Oriente Próximo: la escalada
La guerra de Siria sirve de laboratorio de los conflictos del siglo XXI
La guerra de Siria, con sus 500.000 muertos y sus 12 millones de refugiados sobre una población de 22 millones, es representativa de los conflictos sin fin del siglo XXI. La derrota militar del Estado islámico en Oriente Próximo, que certifica el final del proyecto de califato, no ha puesto fin a la mundialización de la yihad ni a las operaciones militares. Al contrario, se acompaña de una ascensión a los extremos de la violencia acompañada de un cambio de la naturaleza y las dimensiones de la crisis: la guerra civil se clarifica con la partición de Siria en tres zonas; pero el conflicto se internacionaliza, al estar la guerra de religión cada vez más dominada por el enfrentamiento de las potencias regionales y mundiales.
El bombardeo químico efectuado por el régimen de Damasco sobre Duma, el 7 de abril último, marca un cambio de rumbo. La utilización deliberada de cloro y gas sarín contra poblaciones civiles, sin ningún objetivo militar, franquea un nuevo umbral del terror. Al tener lugar después de más de 85 ataques químicos desde el verano de 2013, pone de relieve la inanidad del compromiso adquirido entonces por Damasco – con la garantía de Moscú – de destruir su arsenal de gas mientras abría el camino a una muy peligrosa banalización de la utilización de las armas de destrucción masiva. Las líneas rojas, aún más que hace cinco años en Guta, han sido deliberadamente franqueadas. Los ataques de castigo de Estados Unidos, de Francia y de Reino Unido son legítimos. Han cumplido con su objetivo al tener como blanco las instalaciones de investigación y de producción de armas químicas del régimen de Damasco, evitando posibles pérdidas ligadas al endurecimiento de la denegación de acceso del espacio sirio por los sistemas rusos S300 y S400 – ejemplificada por la reciente destrucción de un F16 israelí – y preservando a las fuerzas rusas e iraníes para limitar los riesgos de la escalada.
El caso es que la escalada hacia el enfrentamiento cada vez menos indirecto entre los estados-potencias ya se encuentra en marcha. Al norte, Turquía, a pesar de su pertenencia a la OTAN, se apresta, tras la conquista de Afrin, a lanzar sus tropas contra Manbij, defendida por las milicias kurdas del YPG apoyadas por soldados estadounidenses y franceses. Israel mantiene metódicamente sus raids contra las bases sede de las fuerzas Al-Quds del general Soleimaini y del despliegue de misiles iraníes en Siria, tales como los ataques al aeropuerto de Taifur del 9 de abril. Finalmente, por primera vez después de la guerra fría, Estados Unidos ha matado, con ocasión del bombardeo de Dair-ez Zor, a unos 200 soldados rusos disfrazados de mercenarios, por exigencias de esa especialidad rusa en que se ha convertido la guerra
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