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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Ichcaxóchitl Tecuichpo Moctezuma

 

Ichcaxóchitl Tecuichpo Moctezuma


La princesa que sufrió el fin de un imperio y el principio de otro.


Ichcaxóchitl Tecuichpo fue la hija mayor de Moctezuma II, además de ser su hija más querida y una mujer muy bella según cuentan las crónicas.

Sus nombres significan flor de algodón e hija del rey. Un nombre delicado con un gran significado, además de un peso enorme. Según algunos historiadores nació entre 1509 y 1510. Tendría la tierna edad de nueve o diez años cuando pisó Hernán Cortés las playas de Cozumel y empezó el declive de su mundo.

El  8 de noviembre de 1519 siendo una pequeña, Tecuichpo presenció un gran alboroto en el palacio, su padre iría al encuentro de un hombre barbado que venía del mar, un extranjero al que su padre temía y al que invitaría a alojarse en el palacio de su abuelo Axayacatl. Nunca imaginó que ella y su familia se convertirían en prisioneros en su propio reino.

Los meses transcurrieron con relativa tranquilidad tanto para los mexicas como para los españoles, pero el 22 de mayo de 1520 Pedro de Alvarado ordenó la matanza en el Templo Mayor, hecho que por supuesto llenó de indignación a la sociedad mexica que salió a la calle a vengar la muerte de sus guerreros acorralando a los españoles en el palacio.

Una vez más Tecuichpo sentiría el miedo recorrer su cuerpo, el Capitán Cortés ordenó a su padre que saliera a la ventana para calmar la rebelión de su pueblo pero este no lo escuchó. Moctezuma supo en ese momento que su fin estaba próximo y no estaba equivocado, una lluvia de piedras cayó sobre él, según relatan las crónicas del propio Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo. Aunque los cronistas de origen indígena como Fernando Alvarado Tezozómoc y Francisco de San Antón Chimalpahin dicen que fue muerto por los españoles.


Antes de morir la noche del 27 de junio Moctezuma le rogó a Cortés que se hiciera cargo de sus hijas: Tecuichpo, doña María y doña Marina, que las bautizara en la religión cristiana. Le recordó los servicios que le dio a su majestad y a cambio de ellos le pidió que cuidara a Tecuichpo que era la hija que él más amaba.

Así quedó la pequeña Tecuichpo en manos de Cortés, sufriendo el dolor de la muerte de su amado padre y secuestrada por los conquistadores. Pero el 30 de junio, cuando las tropas de Hernán salieron huyendo de la gran Tenochtitlán en la llamada Noche Triste, Tecuichpo logró escapar y regresar con su pueblo quien cuidadosamene la resguardó. Tenía ella apenas once años cuando tuvo que cumplir con su deber, casarse con su tío Cuitláhuac quien fue designado como sucesor de Moctezuma II para legitimar el derecho al trono que le pertenecía a ella por ser su primogénita. El matrimonio no duró mucho, Cuitláhuac cayó en cama debido a una enfermedad terrible y desconocida que atacó al gran guerrero, de inmediato aislaron a Tecuichpo, no fuera que el cocoliztli la atacará a ella también. Cuando cumplieron 60 días de matrimonio murió el hombre que hizo llorar a Hernán Cortés, su tío y marido, ella no lo pudo ver, no se lo permitieron.


Eran tiempos caóticos, necesitaban a un Tlatoani lo más pronto posible, así que por segunda vez Tecuichpo contrajo matrimonio, ahora el elegido fue su primo Cuahutémoc, Señor de Tlatelolco quien sería el último Emperador Azteca. Fue un año aproximadamente el que vivió Tecuichpo con Cuahutémoc, soportando el sitio, viendo como la muerte y la desolación caían sobre la gran Tenochtitlán.


El 13 de agosto de 1521 al navegar en el lago de Texcoco son capturados Cuauhtémoc, Tecuichpo y sus acompañantes. El Tlatoani pide que la vida de su joven esposa sea respetada junto con las mujeres que la acompañan. Hernán Cortés cumple su palabra y la promesa que le hizo a Moctezuma, la vida de la princesa es respetada.

Tecuichpo una vez más se vio presa en "libertad" por los españoles, fue bautizada recibiendo el nombre cristiano de Isabel de Moctezuma, su padrino fue Hernán Cortés, el mismo que había traído tanta desgracia a su pueblo. Recibió también el título de Doña que reconocía su nobleza.


Días después, el 13 de agosto de 1521  Cuauhtémoc junto con otros señores mexicas fue llevado a Coyoacán donde vio a su esposa Tecuichpo sentada al lado de Hernán Cortés. El último gran Tlatoani sufrió al verla junto al invasor, sabía bien cuál sería su destino.

Así lo mencionan en "Canto triste de la conquista":

"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?  
"¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!  
"¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes! 

"Por cierto serás esclava, serás persona de otro:  
"será forjado el collar, el quetzal será tejido, en Coyohuacan.  
"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?  
"¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!  
¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!"


Y así era; "los prisioneros eran  reyes"...y no sólo fueron prisioneros ya que Cuahutémoc sufrió la humillación de una tortura que lo dejaría tullido para el resto de su vida. Situación que ayudó a los españoles a crear más terror entre los indígenas. 

Cortés mantuvo muy cerca y bajo vigilancia al último Tlatoani y a su esposa para utilizar la autoridad que tenían con los indígenas. 


