El inicio del asedio de México Tenochtitlan por las huestes de Cortés
En las primeras semanas del mes de mayo de 1521 se inició el hecho histórico más importante hasta ahora de la historia de México. En Texcoco se encontraban Hernán Cortés y sus huestes españolas preparándose para el ataque sobre la isla de México. El 28 de abril, según el mismo conquistador, se terminó la tarea que los mantenía en la gran ciudad acolhua: el carpintero de ribera Martín López, con el apoyo de artesanos indígenas, terminaba los trece bergantines que se usarían para el ataque naval. Cabe señalar que seguir la cronología de los hechos es algo complicado porque Cortés en su Tercera Carta de Relación, (la única fuente confiable en este caso por la cercanía de los acontecimientos, ya que fue terminada y signada el 15 de mayo de 1522) alude a las fechas sólo en ocasiones muy específicas.
Una vez terminados los bergantines, Cortés hizo el alarde de las tropas, es decir, una presentación de soldados y armamento que servía para saber exactamente los efectivos con los que se contaba. Con ello dividió las tropas en tres capitanías comandadas por sus hombres de mayor confianza: Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval. El ataque no inició inmediatamente, sino que hubo primero una movilización de dos capitanías para conseguir el objeto que se proponía Hernán Cortés. Las tropas de indígenas aliados fueron asignadas también a estas tres capitanías de acuerdo a las necesidades.
La Excan Tlatoloyan (Triple Alianza), dirigida por los tlatoque Cuauhtémoc de Tenochtitlan, Coanacoch de Texcoco y Tetlepanquetzal de Tacuba, había visto reducido su control a sólo algunas poblaciones lacustres en la cuenca de México. Desde la batalla de Otumba y tras los sucesivos encuentros que se habían dado a lo largo de diez meses (desde julio de 1520), en que Cortés logró la circunvalación externa que aisló a la Excan Tlatoloyan, los tlatoquecomprendieron que no tenían muchas posibilidades de victoria contra los españoles en una batalla a campo abierto, ya que el armamento y la estrategia española eran devastadores.
Debido a ello, la táctica pensada por los señores y sus hombres cercanos, los llevaba a rehuir el combate directo en tierra en lo que fuese posible. Confiaban más en su fuerza naval, compuesta por miles de canoas, la cual había dado una dura lección a los hispanos en la Noche Triste cuando huían de la ciudad. Además, por lo complejo de su situación insular, las dos ciudades mexicas, Tenochtitlan y Tlatelolco formando de facto una sola ante los ojos de los españoles, representarían un enorme desafío para ser conquistadas por las huestes cortesianas, incluso con el auxilio de las tropas de los pueblos aliados. No por nada Cortés se refiere varias ocasiones a la doble ciudad en su Tercera Carta de Relación como “fortaleza” (y de hecho será una de las razones por las que decida su reconstrucción para los españoles).
Dicha ciudad - isla, como bien se sabe, se comunicaba con diferentes puntos de la cuenca, muy distantes entre sí, por medio de calzadas. Éstas admirables vías se habían construido como inmensos caminos sobre el agua, consolidados desde el lecho mismo de la laguna. En algunos puntos estos caminos se encontraban interrumpidos, cortados, para permitir la circulación del agua de un lado a otro. Esos espacios los mexicas los salvaban por medio de puentes de madera perfectamente maniobrables. De esta forma, como ya había ocurrido en la Noche Triste (30 de junio de 1520), podían cortar el paso de cualquier invasor que viniese por las calzadas, retirando algún puente.
Existían cinco calzadas de este tipo: La calzada de Iztapalapa (8 km) era la más compleja por su longitud y su comunicabilidad, ya que salía de la orilla sur de Tenochtitlan y primeramente tocaba tierra en Huitzilopochco (Churubusco). De ahí nacían dos caminos de tierra hacia Coyoacán y hacia Xochimilco y además, otra calzada perpendicular y también lacustre, que llegaba a Mexicaltzingo (2.3 km) y de ahí, bordeando por tierra la orilla de la laguna, a Iztapalapa. La del Tepeyac (4.5 km) simplemente comunicaba la orilla norte de Tlatelolco con el punto de tierra más cercano, el cerro Tepeyacac, que al ser la punta sur de la Sierra de Guadalupe, formaba en aquellos tiempos una península que era el punto más cercano de la tierra firme desde Tlatelolco. Otra muy larga era la que comunicaba Tlatelolco con Tenayuca (8.5 km).
