No leer poesía es prejuicio educativo, hay que educar al maestro: Suárez Caamal
México.– “La poesía acerca más la vida misma a las personas, es el lenguaje de las emociones y de la razón”, nos dice el poeta Ramón Iván Suárez Caamal, en entrevista vía telefónica desde la laguna de Bacalar, Quintana Roo.
Ramón Iván nació en Calkiní, Campeche en 1950. Estudió Lengua y Literatura españolas en la Escuela Normal Superior de México. Es un gran promotor cultural. Desde hace muchos años mantiene una cruzada por fomentar la escritura y la lectura de poesía en sus talleres literarios. Es uno de los escritores más importantes y queridos del sureste mexicano. Su trabajo de formación literaria con jóvenes y niños es de lo más trascendente.
Entonces la pregunta para Ramón Iván se vuelve obligada: ¿Se puede enseñar a escribir poesía?
-Es algo complicada la respuesta. En realidad, se puede, digamos, descubrir los mecanismos de la creación poética, los recursos que tiene en cuanto a imagen, musicalidad, emoción. Se puede, sí, plantear una serie de estrategias que permitan, al que quiera escribir, acceder de una manera más fácil a la creación de textos poéticos.
-¿Cuál es el papel del poeta y de la poesía en este mundo de mucha tecnología?
-La tecnología es un soporte, nada más. Por ejemplo, ahorita estoy experimentando con uno de mis libros para niños, lo compartí como flipbook, es decir, como un libro electrónico que se puede leer. Es como si estuvieras leyendo un libro, le aprietas en un extremo y van corriendo las páginas.
-¿Escribes más poesía dirigida a niños?
-Escribo ambas cosas. Pero últimamente escribo más para niños y por eso piensan que sólo escribo para niños, pero tengo veinte libros que no son para niños.
-Y muchísimos premios…
-Algunos premios. Digamos que del 2011 hasta ahora le he dedicado más tiempo a la poesía para niños, pero sigo escribiendo otros libros. A partir de Huellas de pájaros con el que gané el Premio Hispanoamericano para niños, comencé a dedicarle más tiempo a la poesía para niños.
-¿Qué poetas mexicanos vivos son imprescindibles para ti?
-¿Vivos? (Risas)… ay, ay, ay, me agarraste…
-Si quieres mencionar muertos, muertos, no hay problema.
-Leí bastante a vivos de mi generación, como Efraín Bartolomé; María Baranda en sus dos vertientes, la poesía para todo público y la poesía que hace para niños, que es muy bella. Y nada más; debe haber más, pero no los tengo en mente.
Educar a maestros en lectura de poesía
-Se ha comentado que la poesía mexicana es para autoconsumo, que los poetas nos leemos a nosotros mismos, ¿qué piensas de eso?
“La poesía es un lenguaje de las emociones y de la razón y es una manera de acercar más la vida misma a las personas; es cuestión, digamos, de metodología. Ahora que estoy dando mis talleres, les di taller de poesía a unos maestros de educación primaria de Yucatán, algunos no habían tenido ningún contacto con la poesía, no la habían leído nunca, y fue para ellos extraordinario y maravilloso ver desde otros ojos el leguaje poético, porque al mismo tiempo estaban creando, estaban escribiendo”.
-Fíjate que acabo de entrevistar a Oscar Oliva y me decía que un buen lector de poesía se puede convertir en creador.
-Sí, sí, además esa es otra ventaja, pero no todos van a escribir, porque no todos podemos ser beisbolistas ni podemos ser todos escritores, pero van a buscar, van a sentir placer al leer poesía.
Los soportes de la escritura
-Eduardo Milán dice que ya hay demasiados poetas y que se han perdido los parámetros críticos, ¿qué opinas?
-Puede ser, pero en realidad yo no entiendo la poesía como para decir: “esta es mala poesía, esta es buena poesía”, simplemente, de algún modo, tiene que ser una poesía que le llegue a la gente, que la disfrute. Sí hay muchos que escriben; por la facilidad de internet, cualquiera publica su poesía o a lo que le llama poesía.
Explica que, tanto el verso libre como el tradicional, son soportes. “Los vanguardistas han hecho muchos experimentos, como los caligramas. Lo más importante, no es tanto si es verso libre, verso tradicional o poema en prosa, que es sólo el instrumento por el que va la palabra, lo importante es lo que se logra con cualquiera de las tres formas”.