Techuichpo y Cuauhtémoc fueron llevados a la pila bautismal por Hernán Cortés quien fungió como padrino de ambos, él como Don Hernando Alvarado Cuauhtémoc y ella como Isabel, además juraron vasallaje y lealtad a los reyes de España. Otra estrategia utilizada por Cortés para iniciar la otra conquista: la conquista espiritual de los pueblos indígenas.

Así lo hace saber el mismo Hernán Cortés en un documento:

“Y que las dichas hijas de Moctezuma y de los demás señores y principales y otras personas de los naturales desta Nueva España se les dé y muestre toda la más y mejor doctrina que fuera posible para quitarlo de las idolatrías que hasta aquí han estado, y traerlos al verdadero conocimiento de nuestra fe católica, especialmente a los hijos de los más principales, como lo era este Señor Moctezuma, y que en esto se descargaba la conciencia de S. M. y la mía"



No pasó mucho tiempo para que Isabel quedara viuda por segunda vez. Fue durante la expedición de Hernán Cortés a las Hibueras, cuando pretextando una emboscada, Cortés ordenó ahorcar a Cuauhémoc, el 28 de febrero de 1525. A su regreso a México en 1526 Cortés le otorga a Doña Isabel y a sus descendientes los beneficios e ingresos del pueblo de Tacuba y de los pueblos sujetos a ésta con miles de vasallos indios.

Obviamente estos bienes sirvieron como dote para que Doña Isabel contrajera matrimonio una vez más, esta vez Cortés es quien le escoge el marido: Alonso de Grado. Una persona de mucha honra según lo describe Cortés.


Aunque inmediatamente después del  matrimonio Hernán decide nombrar a Alonso de Grado visitador general de la Nueva España, con la tarea de recorrer todas las ciudades. Una treta que ya había utilizado antes para alejar a Portocarrero de Malintzin y quedarse con ella. En poco tiempo muere Alonso del Grado por causas desconocidas, Isabel queda viuda por tercera ocasión y es enviada a casa de Cortés para vivir junto con las demás concubinas indígenas, ella con tan sólo 19 años de edad se siente completamente desamparada, y así lo estaba.

La hija más amada por Moctezuma quedó embarazada de su padrino ante Dios, de su protector Hernán Cortés. Cuando éste se entera, rápidamente busca casarla de nuevo, una vez más utiliza la misma práctica que con Malintzin, darla en matrimonio cuando ya no es de su interés y ya no la necesita más.


Pedro Gallego de Andrad fue su cuarto esposo, la recibió embarazada de cinco meses. Cuando dió a luz Doña Isabel a su primera hija se negó a verla, no quería conocerla ni tocarla pues era el fruto de una violación. Cortés bautiza a la pequeña con el nombre de doña Leonor Cortés Moctezuma y se la entrega a su primo político el licenciado Juan Altamirano quien se encarga de su educación y cuidado. En 1530 nace el primer hijo legítimo de Isabel llamado Juan Gallego de Andrada Moctezuma, quien fue bautizado por el primer obispo de la Nueva España Fray Juan de Zumárraga, celebrado con grandes fiestas y banquetes como correspondía a un nieto de Moctezuma. Lamentablemente poco tiempo después volvería a quedar viuda, su esposo murió por causas naturales.

Después de dos años de viudez Doña Isabel se vuelve a casar con Juan Cano de Saavedra, un hombre muy listo que buscaba poder y fortuna. Llegó a México con la expedición de Narváez en contra de Cortés, con quien participó en la conquista de México. Obtuvo tierras y se dedicó al negocio de la madera, también ocupó algunos cargos públicos. En esas fechas no se encontraba Hernán Cortés en la Nueva España, hecho que le permite a Isabel elegir por primera vez a su marido, o tal vez fue Juan Cano quien la eligió como esposa conocedor de la fortuna y el poder de Isabel. Incluso ya casados Juan intenta por todos los medios establecer los derechos naturales de su amada esposa sobre su patrimonio sin ningún éxito.

Doña Isabel y Juan Cano tuvieron cinco hijos de nombres: Gonzalo, Pedro, Juan, Isabel y Catalina.

En 1550 redacta su testamento de Doña con la anuencia de su esposo Juan Cano donde
otorga la libertad a todos los esclavos indios e indias naturales de esta tierra que a ella le correspondían. 
Ordena, como era costumbre de aquella época, misas, obsequias, mandas pías y limosnas y descargas de su ánima y conciencia. Manda a pagar deudas y salarios de los criados.
A sus hijos varones les hereda las encomiendas, a sus hijas Isabel y Catalina algunos bienes personales. A su hija Leonor Cortés no la menciona en su testamento.

En 1551 Doña Isabel cerró sus hermosos ojos para siempre, tenía cuarenta y un años. Había sobrevivido al fin de su mundo, siendo lo suficientemente inteligente para no ser asesinada como algunos de sus hermanos y a pesar de la humillación que vivió al ser utilizada por Cortés como una concubina más, mantuvo la dignidad característica de su raza guerrera.


Doña Isabel Tecuichpo gozó del respeto de los españoles gracias al matrimonio con Juan Cano además de su enorme personalidad, cultura e inteligencia. Los indígenas la amaban y reconocían no como una princesa sino como lo que era, la reina sin corona de un gran imperio que fue sepultado pero cuyas raíces jamás serían olvidadas en esta tierra sagrada.

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