligaciones y lo que es necesario para cumplirla debidamente.
Con respecto a lo que es imprescindible para la realización de la oración, se puede conocer por los libros de Derecho Islámico. En cuanto a la buena realización y su conocimiento profundo, digamos que consiste en que procures hacer las diferentes oraciones en los momentos prescritos para ello, que te dirijas a ella siendo consciente de lo que significa, que entres con la intención clara, que digas “Al-lâhu akbar” (Al-lâh es más grande) al comenzar, reconociendo la inmensidad divina; que recites a continuación el Corán con pausa y precisión; que te inclines lleno de taquà 3 hacia Al-lâh y te postres con total humildad; que pronuncies el testimonio de fe (shahâda) con toda sinceridad; que acabes saludando lleno de compasión.
En cuanto a su conocimiento profundo, diría que la oración consiste en que pongas el Paraíso a tu derecha y el Fuego a tu izquierda, el paso estrecho bajo tus pies, la balanza a la altura de tus ojos y al Señor de Gloria y Poder delante, como si Lo vieras; porque si no Lo ves, el sí te ve.
9. Haz que tu preocupación no se limite a seguir las órdenes de la Ley y hacer bien los distintos movimientos de la oración, sino que también profundices en sus significados e implicaciones internas. ¿Qué beneficio tiene la oración con todos sus movimientos si la mente está dispersa y el corazón está sin dirección ni pureza de intención, sin humildad ni sinceridad?
10. Profundizar en la religión con calma y suavidad es garantía de firmeza, continuidad y avance, tal y como dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él: “Esta religión es sólida y fuerte. Adentraos en ella con calma y suavidad”.
La intensidad de la fuerza de voluntad necesaria para profundizar en la religión debe estar de acuerdo con la capacidad de cada persona. El adentrarse en la religión, o en cualquier asunto, con brusquedad y aspereza cuando no podemos soportarlo, hace que se produzca retroceso y rechazo en la constancia y calidad de la práctica religiosa, además de afectar al equilibrio de la persona.
11. Dar testimonio de que no hay otro dios que el Único Dios (lâ ilâha illâ Al-lâh) implica necesariamente estar convencido de mente y de corazón de la divinidad y señorío de Al-lâh. Esta certeza se manifiesta a través de, al menos, uno de estos tres aspectos: la palabra, las obras o el conocimiento.
El Profeta dijo: “Renovad vuestra fe diciendo lâ ilâha illâ Al-lâh”.
12. Que tus acciones predilectas sean ejecución exacta de lo que Al-lâh te ha ordenado y apartarte de lo que Al-lâh te ha prohibido.
Aunque pienses lo contrario, lo que Al-lâh te ha ordenado hacer te conviene más y es mejor que las buenas obras que tú puedas idear y las cuales Él no te ha prescrito. No desprecies nunca las faltas pequeñas ni te dejes llevar hacia lo que Él ha prohibido, sea lo que sea. Pide perdón a Al-lâh por todo aquello en lo que pones intención de hacer y luego no haces.
13. Debes cuidar tanto la limpieza exterior como la interior. La limpieza exterior se conoce por la Ley externa y consiste en librarse y apartarse de las acciones prohibidas. La limpieza interior consiste en eliminar el rencor, la envidia, la difamación, la ostentación, el orgullo, la codicia, la soberbia, las malas intenciones, etc; es decir, todas aquellas malas cualidades que pueden significar una forma oculta de idolatría. Esto requiere vigilar y examinar el propio alma en compañía de un guía que conozca las enfermedades del alma y su tratamiento.
Tanto la limpieza exterior como la interior están ordenadas por Al-lâh en sus palabras: “Apartaos del mal, el manifiesto y el oculto.”
14. Iniciarse en la Vía, especialmente en las primeras fases del camino, es hacer muchas obras rectas y adquirir los atributos del creyente, según el Corán y los consejos del noble Profeta, con él sean las bendiciones y la paz de Al-lâh.
