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viernes, 22 de enero de 2021

La pochtecáyotl

 

La pochtecáyotl

En vísperas del contacto con los españoles la sociedad mexica de Tenochtitlan y Tlatelolco había alcanzado un notable desarrollo producto de una muy compleja y jerarquizada estructura social que se entretejía con un sistema económico que se manifestaba como eficiente para satisfacer los distintos requerimientos materiales de los diversos grupos sociales y políticos.

Si bien había una división básica entre dos grandes grupos sociales, los llamados pipiltin o pillis, el grupo que ostentaba la exclusiva del poder político, y los macehualtin o macehuales, el grupo dominado, en la práctica había ciertos subgrupos, que si bien en teoría eran macehuales en tanto estaban excluidos de los cargos políticos, en la práctica funcionaban como grupos intermedios. Se trata de los artesanos y los pochtecah, pochtecas o mercaderes, especialistas en el intercambio y tráfico de artículos suntuarios, de prestigio o exóticos en la antigua Mesoamérica. En este artículo sólo se tratará de estos últimos.

Los pochtecas se organizaban social, económica, ideológica y culturalmente en torno al concepto de pochtecáyotl, en el sentido “el conjunto de características propias de los oriundos de Pochtlan”. Esto se refiere a varios elementos que se consideraban propios y definitorios de este grupo social, entre otros el sentido de pertenencia por compartir un origen común, una forma de organización, particular, ciertas prácticas culturales y el realizar una actividad económica que le es propia.

Al igual que otros sitios mencionados en las fuentes, Pochtlan, “donde abundan las ceibas”, es un lugar de origen más ideal que geográfico, pero que sustentaba nexos de parentesco entre todos los pochtecas independientemente de su lugar de residencia y de los conflictos políticos entre esos lugares, así había pochtecas tlatelolcas, cholultecas, tlaxcaltecas o azcapotzalcas. Además, esto marcaba una diferencia respecto de otros sectores de la sociedad mexica que se consideran originarios de Aztlan. Todos los pochtecas se consideraban parientes entre sí y establecían sus propios vínculos de manera paralela a los sistemas políticos y militares de las formaciones políticas hegemónicas.

Uno de los ejes fundamentales de la identidad de los pochtecas radicaba en el culto dedicado a Yacatecuhtli, “el señor de la vanguardia”, como deidad patrona de todos ellos, y que era visto como un desdoblamiento de Quetzalcóatl. Lo cual también marcaba una diferencia importante respecto del grupo de poder cuyo dios patrón era Huitzilopochtli.

Los pochtecas mexicas tenían sus propias tradiciones respecto al origen y devenir de la pochtecáyotl. Son particularmente interesantes los textos recabados en Tlatelolco por fray Bernandino de Sahagún y su equipo de colaboradores indígenas, pues a través de ellos puede conocerse en líneas generales la propia visión de los pochtecas respecto de su propio devenir. Destacan sus propias autoridades y los productos que intercambian, los cuales van aumentando en variedad, riqueza, lujo y exclusividad en la medida que los pochtecas y el estado mexica van extendiendo sus redes políticas, militares y económicas.

Como ya se mencionó los pochtecas eran especialistas en el tráfico e intercambio de bienes y materias primas de lujo, suntuarias o exóticas de uso restringido entre las elites, para el culto religioso o para la elaboración de otros objetos preciosos por parte de los artesanos especializados. En ese sentido, los pochtecas eran parte fundamental de una tríada económica con los artesanos y los pillis, puesto que ellos obtenían las materias primas necesarias para los artesanos, al tiempo que distribuían los bellos objetos producidos por estos. El otro grupo consumidor de los productos de traían de lejanas tierras eran los pillis, los cuales eran los primeros interesados en extender y aprovechar redes económicas de los pochtecas. Es por esta razón que en múltiples ocasiones los intereses expansionistas de la élite mexica iban de la mano con los intereses económicos de los pochtecas. Así, puede decirse que los pillis tenochcas y los pochtecas tenían intereses estratégicos que en parte se complementaban.

Por otra parte, la élite mexica también desconfiaba de los pochtecas, pues en sus largos viajes salían más allá de las fronteras políticas del Excan Tlahtoloya o Triple Alianza, y por ende su vigilancia y control, además sus nexos económicos y de parentescos, implicaban vínculos muy profundos con otros pochtecas, artesanos y élites no sometidas al poder de la mexicáyotl. Por si fuera poco, por su propia actividad los pochtecas tenían acceso a bienes y signos de alto rango que en principio estaban reservados a los pillis.

Por eso la actitud del poder político mexica ante los pochtecas tenía un doble aspecto. Por un lado, su actividad era fomentada e incluso eran aliados en la expansión militar, pues una causa de guerra era el ataque los pochtecas, solían ser espías en favor de los tenochcas. Por el otro lado, eran vistos con desconfianza como un grupo que podía acceder a los signos de status por vías distintas a las establecidas por la élite política, pues no dependía de la actividad bélicas para adquirir prestigio y reconocimiento social. En las urbes los pillis trataban de reservarse los conocimientos intelectuales más refinados a través de su ingreso exclusivos a la educación formal en las escuelas calmécac y telpochpan. Pero la actividad económica de los pochtecas implicaba que tenían conocimientos avanzados de geografía, cartografía, contabilidad y por ende de escritura, así como de las lenguas y costumbres de los grupos con los cuales intercambiaban productos. En síntesis, los pochtecas eran aliados estratégicos de los pillis, pero sin duda, eran potenciales competidores a largo plazo por el mando de la sociedad.

Por todo lo anterior, no es de extrañar que las fuentes deben entrever que fueron los pochtecas quienes primero trataron los extraños y fueron quienes abrieron la puerta a los contactos iniciales con las élites mesoamericanas.

 

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