-Si tuvieras que dar una definición de la poesía mexicana, ¿qué dirías?
-(Risas)… ¿Qué puedo decir de la poesía mexicana? Precisamente ahorita estaba revisando mi biblioteca y estaba viendo a todos los ganadores de premios, el Aguascalientes, el Sabines, y me puse a leer para ver cómo están avanzando. Hay altibajos, hay épocas en las que hay más calidad, hay otras en las que hay menos, pero no podemos decir de forma tajante que la poesía está en desuso o está en decadencia, no, no, yo pienso que cada época y cada sociedad tiene sus poemas y tiene una valoración de ella.
Entre dos aguas
Ramón Iván manifiesta que, tanto la poesía mexicana influye en la poesía latinoamericana, como ésta en la mexicana. “Son vasos comunicantes”, define. “En caso de la poesía escrita para niños hay muchas influencias de poetas cubanos, argentinos, españoles, aún de poetas que hablan otro idioma, y ahí está otra vez la ventaja y la bondad del internet que nos permite acceder a autores que, de otro modo, cuando sólo había libros, era sumamente difícil”.
Suárez Caamal dice encontrarse entre dos aguas, entre el libro impreso y el libro digital y nos describe las ventajas de cada uno:
“Por mi edad, me gusta más el libro impreso, la sensación de sentir el papel, sentir su olor, pasar las páginas, a un libro digital, que no tiene todas esas características. Sin embrago, el alcance de un libro digital, la difusión de un libro digital, es asombrosa. Tengo un libro para niños, En un árbol la canción, lo hice hace algunos años y sólo se hicieron mil, lo hizo el gobierno de Campeche, y lo que hice fue poner el libro en una plataforma digital y llegué a cien mil descargas, cien mil personas habían descargado el libro o lo habían impreso”.
La cultura y la 4T
-¿Cómo has visto el papel de la 4T de López Obrador, en cuanto a la administración de la cultura?
-Creo que es muy pronto para juzgar, apenas van dos años. He leído comentarios tanto a favor como en contra, más en contra, ¿verdad? Pero creo que apenas son dos años, falta mucho tiempo para juzgar su papel en la cultura, creo que hay que esperar. No creo que en teoría estén pensando acabar con la cultura como he leído a algunos intelectuales. Yo pienso que sí hay buenas intenciones, pero apenas están moviéndose en cuestiones organizativas y todo.
-¿Consideras que hay elitismo en la literatura mexicana?
-Es algo que se viene arrastrando. Hay grupos como en todas partes, cenáculos, tribus, llamémosle así, puede darse, puede haber… Antes era, por ejemplo, entre los que vivían en la provincia y los que vivían en el Distrito Federal, ahí tenían muchas más oportunidades, tanto de publicar como de difundir su obra, y los que vivíamos en un extremo de la República Mexicana, no teníamos acceso a eso, ahora internet ha roto esas fronteras. Yo pienso que el arte en general debe tratarse como una cuestión individual y social, no pensar en elitismos y grupos. Yo estudié en una escuela rural para profesor y ahí nos inculcaron esa visión social, tanto como maestros, como la visión social del arte. Entonces, grupos sí los hay, siempre los ha habido. He leído, porque no he estado presente en ninguno de esos grupos, de los pleitos que hay, la rebatinga de becas y todo; bueno, pues, no lo sé; no sé si, por ejemplo, obtener legítimamente una beca lo haga a uno elitista.
-(Risas). Se hablaba de la beca del Sistema de Creadores, que hay gente que la tuvo por treinta años.
-Ahí sí, yo creo que deben ser tres años y luego a descansar y que les toque a otros, y tal vez después, de tres a seis años, volver a intentarlo…
-Claro, pero no eternizarse ahí, ¿verdad?
-Por cierto, yo tengo una (risas)… ya la voy a terminar, se termina este año, la del Sistema Nacional de Creadores.
El ejercicio de la composición
Sobre eso, ¿cómo es tu proceso creativo, a qué hora escribes?
