La pensión de Moctezuma
A lo largo de esta semana comentando con amigos acerca del mes patrio y por excelencia la celebración de la Independencia, aquel acto llevado a cabo en 1810 por un grupo de criollos que estaban contra la corona española y que heroicamente ofrendaron su vida por la gesta libertaria; surge también de manera obligada la pregunta del por qué inició la Independencia mexicana. Cualquiera diría que por la explotación a los indígenas: falso, ya que la explotación era cierta pero al parecer no fue el acicate para iniciar el movimiento, cierto es que influyó pero no es la causa total para que surja. Siempre se cree que los indígenas estuvieron masacrados y humillados por los españoles y resulta ser que si bien es cierto que no todos vivían dignamente algunos lograron incluso títulos nobiliarios y que se les respetara su condición de nobles, es el caso de los descendientes de Moctezuma quienes lograron incluso una pensión nada desdeñable durante muchos años, analicemos pues cómo se dio este acontecimiento importante en la vida de nuestro país:
Tras la llegada de Cortés a México, la hija de Moctezuma, la princesa azteca Ichcaxóchitl o Isabel (1509-1550), contrajo matrimonio con dos compatriotas del conquistador, primero con Alonso de Grado y luego con Pedro Gallego de Andrada. Ambos murieron poco después del enlace. Luego, según se sabe de algunas fuentes, Isabel se casó por voluntad con Juan Cano de Saavedra y sus descendientes proceden de los dos últimos matrimonios. El rey de España reconoció entonces una gran parte de la capital como propiedad de Isabel. Pero como los conquistadores se instalaron allí, se le prometió a Isabel que realizarían determinados pagos en concepto de compensaciones, que rápidamente se convirtieron en una deuda gigantesca. Tan solo del pago de los intereses podían vivir sin preocupaciones los descendientes de Isabel en México y los que se trasladaron a la península. Cuando en 1821 México se independizó, el nuevo Estado asumió los compromisos de la antigua colonia española y con ello también las “pensiones de Moctezuma”. A fines de 1933 el presidente Abelardo Rodríguez declaró nula la deuda y entonces cesaron los pagos a los Miravalle-Moctezuma en España. Como poco después irrumpió la Guerra Civil en España y México nunca reconoció la dictadura de Franco (1939-1975), los Miravalle no volvieron a reclamar sus derechos hasta 1991. Lo que nadie ha calculado es a cuánto dinero equivalen las pensiones en la actualidad. “México tiene que reconocer que fue un error de estos gobiernos casi comunistas”, afirma Alejandro González Acosta, quien representa los intereses de la familia Miravalle en México. González Acosta, historiador de la UNAM, es un exiliado cubano, y como cubano de nacimiento todavía no ha asimilado ese particular resentimiento que gran parte de los mexicanos sienten todavía hacia los españoles, pese a que ya casi pasaron 200 años desde la Independencia. El historiador apunta que los Miravalle nunca fueron expropiados formalmente y menos aún renunciaron a sus derechos, y por ello sus demandas siguen siendo válidas.
Otro miembro destacado de esta gran familia descendiente de Moctezuma es Blanca Barragán Moctezuma; en México se conoce a Blanca porque desde hace muchos años intenta con ahínco, pese al poco éxito obtenido, que Austria devuelva la corona de plumas de Moctezuma a México. Este penacho azteca, que tras la conquista llegó a Europa, y del cual inició un tema el camarada Villafana para debatir si merece estar en México o no, se encuentra en el Museo Etnológico de Viena. Por otra parte, tres primos de Blanca, Esteban, Pablo y Javier Moctezuma Barragán se han hecho conocidos en México como políticos.
En opinión de González Acosta, el reconocimiento de los derechos de los Miravalle podría contribuir a que aquellos mexicanos, que se habían negado a ignorar la parte española de su identidad, se reconcilien con ella. Además señala que el hecho de que los mexicanos sigan hoy reclamando a los españoles actuales por lo que hizo Cortés es como si los franceses les echasen en cara a los italianos lo que hizo Julio César en la Guerra de las Galias. “México tiene que aprender a reconciliarse con su pasado, con su historia. Tiene que dejar de verla como una historia de buenos y malos porque ni los ‘malos’ fueron tan malos ni los ‘buenos’ tan buenos”, explica el cubano. Con apenas 500 hombres, Cortés solo pudo someter a México porque contó con el apoyo de los otros pueblos nativos, enemistados con los aztecas. González Acosta defiende a los Miravalle de la acusación de codiciosos que se desprende de las palabras de Blanca, y afirma que para ellos no se trata únicamente de dinero, sino del reconocimiento en sí.
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