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viernes, 20 de diciembre de 2013

La Alianza de Civilizaciones está más viva que nunca

La Alianza de Civilizaciones está más viva que nunca


Entrevista a Bernardino León


20/12/2013 - Autor: Natalia Vaquero - Fuente: La Nueva España



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Bernardino León.

Apoyar el desarrollo de los países del sur del Mediterráneo con inversiones y llevarse bien con los gibraltareños son dos de los empeños que España debe abordar sin dilación, según Bernardino León (Málaga, 1964), enviado especial de la UE para "la primavera árabe", después de haber sido estrecho colaborador del presidente Zapatero. León, el "golden boy" (el "chico de oro") del anterior Gobierno socialista para los Servicios Secretos norteamericanos, tal como desvelaron los papeles de Wikileaks, defiende combatir la inestabilidad y la miseria de los países del sur del Mediterráneo para salvaguardar los intereses de Europa en general y de España en particular. El diplomático huye en sus respuestas de cualquier atisbo polémico como de la peste. En su charla ante la Asociación para la Defensa de la Transición del general Andrés Cassinello hizo gala de una mesura y una prudencia que deslumbraron al embajador de Estados Unidos en España, que informaba a Bush de las andanzas de los socialistas que gobernaban España. Ni una palabra más alta que otra y, desde luego, ni el más mínimo reproche para Zapatero. Ni siquiera para Rajoy.

Señor León, ¿qué vigencia tiene hoy en día la Alianza de Civilizaciones impulsada por el presidente Zapatero?

-La Alianza de Civilizaciones está más vigente que nunca y, de hecho, el Gobierno de Rajoy, que criticaba esta iniciativa cuando estaba en la oposición, ya no lo hace. La Alianza de Civilizaciones, que parecía una ocurrencia, surgió como respuesta al choque de civilizaciones.

Choque de civilizaciones expuesto por el estadounidense Samuel Phillips Huntington.

-Efectivamente. Huntington puede hablar de choque de civilizaciones porque vive a miles de kilómetros del mundo árabe, pero nosotros estamos a doce kilómetros. ¿Qué nos conviene más con esta cercanía: la alianza o una fricción permanente? Es fundamental que entendamos que tenemos que invertir en el desarrollo de esos países vecinos del sur del Mediterráneo.

¿Qué pasa con la inseguridad por la influencia en esa zona de islamistas radicales?

-Tenemos que quitarnos ya ese mantra de la religión. Si países como Marruecos, Libia, Túnez y Egipto alcanzan la prosperidad, a nosotros nos irá bien; si continúa la miseria, también seguirán los problemas, en forma, por ejemplo, de inmigración. No sale nada bueno de la pobreza y de la miseria. Los marroquíes implicados en los atentados de Madrid en marzo de 2004 venían de barrios marginales, de esas mezquitas de los garajes que imparten un islamismo yihadista. Ésa es la amenaza que tendremos si el sur del Mediterráneo no se desarrolla económicamente. Los políticos tendríamos que explicar lo mejor posible que estas transiciones a la democracia que hacen países como Egipto, Libia y Túnez representan una gran oportunidad para Europa. Si no se hacen bien las cosas, nos puede ir muy mal. Yo tengo claro que apuesto por una alianza con estos países.

¿Y qué apuesta hace para solucionar el conflicto de Gibraltar?

-Estoy convencido de que con la actitud de presión que ha adoptado el Gobierno de Mariano Rajoy las cosas no van a mejorar. Esa fórmula ya se ha probado antes y no ha dado resultado. Creo que lo mejor que podemos promover es que los gibraltareños se casen con españolas y sus hijos vayan a la Universidad en España, en vez de irse a Londres, y que también vayan al médico en España. El día en que una generación de gibraltareños nos vea como parte de un mismo espacio, y no como el enemigo, habremos dado un gran paso. Este asunto cansa hasta a los británicos, a los que les gustaría quitarse de encima este conflicto, y por eso votaron a favor de la soberanía compartida.

¿Le ha dicho al ministro Margallo que piensa que se equivoca en la política respecto al Peñón?

-Lo sabe. Tengo una relación muy fluida y un contacto permanente con el Gobierno de Mariano Rajoy. Además, soy un aliado; allá donde voy lo primero que hago es defender a España.

¿Defenderla de qué?

-Ahora se nos cuestiona más que antes, y aunque cada vez me preguntan menos sobre la mala situación económica que pasa España, me llama la atención que en el exterior se pregunten por nuestros niveles de corrupción.

¿Está la "marca España" ligada a la corrupción?

-Somos un país muy ciclotímico, que pasamos de épocas con la moral muy alta a épocas de abatimiento. Todavía hay un poco esa sensación de que España es un país que está peor de lo que está. La "marca España" no es corrupción, y hay que acabar con esa idea.

¿Son los propios españoles los que peor ven a España?