No hay duda de que, en general, lo que beneficia es dedicarse a la realización de actos positivos y no fijarse en los asuntos prohibidos, ya que una de las mejores maneras de eliminar el efecto de las malas acciones es ahogarlas con ríos de actos buenos y rectos que ocupen todo nuestro tiempo.
Hay que ser constantes en la búsqueda de la ayuda de Al-lâh, mediante la súplica (du‘â’) y el recuerdo (dhikr), para hacer efectivo el arrepentimiento y adquirir los atributos de los que aman a Al-lâh.
15. Debes saber que para progresar en la Vía se requiere pensar bien de Al-lâh el Altísimo y de todos los musulmanes.
Pensar bien de Al-lâh significa, entre otras cosas, tener confianza en que toda la ayuda procede de Él, tener la certeza de que todo lo que sucede es para nuestro propio bien si sabemos sacar provecho profundizando en el conocimiento de Al-lâh; Aquél que todo lo sabe mientras nosotros no sabemos.
Pensar bien de los musulmanes supone no enemistarse con alguien que diga “lâ ilâha illâ Al-lâh”, porque, en principio, tiene a Al-lâh por aliado. De acuerdo con un dicho del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, una persona que cometa “pecados del tamaño de la tierra” pero que llegue a Al-lâh sin asociar a nada ni a nadie con Él, Al-lâh le concederá otro tanto de perdón.
No te enfades con nadie porque no sabes lo que alberga realmente su corazón y no conoces cómo acabará su vida. Lo que debes rechazar son sus malas obras, esas son tus verdaderas enemigas, pero no debes nunca odiar a la persona misma. Sólo puedes detestar a quien sea enemigo de Al-lâh –y eso sólo es el caso de shirk—, idólatra o ateo que ataque a Al-lâh o a Su enviado. En este caso debes apartarte de él, tal y como el profeta Ibrahim, la paz de Al-lâh sea con él, hizo con respecto a su padre:
“Y cuando vio claro que era enemigo de Al-lâh, se apartó de él.”
(Qur’án, Sura 9, aya 114)
16. La fe se manifiesta de tres modos: acatando lo que está ordenado por Al-lâh, evitando lo que está prohibido y aceptando de buen grado Su decreto.
Debes, pues, completar tu fe con este estado de satisfacción (ridâ).
Si no puedes aceptar de pleno agrado lo que Él ha decretado que ocurra, ten al menos paciencia (sabr). Los que tienen paciencia son los que aguantan las aflicciones y dolores que Al-lâh les envía y no pierden la compostura ante el Señor del Universo.
Pídele a Al-lâh que te haga alcanzar el estado de satisfacción, en el que encontrarás dulzura en todo lo que te llegue de Él, porque tendrás la certeza de que todo lo que hace contigo es para tu bien.
Que te sirva de ejemplo lo que dijo ‘Umar ibn Jattâb, que Al-lâh esté complacido con él: “En toda desdicha que me ocurre veo que Al-lâh me ha agraciado de tres maneras: la primera, que no haya sido una desgracia en materia de religión; la segunda, que no haya sido mayor de lo que ha sido, sabiendo que con ello Al-lâh ha apartado de mí algo mucho peor; y la tercera, que con ello Al-lâh me haga rendir cuentas por faltas de las que, de otro modo, tendría que responder en la otra vida.“
Has de saber que el creyente sufre desdichas en esta vida porque Al-lâh desea purificarlo para que regrese a Él limpio de las faltas. Sobre este asunto está recogido un dicho del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, que afirma: “El creyente es como el tallo de una planta que el viento dobla y endereza hasta que se seca.”
17. Debes saber que el amor a Al-lâh y a Su enviado se divide en dos aspectos: el amor como sentimiento en el corazón y el amor como deseo de cumplir con los mandatos de Al-lâh y de seguir el ejemplo de Su enviado.