-A toda hora. Estoy encerrado en mi casa (risas)… Ya no hay actividades, nada más las que hay por internet, los talleres que doy, presentaciones, lecturas. Ya hice dos presentaciones con niños de escuela a través de videoconferencias. Entonces estoy ya con más disciplina, metido en la escritura. Tengo ocho libros inéditos, ya ilustrados, tengo otros diez en preparación y de esos diez, cuatro ya los están ilustrando, y entre 2018, 2019 y finales de 2020, publiqué diez libros para niños.
-Y yo no puedo terminar uno, fíjate…
-(Risas)… Es que estoy en varios proyectos a la vez. Ahorita, por ejemplo, estoy trabajando en una vertiente de la poesía para niños, que se da más en la narrativa, en la poesía casi no se da, que es el lado oscuro, grisáceo, problemático de la infancia; están haciendo las ilustraciones, el libro ya lo acabé, se llama, Monstruos, esculturas y otros sucesos singulares, entonces ahí salen personajes tradicionales de la literatura, como Frankenstein, el hombre sin cabeza, fantasmas, la mano cercenada, el hombre invisible. Entonces más o menos de eso se trata este libro, es un poco diferente, pero al mismo tiempo acabo de terminar uno que se llama Un hambre del tamaño del mar, que se lo hice a mi nieta, que está en esa etapa de los niños en la que se llevan todo a la boca y ocasionan angustia cuando se están ahogando; quedó muy curioso. Este es parte del proyecto. Entonces ya terminé los cuatro libros que había propuesto de literatura infantil.
No se puede vivir para los premios
Respecto a la importancia de los premios a la hora de definir a un poeta, Ramón Iván respondió: “Los premios, de algún modo, ayudan a la difusión de lo que uno hace, entonces esa es la ventaja de los premios, porque tampoco puede uno vivir para los premios, estar solamente pensando en eso. Cuando hace uno un libro, uno no piensa: “ah, voy a mandar para ganar este premio”, pues no, el libro salió y lo mandas a tal lugar, si gana que bueno y si no, también; es como la lotería, uno compra su boleto y a ver si se la saca.
-¿Y no crees que algunos concursos están amañados?
– Sí, sí, pero eso es otra cosa. Sí los hay, pero no sé si todos los concursos estén amañados. Por lo menos en los que yo he ganado, nunca le dije al jurado: “vota por mí”, ni sabía quiénes eran (risas)… En mi caso, en los que he participado, pero sí puede haber concursos amañados, que ya saben quiénes son los que están concursando o que van ya con una consigna de que éste va a ganar y lo defienden a como dé lugar. Hay de todo.
-Hernán Bravo Varela decía que existe la infantocracia en la poesía mexicana, que se infla mucho a los poetas jóvenes, y Balam Rodrigo decía que es al revés, que existe la gerontocracia, que se infla mucho a los poetas mayores.
-Yo creo que es una discusión sin fundamento. Puede que suceda, no lo sé, como vivo en Quintaba Roo, lejos de todo eso, no sé. Balam es mi amigo, lo conozco, ha estado en Bacalar, ha venido a pasear acá, pero nunca he hablado con él sobre ese tópico; al otro escritor no lo conozco, bueno, sí lo conozco, lo he leído, pero no lo conozco en persona, pero pienso que es una discusión estéril. Lo más importante es ponerse uno a trabajar en su obra poética y que el tiempo y el lector lo juzguen a uno.
Seguir aprendiendo siempre
-Te iba a preguntar, para terminar, por tus proyectos, pero ya me dijiste que acabas de escribir diez libros (risas)…
– (Risas)… Tengo un libro que ya terminé que es sobre el circo, es un libro muy extenso, nunca había escrito un libro de más de noventa páginas.
-¿Es para niños?
-Creo que esa es una enseñanza para todos nosotros, para todos los que se creen que saben escribir libros. Tú que has escrito tantísimos libros y tan buenos, con tantos premios, vas a entrar a un taller para que te enseñen a hacer algo que consideras que no dominas; es una lección de nobleza para todos.
– No podemos dominar todo, en la vida hay siempre aprendizaje. En el momento en que uno dice: “ya soy el mero mero”, se murió la poesía (risas)… En 1990 fue nombrado Hijo Distinguido de Calkiní, cuyo Ayuntamiento instituyó el Premio Nacional de Poesía en 1992, con el nombre de Ramón Iván Suárez Caamal.
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