Ignoramos más cosas que lo que conocemos
México transita por cambios políticos, económicos, diplomáticos, educativos, sociales, de salud y seguridad. Es evidente la realidad inquietante y una dislexia política ¿El Poder Ejecutivo genera distracción ante temas incomodos que impactan en la agenda nacional?
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En ese contexto, la avasalladora ola de información en medios y redes sociales genera diversas percepciones. Ante resultados adversos, las justificaciones se convierten en constantes desaciertos: el “poco” tiempo en el poder, la pandemia, las inercias internacionales, la crisis económica mundial, los cambios de paradigmas, corrupción y anteriores administraciones entre otras.
Ante los complicados escenarios actuales que enfrenta México, se requiere de la participación proactiva de todos los roles, clases, estatus sociales, esferas económicas. En cambio, el Poder Ejecutivo se percibe acosado, en respuesta fija líneas de acción en la creación de estrategias de credibilidad. 
En opiniones adversas asume roles dictatoriales y descalificativos como: enemigos, corruptos, fifís o neoliberales. Aunque estas participaciones sean de origen y argumento técnico, científico, académico, de investigación, periodístico, analítico, independiente y poblacional. En respuesta, siempre tendrá otros datos, derecho de réplica con desacreditación públicas. Manifiesta preocupación por las próximas elecciones, los contrapesos y opiniones de redes sociales. Aun así expresa: vamos bien.

¿Existe la mafia del poder o adversarios políticos que cuestionan los resultados? Sería preocupante regresar a las “viejas prácticas” de “presidencialismos neoliberales” como ejemplo: presupuestos discrecionales, contratos de adjudicación directa, beneficios económicos a familiares de la clase política, compra de votos, periodistas a modo, militarización de la seguridad pública, otorgamiento de puestos por lealtad más que por capacidad. De ser así, el discurso pronto se desgastaría, entonces emerge otra triquiñuela de la vieja usanza: las cortinas de humo.
El concepto de cortinas de humo encuentra sus orígenes en las estrategias militares, cuando se proporciona por tiempo prolongado, distracción por medio humo al enemigo y así generar confusión y desatino para obtener ventaja del adversario, dividir y vencer. ¿Es necesario estas estrategias de guerra para bajar la presión social, ante la opacidad de resultados?
Caso como la rifa del avión presidencial; la cacería de brujas de funcionarios de anteriores administraciones; el supuesto golpe de Estado; el cambio de nombre de los indicativos de crecimiento económico y desarrollo  por felicidad. Esos temas en poco abonan a cambiar la realidad. Lo que se pudo convertir en la cereza del pastel, se volvió el único manjar.  
¿Cuándo el Poder Ejecutivo asumirá la Presidencia y dejará de estar en campaña? Cada día las expectativas del quehacer político desencantan. La pobreza y el desempleo se encargan de recordar que las políticas públicas de regalar dinero en poco ayudan a la justicia social. Que la política debe de coadyuvar hacia los Intereses Nacionales y no ser el aparato vengador que impone el yugo de su peso a quien ostente escudriñar el poder. 
                                                                                    
En conclusión ¿continuamos con la esperanza, sin obtener resultados? Las cortinas de humo buscan distraer a los mexicanos con temas que poco abonan a cambiar la realidad. México requiere un Presidente ubicado en la búsqueda continua de soluciones, y obtener resultados positivos pronto, sin justificación, ni pretextos. 
Hasta el próximo martes.
Facebook: Escritor Gonzalo Romero
Email: gromeoalfa77@gmail.com
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