El amor a Al-lâh y a Su enviado no se hará realidad sin estos dos aspectos juntos, pues ¿cómo podemos seguir a quién no se ama? Si alguien lo hace será con dificultad y sin sinceridad, lo que no conduce a ninguna parte, ya que, en definitiva, a quien se el pide cuentas es al corazón, lugar donde reside nuestra capacidad de elección. A este respecto, dice el Sagrado Corán: “El día en que no servirán de nada ni bienes ni hijos, en el que sólo contará quien llegue a Al-lâh con un corazón sano.”
18. El principio de la pureza está en debilitar las ataduras con el mundo (duniâ) dentro de los límites que Al-lâh ha prescrito. Para ello debes comer moderadamente, cuidando la calidad y limpieza de los alimentos, y controlar las pasiones del cuerpo y del alma. El principio de la sabiduría está en el silencio. Pon atención y analiza bien todo lo que te sucede y después recapacita y medita.
El principio de la perfección es tener presente a Al-lâh en todo momento y ponerte a Su servicio de día y de noche con una aspiración alta y un propósito efectivo. Eso no puede darse si la persona se olvida de su Señor, con la barriga llena y el alma y la razón apáticas y oscurecidas por las pasiones.
19. Debes frecuentar a quien su compañía te beneficie por su carácter y su buena conducta. Cuando una persona frecuenta la compañía de quien le hace recordar a Al-lâh y la Otra Vida, esa persona va adquiriendo cualidades y estados de la otra, si Al-lâh quiere y en la medida en que Al-lâh lo disponga. Y cuando a una persona le ocurre eso, entonces ha tomado a Al-lâh por compañero al recordarlo. Y la mejor forma de recuerdo es la recitación del Corán. Al-lâh dice: “Nosotros hemos hecho descender el Recuerdo”, y un dicho del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, afirma: “Yo me siento con quien me recuerda”. También dice el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él: “La gente del Corán es la gente de Al-lâh y es Su preferida.”
Frecuenta el trato de las personas rectas y sinceras para entrar con ellos en la Compasión de Al-lâh. Si lo son verdaderamente, entonces estarán siempre en presencia de Al-lâh, especialmente en los momentos dedicados a Su recuerdo. Con ello habrás obedecido la orden divina:
“Mantente con aquellos que recuerdan a su Señor de día y de noche buscando Su Rostro, y no les vuelvas la cara buscando los adornos de la vida de aquí abajo; y no obedezcas a quien hemos hecho que su corazón se olvide de Nuestro recuerdo y ha seguido su deseo, habiéndose así perdido.”
(Qur’án, Sura 18, aya 28)
20. Debes establecer en tu interior un equilibrio sutil entre la humildad y la modestia, por un lado, y la fortaleza y la confianza en Al-lâh, por el otro. Que tu humildad y pobreza ante Al-lâh no tomen aspecto de derrota mostrando debilidad e inseguridad, pues eso no se corresponde con la confianza que hay que tener en Al-lâh. Por otra parte, una confianza en Al-lâh mal entendida abre la puerta a enfermedades del alma tales como la autoestima, el orgullo o la soberbia.
Permanece junto a tu guía o maestro en estado de sometimiento, de confianza, de sinceridad y de total atención. De esta manera podrás recibir de él, además del conocimiento, el estado adecuado del corazón, la pureza del alma y un espíritu noble y claro.
21. No te comportes ante nadie como si fueras un maestro; por el contrario, adopta siempre la actitud de quien está dispuesto a escuchar y aprender, y medita sobre aquello que se diga en tu presencia porque es lo que Al-lâh ha hecho que tengas delante, con una razón y un propósito de los que siempre puedes obtener beneficio espiritual.
No intervengas en una conversación si no es con un propósito claro, con amabilidad y dispuesto a ceder ante tu interlocutor, sin dobles intenciones ni rencor. Actúa siempre de acuerdo con lo que dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él: “El que crea en Al-lâh y la Otra Vida, que hable bien o que se calle.”
