Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

  Interesados comunicarse a correo: erubielcamacho43@yahoo.com.mx  si quieren versión impresa o electrónica donativo voluntario .

miércoles, 6 de enero de 2021

CUAUHTÉMOC, UNDÉCIMO SEÑOR DE MÉXICO

 CUAUHTÉMOC, UNDÉCIMO SEÑOR DE MÉXICO

AMENGUABA ya la plaga divina, el huezáhuatl traído por los teules, cuando en el mes Quecholli de la cuenta indígena -la veintena que empezaba el 23 de octubre- murió Cuitláhuac consumido por la fiebre de las viruelas. Dice lapidariamente el Códice Aubin: "Solamente ochenta días gobernó: terminó el mes de Quecholli en el cual murió. Murió de calentura..."
Nuevamente hubo de convocarse al supremo consejo de la tribu para designar al sucesor; habian que traer a los señores del reino y a la nobleza del clan totémico de las águilas; pero entretanto se reunía el electorado, Cuauhtémoc ahora sin discusión- recibió el cetro y el mando. El príncipe de Tlatelolco, el héroe niño de la resistencia a los teules, iba a ser el tlatoani en los momentos que venían.
Bernal Díaz nos ha dejado el único retrato que ha llegado hasta nosotros del príncipe mexicano (CLIV, CLVI, cxxx). "Bien gentil hombre para ser indigena y de buena disposición y rostro alegre: dice el cronista español describiéndolo como si lo tuviese a la vista: "De muy gentil disposición así de cuerpo como de facciones, y la cara algo larga y alegre, y los ojos más parece que cuando miraban que era con gravedad que halagüeños... y la color tiraba su matiz algo más blanco que a la color de los nativos morenos." Todavía añade Bernal una nota más de elogio para el hermoso príncipe de Tlatelolco: "muy esforzado y se hizo temer de tal manera que todos los suyos temblaban de él”.
Tocó a Coanacochtzin y a Tetlepanquetzaltzin entronizar al príncipe tlatelolca. Tocaba a ellos por derecho realizar la ceremonia de consagración, pues eran las cabezas de la Triple Alianza. Pero sin la pompa antigua y sólo echando mano de prisioneros de guerra tlaxcaltecas, se realizó la ceremonia en el templo mayor. Un ominoso vacío presagiaba a Cuauhtémoc las dolorosas traiciones que le esperaban: casi todo el oriente había escapado al dominio de México, y del propio valle mexicano y de Cuernavaca muchos no asistieron por temor al capitán Malinche, por resentimiento a los aztecas o por cobardía.
En el recinto del templo mayor se hizo un silencio de muerte al concluir su oración el tlatoani.
Cuauhtémoc iba a hablar. Infortunadamente la historia no ha recogido sus palabras.
Pero podríamos reconstruirlas si tenemos presentes sus futuras oraciones al pueblo, trasmitidas por los cronistas: encareció a los suyos valor, fe inquebrantable en los dioses y decisión para vencer en aquella amarga hora; porque la derrota significaba esclavitud y muerte.
En efecto, los presagios no podían ser más siniestros. Malinche había vuelto como un alud sobre Tenochtitlán, y los enemigos, los tlaxcaltecas, cantaban ya cánticos de victoria, mientras los tibios y los cobardes se inclinaban lentamente ante el poder de los extranjeros. Cuauhtémoc continuó la tarea de su predecesor: fortificar la ciudad. Hacer de la isla un reducto inexpugnable, ahondando acequias, cortando tajos, levantando murallas y cavando fosas. Cortés, que supo esto por un prisionero mexica tomado en Huauquechula, añade: "en especial supe que hacían lanzas largas como picas para [inutilizar] los caballos".
Pero el genio político de Cuauhtémoc iba más allá: había que fortalecer la ciudad, pero habia que hacer posible una victoria formando alianzas ofensivas y defensivas con los enemigos tradicionales. Sus embajadores recorrieron Anáhuac: ofrecían exención de tributos a los antiguos so- juzgados y paz inquebrantable a los enemigos tradicionales. Gómara, que amplía las noticias de las cartas de Cortés, dice que Cuauhtémoc envió mensajeros por todas las tierras : "Unos a quitar tributos a sus vasallos y otros a dar y prometer grandes cosas a los que no lo eran, diciendo cuán justo era seguir y favorecer a él que no a Cortés, ayudar a los naturales que no a los extranjeros y defender su antigua religión que no acoger la de los cristianos, hombres que se querían hacer señores de lo ajeno; y tales, que si no les defendían luego la tierra no se contentarían con la ganar toda, más que tomarían la gente por esclavos y la matarían...
La alianza fracaso los tarascos temían a los mexicanos, pensaban en una traición y prefirieron paralizar a sus guerreros.
Los tarascos habría de rechazar el socorro nuevamente pedido por los de México. Todo era inútil. Cuauhtémoc, sin embargo, decidió en cerrarse en aquella isla hasta hacerla la tumba de su tribu o el lugar de la victoria.
libro Cuahutemoc
Salvador Toscano

No hay comentarios:

Publicar un comentario