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domingo, 22 de noviembre de 2020

El corazón como fuente de locura entre los nahuas.

 

El corazón como fuente de locura entre los nahuas.

Para los antiguos nahuas, el bienestar del cuerpo dependía que mantuviera un equilibrio entre todas las fuerzas que confluían en él, siendo el corazón el soporte de este. Considerado como el órgano rector de los pensamientos (percepción que fue compartida por muchos pueblos del mundo), el desequilibrio de este provocaba grandes afectaciones sociales, si se había nacido en un signo poco propicio como mázatl causaba debilidad en el espíritu y lo podía hacer miedoso, pero si la afectación era mayor, podía causar desde epilepsias hasta la locura.

Incluso el corazón diferenciaba a las personas según la comunidad ala que pertenecía, ya que los  miembros de un altépetl compartían una esencia en común que los hermanaba con los habitantes de esa misma comunidad. Esta misma esencia podía trascender a los que hablaban la misma lengua, esto explica que los mexicas hayan validado sus diferencias con los tlaxcaltecas, chalcas o cholultecas, pero a la vez recalcaban su relación con ellos al salir del mismo lugar de origen en Chicomoztoc.

Tenemos que recordar que el manejo del equilibrio del cuerpo, los indígenas dividían al mundo entre elementos calientes y elementos fríos, clasificación que persiste cuando se habla de los estados mentales. Para ellos, la locura, el miedo y la extranjería tenían una naturaleza fría, mientras  la autoctonía o el sentimiento de pertenencia a la comunidad eran caliente.

En la medicina náhuatl había dos clases de locura, la primera es la descrita como “loco de atar” que tiene que ver con el enojo y la segunda es el “loco como quiera” que tiene que ver con el concepto de idiota o imbécil. La locura de atar o tlahuelli en náhuatl era una enfermedad que afectaba el corazón, la cabeza y el hígado, siendo provocado por una acumulación de flemas en el corazón que provocaba presión o que  diera vueltas teniendo como consecuencia la locura. Cabe decir que tanto la tristeza, el desmayo, las epilepsias y la angustia también eran atribuidas a las flemas.

Las lesiones provocadas en el corazón eran lo que provocaban los trastornos de conducta de las personas, por lo que rompían el orden social de la comunidad. Esto se equiparaba con las alteraciones que provocaban la embriaguez o el consumo de estupefacientes, lo que reafirmaba la naturaleza fría de este mal y las englobaba como parte de la locura. La actitud del alcohólico, su apariencia descuidada y sus acciones eran una señal inequívoca de la perdida de equilibrio y era considerado como un paria social, lo mismo pasaba con los que ingerían las diferentes drogas como el toloache o los hongos, que las actitudes como la soberbia o la altanería eran relacionadas con su consumo.

Conductas como lo afeminado o la homosexualidad también estaba relacionada con el corazón, ya que es muy revelador que la palabra cocoxqui tenga el doble significado para referirse a “enfermo del corazón” y para homosexual. La locura provocada por el hígado era conocido como ellahueliloc y tenía como consecuencia las diferentes desviaciones sexuales en las personas como la promiscuidad. Esto podría explicarse debido a los simbolismos del corazón y el hígado, ya que el primero estaba vinculado con el sol y lo masculino, mientras el segundo lo estaba con el inframundo y lo femenino, por lo que la alteración de estas funciones los llevaba a lo que se consideraba como locura.

El orden de la comunidad estaba por encima de todo, y los individuos se tenían que regir bajo esas reglas para no romper el equilibrio de esta con el mundo. No se podían permitir comportamientos que lo infligen y como tal eran considerados como enfermedades que tenían que resolverse, ya que lo contrario era atribuido a lo salvaje y lo incivilizado.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Jaime Echeverría García, La construcción del cuerpo del “otro”: el loco, el miedoso y el extranjero entre los antiguos nahuas, revista Cuicuilco no. 70.

Imagen: Códice Florentino, Libro IV, f 11v, Siglo XVI

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