Adopta siempre una de estas tres actitudes: La de aquél que quiere a sus semejantes y no busca otra cosa que el amor y la fraternidad en Al-lâh. La de aquél que aspira a aumentar su conocimiento y amablemente pregunta y pide explicaciones.
Cuando estés seguro de que aquello sobre lo que se habla contradice sin ninguna duda un texto explícito del Corán o de la Sunna, entonces debes corregir con buena voluntad y palabras amables. En cambio, si se trata de una opinión personal sobre la que no existe ningún texto con una evidencia clara, entonces pregunta y dialoga, sin discutir. Ten en cuenta que tu interlocutor quizá tenga razón y tú no comprendas lo que ha querido decir o la intención de sus palabras. Debes mantener siempre esta actitud, especialmente con aquellas personas que te superen en edad, piedad o conocimiento.
22. No te limites nunca a un solo punto de vista ni te aferres tercamente a la opinión de nadie, incluida la tuya propia. Debes saber que no ha habido ni habrá ninguna persona que actúe y hable de manera absolutamente correcta ni completamente equivocada. De todo el mundo podemos adquirir cualidades positivas y rechazar cualidades negativas, excepto del sello de todos los profetas, el protegido de todo error, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz. Por lo tanto, en la medida en que te sea posible, ordena y organiza tu vida, tanto en los grandes asuntos como en los de aparente poca importancia, de acuerdo al método y la forma de nuestro maestro Muhámmad.
23. Concentra tu atención en corregir el equilibrio entre la razón, el alma y el cuerpo. Debes luchar contra las pasiones provocadas por tu propio ego (nafs) porque éste es tu más cercano y peor enemigo. Al-lâh dice: “Luchad contra los infieles que están cerca de vosotros.” (Corán, 9:123) Y no hay peor infiel que ese ego que tienes dentro cuando niega los favores de Al-lâh y no los agradece. Has de saber que si luchas contra tu propio ego, entonces tu alma podrá realizarse plenamente y ello te permitirá dedicarte a la lucha externa contra los enemigos de Al-lâh.
24. Para poder organizar correctamente tu tiempo no permitas que ningún aspecto de tu vida se imponga sobre los demás. Si para establecer el equilibrio consideras que debes dedicar parte del tiempo a la diversión, debes saber que esa diversión también será querida por Al-lâh si con ello buscas tratar tu alma para poder hacer el bien a los demás y para poder realizar con sinceridad tus actos de adoración.
Has de saber que tu Señor tiene derechos sobre ti, que tu familia tiene derechos sobre ti y que tu alma tiene derechos sobre ti. Dale a cada uno lo que debes.
25. La capacidad para alcanzar tus objetivos depende, sobre todo, de la sinceridad con la que te dirijas a Al-lâh, sometiéndote a Él. El recuerdo de Al-lâh y la meditación son los medios más importantes para clarificar dichos objetivos y para concentrarte en ellos.
26. No dejes de hacer nada de aquello que hayas prometido a Al-lâh hacer. Si te has atrasado en hacer una devoción concreta que te hayas fijado, hazla aunque sea más tarde; así serás contado entre los que tienen constancia. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, ha dicho: “Las mejores obras son las que se hacen con constancia, aunque sean pocas.”
27. Ten siempre la intención de practicar el bien aunque luego no puedas hacerlo. Si en alguna ocasión te has propuesto hacer el mal conscientemente, busca entonces refugio en Al-lâh, porque todas aquellas malas obras que tengas la intención de hacer y que al final no lleves a cabo Al-lâh las considerará como buenas obras, así como aquellas buenas obras que te hayas propuesto hacer, aunque luego no las lleves a cabo. Tal y como afirma el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él: “las acciones se miden por sus intenciones.”
28. Cuando hables a otras personas de hacer el bien, sé tú el primero en poner en práctica tus consejos y piensa que es a ti a quien van dirigidas esas palabras en primer lugar. Las personas suelen valorar más los actos que las palabras. Esfuérzate, por tanto, en ser un buen ejemplo para los demás, uniéndote con ello a los herederos del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él.
