El Islam el sello de la profecia
NOTAS DEL RECOPILADOR
La presente es una recopilación y adaptación de algunas historias y dichos de Muhammad, la paz y bendiciones de Dios sean con él. El objetivo buscado, si Dios nos lo permite, es dar a conocer a las gentes de habla hispana la vida y obra del último de los Profetas de Dios y sello de la profecía.
Muhammad, paz y bendiciones sean con él, ostentaba todas virtudes con las cuales se puede adornar un ser humano. Su modo de comportarse y sus enseñanzas son un ejemplo vivo a seguir. Siempre actuó buscando la complacencia de Dios y fue un fiel cumplidor de los mandatos divinos, tal como lo podremos apreciar en los diversos relatos que conforman esta obra.
Quiera Dios que esta recopilación llegue a las gentes y por intermedio de la misma se conozca la vida y obra del último de los Profetas de Dios. Que Dios, Altísimo sea, nos conceda sus recompensas por este pequeño esfuerzo en la causa de Dios. Y guié a quienes tiene la oportunidad de leerlo por el camino de la salvación.
Mis sinceros agradecimientos al hermano Abdel-Lah Hossein, de quien he tomado algunos de sus relatos expuestos en la red. Que Allah, lo recompense con lo mejor.
ádedicado a la Comunidad Islámica de Colombia. En especial a mi querida esposa, quien ha tenido la paciencia suficiente para apoyarme y animarme a continuar en esta labor. Allah, la guíe siempre por el sendero recto y le conceda el éxito en esta vida y en la otra.
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En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso
EL ANUNCIO DE SU VENIDA Y SU MISION
La venida del Profeta del Islam, como Sello de la Profecía y portador del Sagrado Corán, Mensaje definitivo a la humanidad, era conocido por los creyentes de los tiempos anteriores, ya que fue anunciada por otros Profetas y Mensajeros que vinieron antes que él. Para corroborar esto, me permito dar algunos ejemplos.
En la Biblia, en el antiguo testamento, no obstante los cambios que el hombre le ha hecho, se puede leer:
“Yo les suscitaré de en medio de sus hermanos un profeta como tu, pondré en su boca mis palabras y él les comunicará todo cuanto yo mande” Deuteronomio 18:18
Estos versículos hablan de un profeta que sería suscitado de entre los hermanos de los hijos de Israel, ¿y quienes son esos hermanos de los hijos de Isaac, sino los hijos de Ismael, los árabes?
Además, Dios le dice a Moisés que tal profeta “será como tú” –como Moisés-, lo que solo puede interpretarse en el sentido de una similar jerarquía, en cuanto Profeta, conductor del pueblo y promulgador de una ley. Ninguno de los profetas de Israel, posteriores a Moisés, cumplió estos requisitos y además todos fueron descendientes de Isaac, o sea no podían ser tenidos como hermanos de los israelitas.
En cuanto a Jesús, el hijo de María, con ellos sea la paz de Dios, era de la casa de Israel por parte de su madre y no tuvo por misión cambiar la ley de Moisés, al respecto él mismo dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir (Mateo, 5:17).
En cuanto a Muhammad, Profeta del Islam, éste cumplió estrictamente con los requisitos de esta profecía. Sus similitudes con Moisés, son asombrosas: Ambos tuvieron madre y padre y una muerte natural. Ambos edificaron una religión y un modo de vida, dejaron una escritura completa, gobernaron a sus pueblos, se casaron, formaron familias, emigraron con sus seguidores en busca de una tierra segura y conocieron en vida el triunfo de su causa. El versículo en mención dice, además, que tal profeta hablará “en mi nombre” – en el nombre de Dios-. Todos los capítulos del Sagrado Corán empiezan: En el nombre de Dios, El Clemente, El Misericordioso” y el Profeta siempre invocó a Dios cuando hablaba o iba a iniciar un asunto.
En el evangelio de Juan, capítulo 14, Jesús anuncia “Y yo rogaré al Padre y os dará un Paráclito para que este con vosotros para siempre, el espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir por que no le ve, ni le conoce… más el Paráclito os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo he dicho…Pero cuando venga
el Paráclito, a quien yo os enviaré del padre, el espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí… Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si no me fuese, el Paráclito no vendría a vosotros… Y cuando él venga, dará al mundo evidencias convincentes respeto al pecado, a la justicia y al juicio” (Juan 14: 16, 26; 15:26; 16: 7)
¿Quien es este Paráclito que el hijo de María, la paz sea con él, anuncia en los momentos finales de su misión? ¿Quien vino después suyo a establecer la justicia y a hablar la verdad sobre Jesús, sino Muhammad, el veraz, el muy alabado (Ahmad que en griego se dice Periclito), quien trajo una evidencia clara – El Corán- sobre el pecado, la justicia y el juicio.
