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jueves, 31 de diciembre de 2020

La Naturaleza de Dios (Allâh)

 

La Naturaleza de Dios (Allâh)

A-s-salamu alaykum – La paz sobre vosotros

La idea que el hombre se hace de Dios ha caminado a través de la Historia, de pueblo en pueblo, de nación en nación. Ella ha alimentado la imaginación de unos, ha servido de soporte de engaños para otros, de sosiego para muchos, y para aquellos que le adoran en Verdad, el camino directo al conocimiento y a la fuente del Amor y de la Verdad, que no es otro que Él.

Dice el Corán:

Surat Las hormigas: ¿Acaso Quien ha creado los cielos y la tierra y hace que del cielo caiga agua para vosotros y que con ella crezcan jardines espléndidos cuyos árboles vosotros nunca hubierais podido hacer crecer…? ¿Puede haber otro dios con Allah?
No, sino que son gente que equipara. (61)
¿Acaso Quien ha hecho de la tierra un lugar para vivir y ha intercalado en ella ríos y le ha puesto cordilleras y ha puesto entre los dos mares una barrera…? ¿Es que hay acaso otro dios con Allah?
No, sin embargo la mayoría de ellos no sabe. (62)
¿Quién responde al que se ve en necesidad librándolo del mal y os ha hecho representantes en la tierra?
¿Puede haber algún dios con Allah? Qué poco recapacitáis. (63)
¿Quién os guía en las tinieblas de la tierra y del mar y Quién envía los vientos como preludio de Su misericordia? ¿Puede haber algún dios con Allah? ¡Sea exaltado Allah por encima de lo que Le asocian!(64)
¿Quién puede crear una vez primera y luego volver a crear, y Quién os provee desde el cielo y la tierra?.
¿Hay algún dios con Allah?
Di: Traed la prueba que tengáis si sois de los que dicen la verdad (65)
Di: Ninguno de los que están en los cielos y en la tierra conoce el No-Visto, sólo Allah lo conoce, y ni siquiera son conscientes de cuándo serán devueltos a la vida.

Allâh en el Corán, tanto en este pasaje como en otros, nos recuerda que pocos seres humanos reflexionan. En otros pasajes nos recuerda que al Ser humano le ha sido concedido solamente un poco de ciencia.

Este defecto humano, esta carencia de conocimiento, este alejamiento de la visión de la Verdad, producto de las ataduras con el propio ego, son las que le han sugerido el camino fácil de humanizar a Dios; de construir un Dios humanizado, abordable,  al alcance de la mano, del pensamiento y, porque no decirlo, complaciente con el propio capricho personal o tribal.

Este Antropomorfismo ha dado la vuelta al mundo. Para corregirlo, el hombre ha necesitado de profetas que vinieran a recordarle la naturaleza incomparable de Dios y la relación de Señorío que El mantiene con Sus criaturas, lo admitan ellas o no.

Cuando los profetas eran enviados recordando la Unicidad divina, las gentes volvían a la adoración verdadera. Pero con el tiempo las generaciones posteriores olvidaban y terminaban por humanizar la idea de Dios a fin de crear ellos mismos una divinidad a su gusto y alejarse tanto como posible de la idea del control Divino de sus actos, los cuales se apartaban de más en más de un comportamiento noble, convirtiéndose, de generación en generación, cada vez en más deshumanizados.

Para mantener esta idea se inventaron ídolos a fin de poder localizar la divinidad de manera funcional y de idealizarla conforme a los gustos tribales, locales o nacionales. Un dios idealizado al gusto de los poderosos a fin de utilizarle para mantener al pueblo ocupado en la adoración de la piedra esculpida que lo representaba, así como atemorizado por las consecuencias que podrían derivarse de la no obediencia al rey el cual, como no podría ser menos, había sido revestido de una naturaleza semi divina.

Esto ocurrió con numerosos pueblos en la Historia de la Humanidad, incluidos el griego, el persa, el romano y el hindú. Pueblos que humanizaron la deidad para poderse servir de ella a fin de justificar una vida materialista exenta de valores de toda índole, edulcorada con un discreto marchamo de espiritualidad; una clase superior semi divina y otras clases que debían seguir la religión oficial del reino, bajo la constante amenaza del castigo tanto humano como divino. Solamente unos pocos pudieron sobrevivir a esta lamentable injusticia, y otros pagaron la rebeldía con sus vidas.

El caso del Cristianismo fue diferente en su origen, ya que, curiosamente, y a diferencia de los anteriores pueblos, la idea de representar a Dios fue en principio para tratar de sentirle más cerca de Él. Ahora bien, esto, provocó un efecto contrario al deseado, ya que representando a Dios en una imagen lo sacábamos de nosotros mismos para exteriorizarle y localizarle en un símbolo de piedra, barro, madera y pintura. Queriendo acercarse a Dios se le alejaba, se buscaba la imagen para adorarle; se hizo de la imagen en ella misma un objeto irrenunciable para representar y adorar a Dios.

De hecho nadie puede concebir la Grandeza y la Naturaleza de Dios de manera natural, ya que nuestra naturaleza no es competente al efecto. ¿Cómo poder llegar a imaginarnos el Infinito y la Naturaleza divina? Ni siquiera imaginable, Dios, mucho menos, puede ser concebible o materializable en una representación accesible a los sentidos.

Las pinturas del Renacimiento, tan proclives a presentarnos a Dios como un señor con barba, túnica y cara de bueno y paternal, no son sino una forma de generar una idea que roba grandeza a lo que el intelecto puede llegar a concebir como la grandeza de Dios.

Dice el Corán:

Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular (50-16)

Es así que Allâh nos dice de manera clara que Él se encuentra más cerca de nosotros que lo estamos nosotros mismos. Por ese motivo, porque debemos conocer a un Dios que no está fuera de nosotros, sino de alguna manera presente en nosotros mismos. La representación de una imagen es perderse en la búsqueda proyectando al exterior lo que en verdad se encuentra dentro de nosotros.

Este asunto es claro en el Islam: Allâh no se puede representar porque cualquier tipo, no ya de representación, sino de idea que nos podamos hacer sobre él, no alcanza ni a una infinitésima parte de la Realidad.

El error Wahabita ha sido el de humanizar a Allâh. Los wahabitas no se encuentran cómodos con un Dios que les mira desde cerca; es por ese motivo que cuando les argumentas con razones que Allâh se encuentra tan cerca de nosotros como dice esta aleya que acabamos de citar, fruncen el ceño, no responden y se limitan a citar aquella otra aleya que dice que Él se ha establecido sobre el Trono. Esta aleya que implica Soberanía ya que el Trono no es lugar  para acomodar a Allâh, siendo como es una creación suya, ellos lo toman en el sentido literal como si Allâh fuera una gran mole que se instala sobre un trono que abarca los cielos y la tierra. Para reforzar esta idea antropomórfica de la Divinidad apuntan en su agenda todos los epítetos de la Revelación que aluden al Rostro, las Manos, los Ojos de Allâh. Ellos no quieren un Dios cercano, es más, les aterra la idea debido a lo que albergan sus corazones.

¿Quién como Dios?

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