29. Intenta mantenerte siempre en estado de pureza ritual (wudû’). Renueva la ablución cada vez que lo necesites. Has de saber que estás siempre en presencia de Al-lâh, así que manténte siempre limpio, tanto interior como exteriormente, y no sólo cuando vayas a hacer la oración ritual (salât). Procura hacer dos postraciones (rak‘at) después de cada ablución, tal y como recomendó el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él.
30. Que digas “lâ ilâha illâ Al-lâh” (no hay más dios que Dios) es la mejor fórmula de recuerdo que puedes emplear por el grado de conocimiento y el estado espiritual que proporciona. El Profeta dijo: “Lo mejor que he dicho y que han dicho los profetas anteriores a mí es lâ ilâha illâ Al-lâh.” Recuerda a Al-lâh en todas las circunstancias y estados de ánimo, siguiendo así el ejemplo del Enviado. Dijo ‘Â’isha, la madre de los creyentes, que Al-lâh esté complacido con ella: “El Enviado de Al-lâh recordaba a Al-lâh en todo momento.”
31. Trata de recitar el Corán diariamente y medita sobre sus significados. Fíjate durante su lectura en aquellos atributos y cualidades que Al-lâh quiere de Sus siervos y procura adquirirlos. Aléjate de aquellos atributos del alma que Al-lâh aborrece. Ten en cuenta que todo lo que Al-lâh ha revelado en Su Libro no es simplemente para que lo aprendas de memoria, sino para que lo interiorices y lo pongas en práctica, en la medida de tus posibilidades. El peor de los musulmanes es aquél que aprende la totalidad o parte del Sagrado Corán de memoria y luego lo olvida o no pone en práctica lo que ha aprendido. Cada versículo del Sagrado Corán es un testigo en tu favor o en tu contra.
32. Nada más despertar sigue el consejo del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él: “Cuando alguno de vosotros se duerme, Satán le ata al cuello tres nudos. Si al despertar recuerda a Al-lâh se desata el primero, si después hace la ablución (wudû’) se suelta el segundo y si hace la oración (salât) se desata el tercero.”
33. Pídele a Al-lâh que siempre te permita ser de los creyentes rectos; así serás de los aliados del Enviado de Al-lâh, tal y como afirma el Sagrado Corán: “Si os aliáis contra el Profeta, Al-lâh es su Protector y Gabriel y los creyentes rectos, apoyados por los ángeles” (Corán, 66:4). También el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, afirma: “Mis aliados son Al-lâh y los creyentes rectos.”
Por lo tanto, considérate siempre aliado, seguidor y compañero del Enviado de Al-lâh y esfuérzate en ser consecuente con ello mediante tu creencia, tus palabras y tus actos.
Que Al-lâh te ayude y me ayude, te proteja y me proteja del mal de la gente y de sus injusticias y agresiones. Toda la alabanza sea para Al-lâh, Señor de los mundos. No hay poder ni fuerza sino en Al-lâh, el Altísimo, el Inmenso.
Notas
(1) Recordemos que “el uso y la costumbre” es una de las fuentes de jurisprudencia en el Derecho islámico.
(2) A este respecto podríamos citar diversos ejemplos, como la decisión por parte del Califa ‘Uthmân, que Al-lâh esté complacido con él, de recopilar el Sagrado Corán en forma de libro.
(3) Hemos preferido mantener sin traducir el término árabe taquà, debido a la gran cantidad de matices que encierra. Los textos al uso suelen traducirlo como ‘temor’, pero la expresión se queda manifiestamente corta, pues no se refiere estrictamente a lo que usualmente se entiende por ese sentimiento, sino que implica una actitud de vigilancia y prevención del musulmán frente a todos los actos que emprende a lo largo de su vida, para evitar que éstos estén en contra del Mandato de Al-lâh
Introducción y traducción de Abdeljabir Peñacoba
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