Para las mentes abiertas, no hay duda que Jesús anunciaba a otro Profeta y nunca a un tercer Dios. Y ese otro Profeta que vino después de Jesús es, sin duda alguna, Muhammad, la paz de Dios sea con él.
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Modelo y ejemplo para la humanidad
Dios, Alabado sea, nos dice en el Sagrado Corán:
“Os ha llegado un Enviado salido de entre vosotros. Le es penoso que sufráis, anhela vuestro bien; y es compasivo y clemente para con los creyentes.” -9:128
“El fue quien envió a Su mensajero con la guía y la verdadera religión, para hacerla prevalecer sobre todas las religiones, y Dios es suficiente testigo de ello.
“Muhammad es el mensajero de Dios, y quienes están con él son severos para con los incrédulos, pero compasivos entre sí. Les verás orando prosternados, anhelando la gracia de Dios y Su complacencia. En sus rostros están marcadas las huellas de la prosternación. Tal es su ejemplo en la Torá y su ejemplo en el evangelio; como simiente que retoña, se robustece, se desarrolla y se afirma en sus tallos; complace a los sembradores para irritar a los incrédulos. Dios prometió a los creyentes que practican el bien, indulgencia y una magnifica recompensa.”S. 48, aleyas 28 y 29.
“De la misma forma que hemos revelado a los Enviados anteriores, te hemos revelado a ti. Antes de la revelación no sabías que era el Qur’an, ni la fe. Hemos hecho el Qur’an, luz que guía a la gente, y tú a través de Qur’an llevas a la gente al camino recto.
“El camino de Dios, Quien posee lo que hay en los cielos y en la tierra. A El vuelven todas las cosas. S-42:52,53.
“El Profeta Muhammad es quien tiene más deber de socorrer a los creyentes. El tiene clemencia para con ellos más que ellos mismos con sus propias personas. Por eso tienen que amarle y obedecerle. S. 33:6
“Tenéis en el mensajero de Dios un gran ejemplo, para los que anhelan la misericordia de Dios, la dicha del último Día, y para los que recuerdan mucho a Dios en toda situación: dureza, prosperidad etc.” S.33:21
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El sello de la Profecía
Se cuenta que Salman, el persa, en busca de sabiduría y de la guía correcta, viajó por varios lugares del mundo. Tuvo contacto con gentes piadosas, entre ellos muchos cristianos. Uno de estos hombres le había dicho que estaba a la espera de un nuevo Profeta, que aparecería en Arabia y emigraría de su ciudad a otra de abundantes palmeras, flaqueada por dos grandes extensiones de lava negra ya solidificada. Y le indicó que a ese Profeta se le podría distinguir por tres signos. El primero, él no comerá de lo que se de por limosna. El segundo, comerá de lo que se entregue por regalo y el tercero, entre sus dos omoplatos llevará el sello de la profecía.
Salman viaja a la península arábiga. Los caravaneros lo hacen prisionero y lo venden como esclavo a un judío de Iazrib - futura
Medina- y fue llevado a esta ciudad. Cuando Salma llegó a la ciudad, se sorprendió al ver que era como la que le había descrito el cristiano que le habló del Profeta que estaba por venir. Llena de palmeras y entre dos grandes extensiones de lava solidificada.
En Iazrib oyó hablar de un hombre en Meca que se había declarado Profeta. Cuando supo de la llegada de Muhammad a la ciudad, se dirigió hasta él, llevaba consigo un puñado de dátiles. Se los entregó al Profeta y le dijo:
“Toma estos dátiles para ti y tus compañeros como limosna, pues veo que sois forasteros en este lugar.”
Muhammad repartió los dátiles entre los que le acompañaban y no comió de ellos. Salman observó atentamente lo que hacía el Profeta.
Al día siguiente Salman volvió ante el Profeta con más dátiles y se los entregó. Esta vez le dijo:
“Aceptad estos dátiles como regalo
para vosotros”
El Profeta tomó los dátiles y los repartió entre sus compañeros y se quedó con unos cuantos, de los cuales comió. Salman estuvo atento a todos sus movimientos.