Las otras dos calzadas eran las de Tacuba (6 km) y de Nonoalco (5 km), en cierto sentido, paralelas, y llegaban al mismo pueblo, a Tacuba. Lo interesante a señalar es que cada una de éstas partía del Recinto Sagrado de cada una de las ciudades mexicas, Tenochtitlan y Tlatelolco respectivamente, y terminaban ambas en Tacuba.
Cortés sabía muy bien que pese a la inferioridad tecnológica y militar que tenían los mexicas, en la ciudad estarían muy bien protegidos por la laguna y la infinidad de canales entre las chinampas, que servirían de facto, como fosos. Es por ello que la solución militar para vencer a la ciudad era imponer un sitio en regla, aunque éste sería muy diferente a lo que se conocía. Se trataría de bloquear las salidas de la ciudad desde tierra firme.
Precisamente la primera misión de las capitanías de Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid sería establecerse en los puntos donde desembocaban tres de las cinco calzadas: Tacuba y Coyoacán. Desde Texcoco ambos capitanes partieron juntos hacia el norte, acompañados de un nutrido grupo de tlaxcaltecas, pasaron por Acolman, donde tuvieron rencillas entrambos (en las que Cortés tuvo que intervenir), luego por Cuautitlán y finalmente llegaron a Tacuba, aposentándose en las casas de Tetlepanquetzal.
Los habitantes habían abandonado las ciudades, sabiendo que no podrían vencer a los hispanos. Es por ello que en su avance no encontrarían resistencia. Estando en Tacuba, se tenía el acceso a las dos calzadas que llegaban a Tlatelolco y a Tenochtitlan. Allí, cuenta Bernal Díaz del Castillo, Alvarado, para demostrar mayor valor que Cristóbal de Olid, inició un ataque sobre la calzada de Nonoalco, que puede considerarse de hecho, la primera batalla contra los mexicas. Alvarado pudo entrar bastante sobre la calzada (hasta Nonoalco) pero finalmente fue rechazado y tuvo que retroceder.
Al día siguiente, la misión sería la más cruel, porque consistió en ir a Chapultepec a romper el caño de agua que abastecía del vital líquido a los mexicas. Usarían a unos pocos hombres a caballo, y bastantes ballesteros y escopeteros. Los mexicas defendieron bravamente la línea del acueducto desde el agua y desde tierra, aunque inútilmente, ya que en un punto la lograron quebrar los españoles, quitándoles el agua dulce. Después hubo una que otra batalla en las calzadas, en las que los españoles y los tlaxcaltecas se dieron a la tarea de derribar barricadas y rellenar de escombro los canales para facilitar el avance de las tropas, sobre todo, los de a caballo, cuya fuerza radicaba en el empuje obtenido al galope.
Después de esto, Cristóbal de Olid, que se sabía en el territorio asignado a Alvarado y no quería estar a su sombra, se separó de éste y se dirigió a Coyoacán, el punto que le había sido asignado por Cortés. Desde ahí avanzaría a Huitzilopochco para tener vigilada la entrada por ese lado de la calzada de Iztapalapa y para poder atacar.
Cuando finalmente estuvieron los dos capitanes del lado occidental de la cuenca, Cortés decidió llevar a cabo el ataque decisivo. Mandó a su tercer capitán, el alguacil mayor Gonzalo de Sandoval con un gran contingente de indígenas aliados (según él más de treinta mil), a atacar Iztapalapa por tierra. Esta ciudad, en territorio culúa, era una especie de baluarte externo de Tenochtitlan (de hecho, recordemos, el tlatohuani que sucedió a Moctezuma, Cuitláhuac, había sido el señor de Iztapalapa anteriormente). Era ésta una ciudad anfibia, ya que una parte se hallaba en tierra, en la ladera del cerro de Huizachtécatl (cerro de la Estrella) y la otra se componía de chinampas en la laguna (donde se encontraba el palacio de Cuitláhuac). Ante el brutal ataque de Sandoval, los culúas se introdujeron en esta zona chinampera precisamente, donde podían resistir mejor.
Al mismo tiempo Cortés se embarcaba en los bergantines recién terminados. Su idea era atacar también Iztapalapa pero por agua, para asediar a los indígenas entre dos fuegos. Los trece navichuelos, pequeños veleros, partieron de Texcoco hacia Iztapalapa, pero en su camino se encontraron un importante reducto mexica en una isla formada por un escarpado peñón (Peñón Viejo o del Marqués, en honor a Cortés, precisamente). Allí desembarcó el extremeño y encontró a bastantes indígenas con sus familias. Cortés, según lo menciona él mismo, mató a todos los varones y sólo respetó la vida de mujeres y niños. Esto indica que más bien allí se habían ido a refugiar los indígenas pensando por error que lo escarpado del peñón los protegería de la guerra.
