Sobre el matrimonio en el islam
Los credos minoritarios en España siguen distintos rituales y costumbres en sus ceremonias nupciales
01/08/2013 - Autor: Guillermo Llona - Fuente: Abc
En torno a un 2% de los españoles profesa una religión diferente de la católica. Esta minoría está formada por creyentes que viven en un país cuya cultura ha quedado históricamente determinada por la mayoritaria fe de los seguidores del Papa. Con todo, no han perdido las costumbres propias de su confesión, entre otras las relacionadas con la institución del matrimonio. Judíos, musulmanes, mormones, hindúes, sijes, protestantes, ortodoxos y budistas realizan en sus bodas diferentes rituales. En cada credo, los contrayentes visten de diversas maneras y el significado de la unión de un hombre y una mujer tiene un significado distinto.
Para conocer el casamiento en el mundo musulmán, ABC.es se ha puesto en contacto con la Junta Islámica de España. «El islam no es especialmente ritualista», asegura Yusuf Cadelo, miembro de esta organización y experto en religión y cultura islámicas. «Lo básico es un juramento ante testigos según el cual el contrayente deja constancia de que la mujer con la que va a casarse no es su hermana ni hija de nadie con quien haya cohabitado, que no ha prestado el juramento a ninguna otra mujer que esté viva, que no se casa premeditadamente por un plazo de tiempo y que no es su voluntad casarse con engaño, mala intención o por venganza, sino por Alá. La mujer, después, hace lo mismo ante el novio», explica.
En la boda en sí se recita la primera sura del Corán, se realiza un sencillo rito en el que los novios se dan de comer y beber mutuamente dátiles y leche y se firman los documentos para el registro del contrato matrimonial. «Además del testigo y el padrino o “wali”, no suelen estar presentes más que los muy allegados. Otra cosa es la fiesta que sigue al casamiento, que da inicio realmente a la convivencia de los novios», afirma Cadelo.
En lo relativo a la vestimenta influyen mucho las costumbres locales. «La sencillez del acto del casamiento en sí, en el que la novia ni siquiera usa maquillaje, contrasta con la pompa y fastuosidad habitual de la celebración popular, en la que se tira la casa por la ventana. El novio hace uso del atuendo de gala nacional. En el Magreb se usa candora blanca o muy clara, bombachos a juego, babuchas y tocado, que puede ser un fez o un turbante. El fez, la chilaba blanca y las babuchas amarillas son otras de las opciones más corrientes», explica el experto.
«En el mundo árabe, que no en la mayoría de países islámicos, lo propio de la novia es lucir varios vestidos o caftanes, que irá cambiando a lo largo del tiempo que se prolongue la celebración. Se suele empezar con un vestido verde y siempre adornado con muchas joyas, pedrería y abalorios de plata y oro. Destacan profusos cinturones y diademas. Hay también un intenso trabajo de peluquería y maquillaje durante cada presentación en público. Manos y pies se decoran delicadamente con jena con arabescos y motivos naturales», cuenta Cadelo. «Es habitual que el vestido blanco se reserve para la última noche de fiesta. Con él la novia se encamina hacia la casa en la que se va a iniciar la convivencia, casi siempre de madrugada», asegura.
Tras el casamiento, la fiesta: «El verdadero inicio de la vida en común de la pareja», afirma Cadelo. «Es todo lo grande y duradera que las familias puedan permitirse. Siempre hay muchos invitados, incluidos amigos de la familia que no dudan en viajar desde lejos para asistir al casamiento. Es habitual que haya fiestas simultáneas en la casa del novio y de la novia, en las que contrayentes e invitados disfrutan de la música y los manjares alrededor de mesas. Los primeros, sentados en unos tronos espléndidos confeccionados con ricos tejidos», cuenta. Y no puede faltar la comida, rica y abundante: «Casi siempre se da muerte a uno o más corderos, o una ternera, y las cocinas funcionan día y noche. Los dulces de almendra y miel y el té juegan también un papel muy destacado», explica el experto de Junta Islámica.
La fiesta parece no tener fin: «Los invitados entran, salen, regresan otra vez. Es común que la celebración dure varios días», afirma Cadelo. «Se baila continuamente al ritmo incesante de la música popular, y todos aguardan el momento de poder fotografiarse junto a los nuevos esposos. En cierto momento los novios son izados en sendos tronos y paseados en andas por los salones o jardines. Son días de mucha alegría», cuenta.
Un compromiso ante Alá
En una religión en la que no existe el celibato voluntario es mucha la importancia que se le da a la institución de la familia, y por lo tanto al matrimonio. «Todos los musulmanes están llamados a casarse, y por lo tanto a contraer este compromiso ante Alá», dice Cadelo. «El matrimonio es para siempre, lo que no quiere decir que, bajo determinadas circunstancias, no pueda disolverse. Sobre los motivos y consecuencias del divorcio no hay completa unanimidad entre las diferentes escuelas de derecho a que se adscriben los pueblos musulmanes, y los ordenamientos civiles de cada país de tradición islámica difieren, pero, en definitiva, el divorcio es aceptado», explica el experto de Junta Islámica.
Por su parte, Muhammad Escudero Uribe, portavoz del Centro de Información de la Junta Islámica, resalta que el matrimonio islámico «conlleva unas responsabilidades para los contrayentes, tanto de respeto mutuo y amor, como de cooperación, apoyo y afecto». El incumplimiento de alguna de estas condiciones, podría conducir a la nulidad y disolución del contrato matrimonial.
«Además, existe la llamada “dote”, que el marido ha de entregar a la esposa en el momento de la celebración del casamiento y que puede ser desde una entrega simbólica a una suma económica. Cabe destacar la obligación del marido de mantener a la esposa durante la duración del matrimonio. Debe proporcionarle vivienda, manutención y vestimenta. Los bienes y propiedades de la mujer son exclusivamente suyos y los podrá administrar a su antojo», explica Escudero. «Del vínculo matrimonial derivan también las normas relacionadas con la herencia, la custodia de hijos y otros aspectos. No obstante, estas cuestiones están sujetas a la aplicación de los códigos y leyes de cada país, donde puede o no haber influencia religiosa», aclara el portavoz.
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