Vacunas: la versión del aguafiestas
O sea, sí: es una gran noticia lo del inicio de la vacunación en el Reino Unido, y, en principio, la de que el gobierno federal haya dado a conocer un calendario para nuestro país. Dicho esto, seré fiel a mi vocación de aguafiestas.
¿Por qué? De la razón más inmediata nadie tiene la culpa, que es el destino trágico de todos los hombres. Por mi edad, no me toca vacunarme sino hasta la etapa 3, abril-mayo. Esto me pone en una desagradable tierra de nadie: falta un montón para que me alcance la inmunidad, y al mismo tiempo soy tratado como población de riesgo. Como un anciano. Ni hablar: eso amarga.
Pero mi tendencia a aguar la fiesta tiene que ver también con razones externas y objetivas. Básicamente, aplica aquí lo de que la burra no era arisca, sino que la hicieron. Y es que esta administración ha tenido algunos problemitas para cumplir sus promesas, en lo tocante a la salud pública. Escuché a Hugo López-Gatell hace un par de días, en una buena entrevista de Gabriela Warkentin y Javier Risco, asegurar que todos tendremos acceso a la vacuna porque hoy, aquí, eso, todos, pero todos, tenemos acceso a la salud pública. Vaya, que ya somos Dinamarca. Nada más que los daneses de Mesoamérica no tenemos medicamentos para el cáncer o la esclerosis múltiple, ni vacunas contra el sarampión, la tuberculosis o la influenza, ni, al parecer, otra vez, tampoco antirretrovirales para los pacientes con VIH.
De la pandemia ni hablamos. El número de muertes es brutal, el de contagios no alcanzamos ni a calcularlo (es momento de no hablar más de los números oficiales), y el argumento (malo) de las camas disponibles parece que se desmorona: se multiplican las evidencias de que no hay, porque la pandemia se les salió completamente de control.
¿A quiénes se les salió de control? A los mismos que se encargarán de vacunarnos a todos. A los que tienen que garantizarnos que las vacunas no se van a detener burocráticamente. A los que tendrán que conseguir refrigeradores de esos a 70 bajo cero. La exposición del calendario de vacunación del otro día ha recibido críticas fuertes de personas que entienden de estos asuntos. No es mi caso. O sea, sí creo que se ve chafón el PowerPoint que nos pusieron enfrente, pero puedo equivocarme. Aun así, entenderán la desconfianza.
Salivando de gusto, porque pues pelos de la burra en la mano, como les gusta a los ideólogos, ya dijo el doc Gatell que ni los estados ni la iniciativa privada: que todas las vacunas estarán en manos de la Federación. Las suyas.
Así que igual y sí, el primer día de abril salgo con mi tercera edad y mi inmunidad a cuestas de la clínica de la esquina, gracias a una exitosa campaña de vacunación. Pero igual pasa lo contrario y acabo por andar buscando, digamos, una dosis de Sputnik en el mercado negro.
Hagan sus apuestas.
POR JULIO PATÁN
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