Días después, por los lados del cementerio de Baqi-al-garqa, a donde habían ido acompañando a un musulmán que había muerto, Salman se acercó a Muhammad para observarlo
y ver si tenía la tercera señal. Rondaba al Profeta con tanta insistencia, que este se dio cuenta de sus intenciones y le dijo:
¿Acaso buscas el sello de la profecía?
Salman apenado, respondió que sí.
El Profeta, sobre él la paz, se desnudo el torso y Salman pudo ver el sello de la profecía entre sus dos omóplatos y comenzó a besarlo, a abrazarlo llorando. Entonces le contó su historia. El Profeta se volvió a sus compañeros y les dijo:
¡Oíd lo que relata Salman!
Todos los compañeros escucharon su historia y lo felicitaron por haber encontrado lo que buscaba. Desde ese momento Salman fue uno de los compañeros más cercanos al Profeta.
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EL SUCESO DE TAIF
Desde el momento mismo en que el Ángel Gabriel le reveló por mandato de Dios, Altísimo sea, al Profeta (pbD) la primera aya, en la que se le ordenaba leer y recitar el Corán, él permaneció en Mekka dando a conocer el mensaje divino, poniendo todo su empeño y todas sus energías en invitar a las gentes al Islam. En esos años, solo unos pocos lo siguieron, la mayoría de los mequinenses lo atacaron duramente y sin tregua. El Profeta y los que le seguían, fueron objetos de burlas y amenazas. Algunos murieron y otros emigraron para salvar sus vidas.
Al año siguiente a la muerte de Abu Taleb, tío del Profeta y quien prestó valiosa ayuda a los musulmanes, los Quraichitas vieron el camino libre para atacar a quienes se negaban a adorar a sus ídolos y llamaban a adorar a un Dios Único.
Por ello recrudecieron las hostilidades en contra de Muhammad y los que le seguían; ante tal situación el Profeta partió hacía Taif, la segunda ciudad más grande de Hiyaz y dominio del clan de Banu Thaquif, para invitar a sus lideres y a sus gentes a someterse únicamente a Allah – Dios-. Al llegar a la ciudad visitó a los tres jefes principales, a cada uno por separado, y les dio a conocer el mensaje que Dios le había ordenado difundir entre los hombres.
Cuando Muhammad les dijo que Allah era El Creador, el Dios Único y que solo El – Allah- merecía ser adorado, los líderes se enfurecieron y se negaron seguirlo escuchando, rompiendo así la regla de oro de los árabes en cuestión de hospitalidad, le trataron de manera descortés y grosera. En vez de aceptar el mensaje prefirieron seguir adorando las piedras y estatuas de su ciudad. Uno de ellos, mofándose, le gritó:
¡Hey, Allah te ha hecho Profeta ¡
El otro, le dijo despectivamente:
¡Allah no pudo encontrar a otro sino a ti para hacerte Profeta ¡
El tercero le dijo:
“Yo no quiero hablar contigo, porque si realmente eres un profeta, oponerme a ti es causar problemas, y si tu solo pretendes ser un profeta ¿Porque tendría que hablar con un impostor?
Los tres coincidieron en hacerle saber al Profeta que su permanencia en la ciudad no era del agrado de ellos y que deseaban la abandonase prontamente.
A Muhammad, una roca en firmeza y perseverancia, no lo desanimó el trato recibido y buscó a las gentes sencillas para invitarlas al Islam, pero estas tampoco lo escucharon. Nadie
le quería oír, estaban engañados y además amenazados por sus jefes y solo repetían lo que estos le habían mandado a decir:
“Que no lo querían en la ciudad, que se fuese”
El Profeta comprendió que cualquier esfuerzo sería en vano y se dispuso abandonar la ciudad. Los idolatras le siguieron y le silbaban, le gritaban obscenidades, se burlaban de él y le apedrearon. Su cuerpo, maltrecho por los golpes recibidos, se baño en sangre, al igual que sus ropas y zapatos. Sólo un esclavo creyente en Jesús, el hijo de María, le tuvo compasión y le regaló un racimo de uvas.
En tan desastrosa condición salió de la ciudad y lejos ya del alcance de sus agresores suplicó al Creador en los siguientes términos.
