Entre el luto y la incertidumbre: la vida después de la vacuna
Más allá de sus efectos objetivos, la vacunación tiene significados psicológicos y emocionales, individuales y sociales, que esperanzan y desploman al mismo tiempo a muchos de quienes se vacunan. Se avecinan nuevos tiempos de adaptación
"Nunca antes celebré que me hubiesen inyectado", expresa en Facebook con su respectiva foto, una profesora de la American University en Washington, en señal de que la vacuna, más allá de las protecciones consabidas que le traerá, es la puerta para el regreso de nuevo a la vida que siempre conoció.
Cualquiera supondría que la vacuna traerá, una vez haya sido masivamente distribuida y administrada, el regreso de la dinámica social, el trabajo y la escuela presenciales, la activa vida que teníamos, las reuniones familiares, el regreso progresivo de la prosperidad económica.
Pero la vacuna no es sólo entusiasmo. Un doctor que ha estado en la primera línea de atención sanitaria confiesa en twitter: "he llorado como un niño". La fortaleza que ha implicado soportar los riesgos, el encierro y todas las privaciones, se desvanece al saber que estamos a salvo, y entonces se manifiesta el sentimiento de luto.
Es un fenómeno parecido al que ocurre con los presidiarios que terminan de cumplir condena: salen de vuelta a la calle después de haberlo esperado por mucho tiempo. Pero la liberación no viene solamente a aligerarlos. A esa libertad le acompaña también el duelo por lo vivido, por los que se nos fueron, por el dolor mundial, por el tiempo que hemos pasado en nuestras vidas privados de la vida que teníamos ya.
Incertidumbre
Es como un bautizo, la salida del reino de hades, las puertas para escapar del laberinto. Los vacunados sienten, a la vez, duelo y liberación. Dolor por lo vivido y por tanta pérdida, y al tiempo, el cierre de un ciclo que dará paso a una vida nueva.
Pero, ¿quién garantiza que la vida volverá tal como la conocíamos? La doctora Debra Goff, del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, afirma que para "poder volver a la ansiada normalidad, es necesario que entre el 70 y el 80% de la población esté vacunada. Pero en realidad es una gran incertidumbre".
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