En esta refriega los defensores hicieron algunas señales de humo y entonces los mexicas enviaron una enorme flota de barcas hacia el peñón. Los españoles se apresuraron a embarcarse en los bergantines. Los mexicas organizaron su flota frente a éstos. Por un momento, ambas fuerzas se encontraron frente a frente. Los mexicas no comprendían bien a bien el poder de los bergantines.
Cuando Cortés sintió que el viento le sería favorable, mandó henchir las velas. El impulso que tomaron los trece pequeños veleros fue suficiente para que en el choque destrozaran a un buen número de barcas mexicas. A babor y estribor había ballesteros que disparaban sobre las que habían quedado a sus costados.
Los mexicas comprendieron en ese momento que también en el agua los españoles eran superiores, por lo que emprendieron la huida hacia Tenochtitlan. Tras esa batalla, la situación de la laguna cambió súbitamente, porque los bergantines la llegaron a controlar muy pronto.
Cristóbal de Olid desde Huitzilopochco, al divisar lo que ocurría en la laguna, inició un ataque fuerte por la calzada de Iztapalapa. Algunos bergantines llegaron allí y apoyaron el avance a través de las cortaduras que los mexicas habían hecho en la calzada. Cortés, mientras tanto, se dirigió con los bergantines a un punto sobre la calzada, Acachinanco, donde había dos templos pequeños (probablemente un santuario de Toci). Después de tomar ese punto mandó poner unas piezas de artillería para disparar tanto a los contingentes que viniesen por la calzada como por agua. El plan original era establecer su campamento en Coyoacán, con Olid, pero tras tomar ese lugar, decidió establecerlo ahí, a poca distancia de la entrada sur de Tenochtitlan. Para evitar que del otro lado llegasen las canoas mexicas, mandó romper un pedazo de la calzada y pasaron del otro lado cuatro bergantines.
Gonzalo de Sandoval, que seguía en Iztapalapa, avanzó hacia Coyoacán y fue duramente atacado en Mexicaltzingo, donde según Cortés, los culúas pretendieron inundar el área para ahogar a los españoles. Allí recibió apoyo de algunos bergantines para pasar por las cortaduras de la calzada y pudo irse a Coyoacán a juntarse con Olid. Al otro día Sandoval recorrió la calzada y se encontró con Cortés en medio de una dura batalla con los mexicas, en la cual resultó herido en un pie por lo que se quedó con el extremeño en Acachinanco.
Durante algunos días estuvieron batallando diariamente, avanzando hacia la ciudad por la calzada. Alvarado, que tenía mejor vista de lo que ocurría del otro lado de la ciudad, les mandó informar que por las otras calzadas del norte muchos mexicas estaban huyendo de la ciudad y aprovisionándola. Entonces Cortés mandó al convaleciente Sandoval a que estableciera un tercer campamento en el Tepeyac, para bloquear también esa salida. La calzada de Tenayuca no fue bloqueada, probablemente debido a que su enorme longitud hacía muy difícil burlar la vigilancia de los españoles.
Con esto se establecieron los tres reales (campamentos) que bloquearán México desde las calzadas durante tres meses. Cortés sobre la calzada de Iztapalapa, Alvarado en Tacuba y Sandoval en el Tepeyac. Olid estaría en Coyoacán reforzando continuamente el campamento de Cortés a través de la calzada. Al mismo tiempo los bergantines vigilarían que ninguna canoa escapara para conseguir aprovisionamiento y, como ofensiva, se introducirían por los canales para atacar la parte habitacional de la ciudad.
De esta manera se completó el sitio sobre Tenochtitlan. Los campamentos bloqueaban la salida por tierra y los bergantines por agua. Asimismo, se iniciaría desde los tres puntos un ataque diario sobre los mexicas, tratando de rendir a Cuauhtémoc y a los otros dos señores de la Excan Tlatoloyan. Así inició el asedio que pondría fin al dominio de México Tenochtitlan y México Tlatelolco.
Para saber más:
- Cortés, Hernán. Cartas de Relación. México, Porrúa, 2001. (Sepan Cuántos, 7)
- Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. México, Porrúa, 2001. (Sepan Cuántos, 5)
- Sahagún, Bernardino de. Historia General de las Cosas de Nueva España. México, Porrúa, 1999. (Sepan Cuántos, 300)
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