“! Pido refugio en tu luz, la cual ilumina los cielos y dispersa toda clase de oscuridad y la cual controla todos los asuntos de este mundo y del otro. Ojalá no llegue a ocasionar tu ira hacía mí, o que estés disgustado conmigo. Tengo que eliminar la causa de tu disgusto hasta que estés complacido. No hay fuerza ni poder sino en ti.¡
Al terminar su plegaria el Ángel Gabriel se apareció ante el Profeta, lo saludo con el saludo del Islam- Assalamu Alaikon – y le dijo:
“Allah sabe todo lo que ha pasado entre esa gente y tu. El ha delegado al ángel encargado de las montañas para acatar cualquier orden tuya”, acto seguido el ángel en cuestión se presentó al Profeta y le dijo:
“OH Profeta de Dios, estoy a tu servicio, si tu deseas, puedo causar que las montañas más elevadas de Taif choquen entre sí para que las gentes de ese pueblo queden trituradas ó puedes sugerirme cualquier otro castigo para ellos.”
El noble profeta le contestó:
“Aun si la gente no acepta el Islam, tengo esperanzas en Dios que habrá entre sus descendientes quienes adoren a Allah y
sirvan a su causa”.
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¿Quien de ellos debe ser el primero?
Llegó un día un hombre ante el profeta, se le veía muy preocupado, lo saludó con el saludo del Islam y se sentó a su lado, acto seguido dijo:
-Dime, OH Profeta, tengo muchos parientes y muchos amigos a los que amo y a los que deseo cuidar y ayudar. Pero a menudo me resulta difícil decidir quien de ellos tiene mayor derecho sobre mí. ¿Quien de ellos debe ser el primero?
El Profeta Muhammad ( PBD) le respondió:
-Tu madre debe ser la primera,
antes que ningún otro.
El hombre sonrió complacido, pero como tenía otros muchos parientes y amigos en quienes pensar, preguntó:
Y después de mi madre ¿Quien tiene mayor derecho sobre mí?
El Profeta, volvió a responderle:
“ !Tu madre¡”
El hombre frunció el seño y se dijo, habré escuchado bien, porque se está repitiendo Muhammad, o será que no he preguntado bien, así que repitió nuevamente su pregunta, dijo:
Lo que quiero saber es, después de mi madre, ¿Quién tiene el mayor derecho sobre mí?
Otra vez, Muhammad pronunció las mismas palabras:
Tu madre, tu madre, tu madre.
El Profeta lo había repetido tres veces.
El hombre comprendió entonces que el Profeta le estaba resaltando lo importante que eran los deberes de un hijo hacía su madre. Pero aún así, pensó ¿que hay de todos los demás a los que quiero y deseo cuidar? Y volvió a preguntar:
Y después de cumplir con mis deberes hacía mi madre ¿Quien viene después de ella? ¿Existe alguien aparte de ella?
El Profeta le respondió:
Después de tu madre, tu padre.
Y después. Preguntó el hombre.
Tus parientes cercanos. Le dijo el Profeta.
El hombre se despidió lleno de alegría y se repetía así mismo: Debo cuidar a mi madre antes que a nadie y después a mi padre y luego a mis hijos, abuelos, hermanos y hermanas y a los demás parientes.
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EL PROFETA Y EL BEDUINO
Muhammad, la paz y bendiciones de Dios, sean con él, disfrutaba de la compañía de los niños. Se sentaba a hablar con grupos de ellos. Les contaba historias, les hacía bromas, les daba palmaditas en la cabeza y les besaba.
Los niños vivían encantados con el amor que recibían del profeta y buscaban su compañía. Los más pequeños anhelaban estar a su lado: El los alzaba y cuando llegaba la temporada de dátiles, les daba los primeros frutos a ellos.
Uno de esos días, pasó un beduino y se sorprendió al ver al Profeta rodeado de niños felices y sonrientes, no podía creer lo que sus ojos veían. El enviado de Dios con niños que ni siquiera eran sus hijos, dejándose tocar por estos y lo que es peor aún, pensaba, besándolos.
El beduino se acercó al Profeta y le dijo:
“Yo tengo diez hijos, pero nunca he besado a ninguno de ellos y como es que besas a los que no son nada tuyo.”
