2012, Nostradamus, los mayas y la violencia
Jared Loughner –el plurihomicida de Tucson- cree en falsos calendarios, profecías a medida y portentos. La clave reside en que 2012 será el año del Apocalipsis. Exactamente, lo que promocionó desde 2009 el canal de cable History.
Según una compañera suya de escuela, el joven “estaba obsedido por la fecha 2012 y creía en mitos de la etnia hopi”, establecida cerca de aquella ciudad. Mezclándolos con el calendario maya y las profecías de Michel de Nostre Dame (Nostradamus, 1503/66), continuamente reescritas, “aguardaba el fin de los tiempos”.
Por otra parte, Loughner recogía los mensajes tremendistas del “Tea Party” y predicadores evangélicos, cifrados en la elección de un afronorteamericano “socialdemócrata” como presidente de Estados Unidos. El asesino múltiple combinaba esos dislates con la reciente muerte masiva de peces y aves en su país.
El costado “político” de todo eso vincula la afluencia de inmigrante ilegales hispanófonos con la prédica de Sarah Palin, los sismos en Haití y el peligro chino. “Estados Unidos se tambalea al borde del abismo”, deducía el enajenado vía Facebook y Twitter. Pero el hombre no estaba solo: en 2010, se vendieron a civiles 12.000 millones de balas, contra ocho millones en épocas “normales”. Mientras tanto, proliferan en el país búnkers familiares repletos de alimentos y otros insumos para sobrevivir en “un mundo posterior al cataclismo” (sostenía Loughner).
Ahora bien ¿qué móvil inspira estos delirios? Una fecha, el 21 de diciembre de 2012. La última edición (2008) de las Centurias (Nostradamus, claro) se ha fundido con un calendario maya apócrifo. Pero este mismo fenómeno se extiende por el planeta en forma de libros y predicciones astrológicas recicladas cada año por un elenco estable de charlatanes.
No es casual que la masacre (dieciocho heridos, seis muertos) haya acontecido en Arizona. Los apocalípticos, en efecto, definen el norte del estado como “el mejor refugio en 2012”. Pero el mensaje de Loughner interpola además acusaciones contra el gobierno federal. Por ejemplo, meterse en la vida de la buena gente reformando “la legislación jubilatoria”. No obstante ¿cómo lo hará si, en el momento del plurihomicidio, faltaban ya menos de doce meses para el Armagedón?
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