A tres décadas de su partida, recordamos a Francisco Gabilondo Soler, “Cri-Cri, el grillito cantor”, compositor e intérprete de más de dos centenares de canciones fantásticas y divertidas que han recreado los oídos y fomentado la imaginación de varias generaciones de niños. “El ratón vaquero”, “La marcha de las letras”, “La patita”, “Los cochinitos dormilones”, “Caminito de la escuela”, “El chorrito”, “El rey de chocolate” y “La muñeca fea”, son sólo algunos de los temas de este entrañable cantautor, quien falleció el 14 de diciembre de 1990.
Nació el 6 de octubre de 1907 en Orizaba, Veracruz, donde realizó los primeros seis años de su educación básica. Posteriormente fue autodidacta, enfocándose de manera especial en literatura, música, geografía y astronomía, además de practicar varios deportes. En 1926 viajó a Nueva Orleans, Estados Unidos, para tomar un curso de linotipia, que nunca ejerció por cambiar de interés hacia la música y la astronomía.
De regreso a México aprendió a tocar la pianola y empezó a interpretar piezas de tango, danzón y fox-trot, en bares y clubes nocturnos en su natal Orizaba y en la Ciudad de México, a donde se mudó hacia 1928. En la capital trató de estudiar astronomía en el Observatorio Nacional de Tacubaya, que debió abandonar por falta de recursos.
Hasta 1932 incursionó en la radio en la XEW, donde dirigió un programa de comedia y sátira, y presentó sus primeras obras, entre ellas “Dorotea”, “Vengan turistas” y “Su majestad el chisme”, que denotaban un estilo festivo y cómico, por lo que se ganó el apodo de “El Guasón del Teclado”.
En 1934, por sugerencia del gerente artístico de la estación, Othón Vélez, empezó a escribir contenido para niños, que presentaba en un programa de 15 minutos previo a la transmisión de “La Hora Azul” de Agustín Lara, y creó el personaje de “Cri-Cri, el grillo cantor”. El programa se mantuvo vigente hasta 1961, con algunas interrupciones en las que el compositor se dedicó a cultivar su afición por la astronomía en Sudamérica y el Caribe.
Escribió más de 220 canciones, de las cuales grabó ciento veinte, y escribió más de 3 mil 500 páginas de cuentos y textos. También colaboró con la película basada en su vida “Cri-Cri, el grillo cantor” (1963), protagonizada por Ignacio López Tarso, y participó en un programa televisivo infantil para Televicentro (1968).
Fue miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de México (1940) y de la Sociedad Astronómica de México (1951). También construyó un observatorio astronómico en Tultepec, en la Ciudad de México, para amateurs interesados en este campo. En la década de 1970 se retiró a San Miguel Tocuila en Texcoco, donde continuó practicando la observación espacial hasta su fallecimiento.
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