El Profeta se entristeció por lo que acababa de escuchar. Tal era la dureza del corazón de ese hombre, que no era capaz de mostrarles cariño a sus hijos. El beduino no sabía que amar y cuidar a los seres queridos y, en especial, a los niños era una bendición de Dios. El Profeta quería ayudar a este hombre pero sabía que existía un gran obstáculo en el camino.
“Como puedo ayudarte yo – le dijo el Profeta- si Dios ha quitado de tu corazón todo el amor y la amabilidad” y le aconsejó que fuera amable y no le diera miedo de mostrar su amor por sus hijos y por los demás y que suplicara a Dios sanara su corazón.
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EL MERCENARIO QUE QUERIA MATAR AL PROFETA
Los Quraish, en su intento por matar al Profeta (PBD), contrataron de entre los de Mekka a un mercenario. Este se equipo para no fallar, untó su espada con un veneno mortífero. Pensaba matarlo de un solo golpe, si la herida no lo hacia, el efecto del veneno lo haría.
La noticia voló con el viento. Cuando el mercenario se acercaba a Medina, en las afueras de la ciudad, fue detenido por musulmanes; lo apresaron, lo amarraron y esperaron a la llegada del profeta (paz y bendiciones).
Muhammad (PBD) fue informado de lo ocurrido y se traslado hasta donde estaba el mercenario. Lo tenían en pleno sol y amarrado.
El profeta preguntó a sus compañeros:
¿Le habéis dado de comer?
¿Le habéis dado de beber?
¿Porque lo habéis puesto en el sol?
¿Porque lo habéis amarrado?
Luego les informó a estos que ese hombre, aun cuando estaba detenido, tenía sus derechos. Ordenó lo soltasen y le dieran de comer y de beber y después de ello le informaran para hablar con él.
Al rato el profeta volvió ante el detenido y empezó a hablar con él y a preguntarle porque quería matarle. El mercenario le explicó que lo habían contratado para asesinarlo ya que él –Muhammad- había dividido a familias y enfrentado a padres e hijos, y rechazaba los 360 ídolos de Meca, a los que quería cambiar por un solo dios.
Y el profeta le explicó que Allah lo eligió como profeta y su misión era transmitir el mensaje y le explicó lo que enseñaba el Islam. Estuvo largo tiempo explicándole la creencia y mandamientos del Islam.
Al mercenario se le veía desconcertado, no podía entender por que ese hombre, a quien llamaban el profeta, tenía todos esos buenos gestos con él y esa gran amabilidad. Pensaba para sí: “Cuando todos querían matarme, este hombre no solo me ha salvado, si no que ha ordenado me traten bien y me den de comer y de beber.”
Cuando terminaron de hablar el profeta le invitó a abrazar el Islam, y le hizo saber que en todo caso lo iba a dejar libre, con la condición de que no volviese a enfrentase a los musulmanes.
Y le invitaba a no luchar mas contra el Islam, lo que el mercenario aceptó y le dijo al profeta que no quería hacerse musulmán, que quería seguir siendo lo que era.
El hombre fue dejado libre y se le permitió abandonar Medina. Los compañeros del profeta le preguntaron a éste, porque había dejado libre a ese hombre, que no se lo merecía ya que quería matarlo.
El profeta les dijo que el mercenario antes no sabía quien era Muhammad y ahora lo sabía.
Al día siguiente, las gentes de Medina, se asombraron; el hombre que el día anterior había sido capturado porque quería matar al profeta y se le había permitido marcharse, estaba de regreso.
Los musulmanes se sorprendieron y pronto lo rodearon e interrogaron que para qué había vuelto, que cuales eran sus intenciones. Toda Medina se agolpó a su alrededor.
Y cuando todos estuvieron allí, el hombre levantó el dedo e hizo la Shahada. Dijo, “ Atestiguó que solo hay un Dios – Allah- y Muhammad es el Mensajero de Allah.”
Los que antes lo habían detenido y no le habían dado de comer ni de beber y que deseaban matarlo, se volvieron hacía él contentos y encantados porque había aceptado ser musulmán.
Uno de los ansar de Medina, lo interrogó porque se había ido el día anterior y luego volvió; porqué no hizo la Shahada antes y esperó hasta volver para reconocerse musulmán?..