-Probablemente, sí, por ese carácter ciclotímico tan español. En los países en los que yo trabajo siempre hablan de España con admiración, respeto y cariño, pero en el norte de Europa persisten algunos viejos tópicos sobre los españoles: que no trabajan o que se toman muchas vacaciones. Eso es falso, y todos los españoles tenemos que estar unidos en la defensa de la imagen de nuestro país, porque no son justas muchas de las acusaciones.

Con esta diplomacia que se gasta no es de extrañar que los servicios de Inteligencia estadounidenses hablasen tan bien de usted, según reveló Wikileaks.

-Bueno, eso es algo que no me tomo muy en serio.

Pero ¡si hasta el ex embajador de EE UU en España le llamaba "the golden boy", el "chico de oro" de la Moncloa!

-Son cosas que agradezco pero que no me tomo muy en serio. Cuando mis hijos me quieren tomar el pelo me llaman "golden boy".

Con esta propaganda norteamericana, ¿no se plantea usted dar la batalla por el liderazgo del PSOE?

-¡Quite, quite! Es lo que me faltaba ya, después de las "primaveras árabes". Ni soy la persona adecuada ni pasa por mi cabeza.

¿Quién es, según usted, la persona adecuada?

-Cuando sepamos quiénes son los candidatos lo diré. Estoy convencido de que vamos a tener sorpresas. Hay nombres que se dan por seguro que se van a presentar y es muy probable que no se presenten, y otros que no aparecen pueden saltar a la palestra. Ahora lo importante es relanzar el discurso del PSOE. Yo sigo centrado en mi trabajo por el sur del Mediterráneo.

Pues, parece que Egipto le va a dar mucho trabajo.

-Egipto vive una situación muy difícil, que puede dar paso a una tercera revolución. Durante muchos años en países como Egipto, Libia y Túnez vivieron unidos por el rechazo a las dictaduras. Ahora son países muy polarizados e incapaces de definir un proyecto social consistente. En Egipto se vive ahora exactamente lo mismo que se vivió con Mursi: un presidente que no llega a acuerdos con la oposición y una oposición que tampoco dialoga. No hay espíritu de conciliación, inclusión o consenso.

... Y los Hermanos Musulmanes han tenido que regresar a la clandestinidad después de un golpe de Estado de los militares.

-Sí, hubo un golpe de Estado después de una sucesión de acontecimientos y de decisiones poco democráticas de Mursi. Sin embargo, la represión y la prisión de los representantes de más de 30 millones de personas no es una opción si se quiere avanzar hacia la democracia.

¿Confía usted en los primeros pasos del presidente iraní Rohani para moderar su política nuclear?

-Rohani es un dirigente proamericano, prooccidental, pero también tengo claro que los ayatolás quieren su bomba. Había que intentar llegar a un acuerdo con Irán para frenar su carrera nuclear, y se ha llegado sin que Occidente haya tenido que cambiar sus exigencias. A ver lo que pasa ahora.

Señor León, ¿aconsejó usted a Zapatero permanecer sentado al paso de la bandera norteamericana en aquel desfile militar de 2003?

-No. El desplante no era contra Estados Unidos, sino contra los países que estaban participando en la guerra de Irak.

¿No considera que ese desplante fue un error garrafal?

-No. Zapatero no era el único que estaba sentado, pero la foto se hizo de tal forma que parecía que era él el único que permanecía sentado al paso de la bandera de Estados Unidos.

¿Tampoco considera un error la abrupta retirada de las tropas españolas de Irak en 2004?

-Tampoco. La retirada de las tropas de Irak fue un mandato de la sociedad española y una promesa del PSOE durante la campaña electoral. En 2004, cuando el PSOE ganó las elecciones, cumplió su promesa electoral y ordenó la retirada de las tropas de una guerra que rechazaba la mayor parte de los españoles, e incluso gente del PP.

¿Qué le ha parecido la denuncia de Solbes sobre la responsabilidad de Zapatero en el agravamiento de las crisis en España por negarse a tomar las medidas que proponía?

-Desconozco qué tipos de medidas se deberían haber tomado en una crisis del tamaño de ésta. Es una crisis demasiado grande como para crear la ilusión de que uno puede tener una fórmula mágica para salir de ella.

¿Había "mal rollo" entre Zapatero y Solbes?

-Entre Solbes y el presidente Zapatero nunca he visto "mal rollo". Pudieron existir diferencias en momentos concretos, pero son dos tipos tranquilos y civilizados, que cualquier diferencia la habrán solucionado. Estoy seguro de que a pesar de que ahora haya esta cuestión, entre los dos ni siquiera en este momento hay "mal rollo", a pesar de tener maneras diferentes de ver las cosas. Ni Solbes ni Zapatero son polémicos ni rencorosos.

¿Y no cree usted que Zapatero debió mostrar antes a los españoles la carta que vendió a Lara en la que el presidente del BCE le indicaba los recortes de los derechos de los trabajadores que tenía que aplicar para hacer frente a una crisis que se empeñaba en negar?

-Ha sido una decisión de Zapatero, y para que todo el mundo la pudiese conocer. Desconozco los argumentos que tuvo para preferir esta fórmula a pasar la carta a los periódicos que se la pidieron antes.

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