El 17 de enero de 1299, nacimiento del Imperio otomano de la mano de Osmán I.
El origen de los turcos se puede encontrar en las estepas de Asia Central, en el Turkestán, en una etnia dedicada a la ganadería trashumante, en especial de caballos, y al comercio, con prácticas seminómadas. Los turcos pronto se relacionan con las culturas musulmanas de su entorno, entablan con ellas relaciones comerciales y adoptan el islam en su rama suní. Este contacto se podría deber a la ruta de la seda, pues los mercaderes musulmanes seguramente transitarían por los territorios donde habitaban los otomanos. Las primeras entradas de tribus turcas en la región que posteriormente sería el Imperio otomano se producen en el ámbito militar, cuando los ejércitos del Califato abasí necesitaron soldados para las luchas internas y contra los cristianos y bizantinos durante el siglo IX. Por ello, recurrieron a los territorios fronterizos reclutando a la población. Dentro del Califato abasí ya puede apreciarse cómo los turcos van escalando posiciones en el ejército y la administración. La lenta penetración de tribus turcas en esta zona se realizó de dos maneras: mediante la progresiva ocupación del territorio por parte de los grupos tribales y mediante la lucha contra el Imperio bizantino, que había dominado esta región durante mucho tiempo y al que anularon militarmente.
La ocupación de Anatolia por los turcos puede tener su origen en la batalla de Manzikert en 1071, cuando los turcos, al servicio de los selyúcidas, derrotaron al ejército bizantino del emperador Romano IV Diógenes. Esto permitió que los selyúcidas crearan un vasto sultanato que abarcaba Irak e Irán. Hacia 1243, una invasión mongola al mando de Batu, el jan de la Horda de Oro, deja hecho añicos dicho sultanato, el cual había sobrevivido a las luchas internas, a los bizantinos, a la Primera Cruzada y a sus vecinos sirios, los zanguíes y ayyubíes, siendo la soberanía mongola la que lo reemplaza. Sin embargo, a esta invasiónl, aún sobreviven pequeñas porciones de territorio que se convierten en una especie de principados autónomos. De todos estos, hay que destacar el sultanato de Rüm, cuya capital ya estaba en Turquía, pues era la ciudad de Konya.
Uno de esos principados —al que podríamos llamar su primer Estado otomano—, pequeño e insignificante, era donde habitaban los turcos, el cual había sido cedido por el sultán selyúcida antes de la invasión mongola al primer miembro dinástico de los otomanos, Ertuğrul. Este territorio tenía por capital la ciudad de Söğüt. Ertuğrul muere en 1290, dando paso a la sucesión de Osmán I ("Uthman", عُثمَان, en turco), nombre del cual deriva la denominación de otomanos o dinastía osmanlí. Con Osmán I empieza la expansión territorial de los turcos con la finalidad de crear un imperio que duraría casi siete siglos.
Los otomanos no conseguirían suficiente poder como para eliminar a sus enemigos inmediatos y establecer un verdadero Estado hasta el gobierno del hijo y sucesor de Osmán, Orhan I. La clave de su reinado fue la conquista de Nicea en 1331 y Bursa. Esta última no solo proporcionó la capital, sino los útiles necesarios para crear una administración otomana. Pudo acabar también con la amenaza de sus vecinos turcomanos, Aydin, que proporcionaba mercenarios a Juan Cantacuceno. Tras la caída de Aydin, serán los otomanos los que ayudarán al candidato al trono bizantino, enfrentado a Juan V Paleólogo, tomándose como recompensa el derecho a saquear el territorio bizantino a lo largo del Egeo, en Tracia, y la mano de la hija de Juan Cantacuceno, Teodora.
A partir de 1354, los cuerpos de expedición otomanos dirigidos por su hijo Suleyman Paşa establecieron una base permanente en la península europea de Galípoli, a pesar de las protestas de Cantacuceno y otros. Este último tuvo que abdicar por haber sido el responsable de que los turcos se introdujeran en Europa. Bajo el mandato de su hijo, Murad I, se hicieron las primeras conquistas estables en la Europa sudoriental. Tomó Edirne (Adrianópolis) en 1361, la convirtió en su capital y nombró el primer visir del que sería el Imperio otomano: Kara Halil Paşa, de los Candarli, familia que monopolizó el puesto durante el siglo siguiente. El emperador bizantino se comprometió a pagar tributo regularmente a los otomanos y a enviar contingentes militares para su ejército, debido a que no podían enfrentarse a la presión turca sobre Constantinopla. Fue uno de los sultanes más importantes del Imperio otomano por su triunfal campaña militar en Tracia y los Balcanes, que acompañó con tacto y prudencia, pactando con la Iglesia ortodoxa. También fue el primero en ser nombrado sultán, ya que los anteriores ostentaban el título de emires.
Para defender a Europa de la amenaza otomana, el papa proclamó una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso en "la ruta de los serbios". Los otomanos siguieron la política islámica tradicional de tolerancia hacia los dimmíes, o "gente del libro", que tenían derecho de protección sobre sus vidas, propiedades y creencias religiosas siempre que aceptasen un gobierno musulmán y pagaran los tributos (cizye) que les eximían del servicio militar. Por ello no se hizo ningún esfuerzo para la conversión en masa de la población. Durante su reinado también se creó el cuerpo de los jenízaros, una pieza clave en el desarrollo posterior del imperio.
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