El hombre les dijo:
“Quería comprobar y demostrar que quería ser musulmán siendo libre; si hubiese elegido ser musulmán en Medina, se me habría dicho que me hice musulmán por miedo a no morir. Por ello siendo libre de volver a la Mekka y de seguir siendo lo que era, estando libre decidí sin coacciones de ningún tipo ser musulmán, y ahora todos me considerareis que me hice musulmán por voluntad propia, porque tuve la elección de volver a la Mekka, pero decidí volver a Medina para hacerme musulmán. Lo que me demostró vuestro profeta, con su humildad, educación, saber y nobleza, todo esto que vi en vuestro profeta fue lo que me hizo aceptar el Islam y, ahora gracias a Allah y al Profeta, soy musulmán In sha Allah.
Cuando llegaron las noticias al Profeta éste se alegro, porque otra persona más se había hecho musulmana gracias a Allah.
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TODOS NACEMOS MUSULMANES
Se encontraba el Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, reunido con un grupo de sus compañeros, les hablaba de Allah y de sus mandatos, como era su costumbre. Les dijo:
"Todo ser humano nace con su Naturaleza original intacta, y son sus padres los que lo hacen judío, cristiano o politeísta".
A lo cual uno de los presentes anotó:
"... o musulmán".
Y el Profeta (S.A.S.) contestó:
"No, pues el Islam es el estado natural del ser humano".
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HECHOS PRODIGIOSOS EN LA VIDA DEL PROFETA
Fueron muchos los hechos prodigiosos en vida del profeta, aquí expondremos tres de ellos.
I
Después de haber dejado Mekka rumbo a Iazrib, el Profeta hizo un alto en la tienda Umm Maabad y solicitó algo de leche para mitigar su hambre y su sed. Umm Maaba.d apenado se excusó de no tener nada que darle, su única oveja no tenía leche, sus ubres hacía tiempo se habían secado.
El Profeta pidió ser llevado hasta donde la oveja y se le acercó, le acarició las ubres. Al instante estas se llenaron de leche y todos los presentes pudieron beber hasta hartarse.
II
En los tiempos de escasez, los hombres de Medina, se reunieron en torno al Profeta, buscaban una solución a las dificultades que estaban atravesando y al hambre que los agobiaba. El Profeta los escuchó y luego se dirigió a la casa de uno de los ansares – gentes de Medina que les prestaban auxilio- donde había sido invitado a comer. Los demás lo siguieron.
Al llegar no hallaron sino un pequeño cordero, algo de caldo y un poco de pan. El dueño de casa se preocupó, no esperaba tanta gente, esa poca comida no alcazaba sino para unos pocos.
El Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, dijo “En el nombre de Dios, El Clemente, El misericordioso” y desmenuzó con sus propias manos la comida. Cuando hubo terminado pidió al hombre llamara a todos para que se acercaran a la mesa, la que estaba dispuesta de diez en diez.
Todos fueron pasando a comer. En total seiscientos hombres. Los que al final quedaron satisfecho.
III
En otra ocasión, en la que hambre era tal que tenían que apretarse los cinturones, para encoger sus estómagos y no sentirla, Abu Huraira quiso llamar la atención de los otros compañeros, como Abu Baker y Umar para hacerles saber la penosa situación por la que estaban pasando. Pero nadie se dio por enterado, todos sentían lo mismo. Hasta que el Profeta quien, enterado de la situación, lo invitó a acompañarle y le dijo que invitara a la gente de al-saffa - eran más de cien-.
Llegaron a casa del Profeta, en ella no había más que un cuenco con leche. No obstante esto Muhammad le ordenó a Abu Huraira: “!Da de beber a tus hermanos!”. Este así lo hizo. Cada vez que un hombre bebía y bebía hasta quedar satisfecho, Abu Huraira miraba el cuenco y lo hallaba siempre lleno.
Cuando todo el grupo hubo bebido, el Profeta se dirigió a Abu Huraira y le dijo: ¡Bebe¡ Y este bebió y volvió a beber tras una nueva indicación del Profeta. Y así, una y otra vez, hasta tener que exclamar: ¡ Por aquel que te ha enviado con la verdad, que no hallo conducto para lo que queda”.
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La crueldad en contra del Profeta
Los incrédulos de Mekka se esforzaban en inventarse maneras para fastidiar y agredir al Profeta y a todos los que se atrevían a seguirlo. Comenzaron con la adulación y el ofrecimiento de grandes riquezas y hasta el poder y terminaron agrediéndolo físicamente y urdiendo planes para asesinarlo.
En cierta ocasión Muhammad, se encontraba en la mezquita de la Cabaa, se hallaba prosternado, alabando y suplicándole a Dios, estaba sin sus compañeros, oportunidad que fue aprovechada por un grupo de idolatras, entre ellos un tal Oqba, hijo de abu Muit, los que comenzaron a insultarlo. El Profeta seguía impávido con su cabeza sobre el suelo, era como si no escuchara a sus agresores. Esto los enfureció y el tal Oqba, Salió y consiguió un feto de camello, recién abortado, todo ensangrentado y soltando líquidos, y lo lanzó sobre el cuello del Profeta, que aún continuaba prosternado.
Muhammad no levantó siquiera la cabeza. Alguien aviso a su hija Fátima de lo que acontecía y ella rápidamente se hizo presente, preocupada y llorando se acercó a su padre y le quitó el feto de encima y lo ayudó a levantarse. Lo llevó hasta su casa donde le limpió la suciedad.
Este tal Oqba, en otra ocasión, en la misma Cabba y estando el Profeta orando, igualmente,lo tomó del cuello y lo quiso ahorcar. Abu Baker, quien se encontraba presente en esta oportunidad, intervino y empujo a Oqba y le dijo:
“Quieres matar a un hombre solo porque dice que Dios es su señor”
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PALABRAS FINALES
Todo musulmán debe tomar nota de estas historias, en ellas vemos el buen comportamiento del Profeta, la paz de Dios sea con él. Su educación, proceder y generosidad.
La mejor forma de hacer dawah (predicación) es dando uno ejemplo con un buen proceder y una buena educación antes que hablando y transmitiendo un montón de mandamientos.
Muchos se hicieron musulmanes porque vieron con sus ojos y sintieron en sí mismos, el modo de vida enseñado por el Islam; no sólo escucharon palabras sino que vieron en la práctica como se comportaba el Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él. Su dicho concordaba con sus actos. Practica que siguieron los compañeros y los piadosos que les siguieron, que Dios esté complacido de ellos.
Por lo anterior os animamos a que seamos rectos educados y tengamos buen carácter con todo el mundo ya sean musulmanes o de otra confesión, porque al ser educados y al tener buen carácter también se está predicando el Islam y la mejor forma de hacerlo es con el ejemplo como hizo el profeta.
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TEXTOS CONSULTADOS Y DE DONDE SE TOMARON ESTAS HISTORIAS
1.- Muhammad. El hombre ante quien la Historia se puso de pie. Muhammad Kamal Mostaza y Nicolas Roser Nebot.
2.- La luz de la eternidad. Ya’far Suban
3.- El paso hacía el paraíso. El-Iman Nawawi
Selección y Prologo M.M. Al-Azami – Ahmed M. Safí-
4.- Selección de libros infantiles publicadas por el Centro Islámico de España.
5.- Relatos de Abdel-Lah Hossein expuestos a través de la red.
6.- Muhammad- Profeta de Dios – Alvaro Machordom Comins
7.- Biografía del Profeta Muhammad.- Tomo 1. Sehj Elsaly Abdel Aziz.
QUE LA PAZ Y BENDICIONES DE DIOS SEA
CON TODOS NOSOTROS.
Sobre "Anuncio de su vida y su misión":
ResponderEliminarComo utiliza usted las Escrituras, yo también las usaré.
1. Los profetas. ¿Fue Muhammad un profeta según las Escrituras? Jesús dijo:
"En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa."
Casualidad que Muhammad naciese en La Meca y que convirtiese a ésta ciudad en el lugar más sagrado del Islam.
2. Los Hijos de Israel, no son los Ismaelitas, sino los Israelitas. Incluso tomándolo en el sentido que usted quiere tergiversar lo que la Escritura dice, no serían tampoco los Ismaelítas, sino los descendientes de Esaú, que tampoco son, pues no son hijos de Israel.
3. No entiendo porqué se trata de torcer las Escrituras para que anuncien al que no anuncian, y hablen del que no hablan. Por si no está suficientemente claro en el Antiguo Testamento, el propio Jesús dijo:
"Moisés escribió acerca de mí."
"Luego les dijo:
–A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse."
Felipe al ver a Jesús dijo:
"Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret."
4. Decís que Muhammad es el "Sello de la Profecía". Jesús dijo:
"La ley de Moisés y los escritos de los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él."
Es decir, que no se esperaba ya más a ningún otro profeta, después de estos tiempos.