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jueves, 25 de agosto de 2011

Esquizofrenia libia

Esquizofrenia libia
Crónica desde Trípoli
Geopolítica
Etiquetas: libia, rebeles, guerra, usa, otan, confusion, tripoli

Incluso Trípoli ya está perdida y Gadafi no controla ahora más que la zona de la ciudad que está alrededor de su residencia. (Foto: tvperu.gob.pe).
"No masacres, no bombardeos, no violencia" contra los civiles. Con estas palabras, Moussa Ibrahim, portavoz del gobierno libio, comenzó ayer por la mañana su discurso cotidiano ante la prensa extranjera (prensa que llega ahora masivamente, sobre todo periodistas y medios estadounidenses a la cabeza, conducidos por la super-estrella de la televisión CNN Christiane Amanpour).
Para Moussa Ibrahim, se intenta que el régimen "cambie al estilo de Irak" piloteado por las "potencias imperialistas occidentales que quieren el petróleo", y por los islamistas, que quieren hacer de Libia "una Somalia mediterránea o un Afganistán"; "Occidente y al-Qaida se han apoderado y controlan las protestas pacíficas y legítimas" a favor de reformas para sembrar "el caos" en Libia provocando ya "un centenar" de muertos "en cada bando".
En cuanto a la resolución punitiva n°1970 de la ONU, aprobada por el Consejo de Seguridad, para el portavoz libio es inconcebible que ella se haya constituido y nutrido únicamente con los "reportajes de los medios de comunicación" implicados —nosotros esperamos que esto esté claro para todo el mundo, incluso para los detractores incondicionales de Gadafi— en una operación de desinformación comparable, para mencionar la más reciente, a aquella de las "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein [en Irak] (podemos apostar que si el coronel Gadafi no cae rápidamente ¿aparecerá alguien para señalar y encontrar estas armas en Libia también?)
Viviendo en Trípoli —o al menos viendo la crisis social desde aquí mismo, en la capital— la evolución de la crisis libia me da vértigo. Aquí se quiere dar —y en cierta medida tenemos— la impresión de que la vida cotidiana es 'normal' (y en todo caso el día, cada día, por el momento, transcurre normalmente); que Gadafi tiene el 'control' casi completo, no solamente de la capital Trípoli sino de todo el país ("sólo la región de Cirenaica está perdida, los otros lugares no son más que 'bolsas' de resistencia", ha dicho el portavoz); que Libia "se dirige rápidamente hacia la calma y la paz" (son palabras de Saif al-Islam, el hijo 'reformador' del coronel Gadafi), que si la calma y la paz todavía no han vuelto es porque el líder "ha dado órdenes estrictas de no disparar sobre la muchedumbre" (a pesar que calificó a los rebeldes de "ratas a exterminar"); que en todo caso se está buscando una vía para una salida negociada y que él —Saif— ya ha entablado un dialogo con los rebeldes; que si por otro lado [estos] buscan la guerra civil, la tendrán; que la revueltas y protestas son obra de algunos fundamentalistas islámicos y que el coronel Gadafi siempre les ha combatido, con reconocimiento y elogio de los líderes democráticos que ahora lo condenan y lo quieren enviar a la Corte Penal Internacional para juzgarlo (para nosotros que vaya, pero después de los caballeros Bush, Blair, Cheney y Rumsfeld).
Desde afuera, del mundo exterior, el escenario, para nosotros que estamos aquí embedded [que se puede traducir como 'incrustados'] y que leemos las informaciones de las agencias de prensa internacional acerca de Libia y, sobre todo, los diarios italianos, el escenario presentado es completa y locamente diferente, muy opuesto. Para ellos, la caída de Gadafi es inminente, una cuestión de horas; respecto a las ciudades libias —a excepción de Trípoli y la provincia natal de Gadafi, Sirte— donde flota la bandera de los rebeldes, la bandera con los colores negro-rojo-verde que era la bandera de la monarquía senousita del rey Idris, rey que fue depuesto y expulsado por Gadafi en 1969 (curiosamente, la utilización de esta antigua bandera no genera ninguna interrogante entre los rebeldes, sabiendo que el rey fue una marioneta de los ingleses); los muertos causados por la represión militar, por la milicias de los rebeldes y los "mercenarios africanos" no se cuentan más y aumentan o disminuyen según los días y los caprichos: 300, 1000, 10000, 2000…;
Incluso Trípoli ya está perdida y Gadafi no controla ahora más que la zona de la ciudad que está alrededor de su residencia en el compound militar de Bab al-Azizia; un general que se pasó al bando rebelde, Ahmed Gatrani, según lo que escribe el diario estadounidense Washington Post, ha constituido un ejército en la ciudad de Bengasi y ya llegó a las afueras de la capital (Bengasi que está a más de mil kilómetros de la capital) y ya ha lanzado un primer ataque en la capital, más precisamente viernes pasado, por el momento rechazado por las fuerzas gubernamentales leales a Gadafi, según dice, (y que los periodistas aquí presentes en Trípoli [yo incluso], no hemos visto el menor signo o escuchado el menor ruido).
Esquizofrenia en estado puro
¿Todo esto es posible? Sí, es posible en la situación de esquizofrenia que hay en Trípoli y para todos aquellos que viven en Trípoli. La impresión en todo caso es que Gadafi ha perdido una parte del partido y que el círculo alrededor suyo se ha cerrado ya, círculo en el sentido político-diplomático-mediático mundial, y que el coronel Gadafi también está acabando su turno en Libia.
Es un asunto de tiempo y de maneras. Si ellos [el clan gubernamental] quieren verdaderamente empujar hasta la guerra civil, como ha amenazado el coronel Gadafi y también su hijo "especialista en diálogo", tal vez entonces hará falta más tiempo y sobre todo más muertos. Pero si se opta por encontrar una solución de emergencia, de una u otra manera, una forma negociada, la solución podría ser más rápida y sería en todo caso menos sangrienta.
El problema en Libia es que, contrariamente a Túnez o Egipto, las fuerzas armadas no son un factor bastante determinante (en todo caso hasta el presente) para situarse como el mediador que regula y equilibra la balanza. Otro problema es, contrariamente a Túnez y Egipto, que no existen otros factores que pudieran ser decisivos para resolver esta crisis social: hablo de la inexistencia de sindicatos o de partidos políticos en Libia, aunque por otro lado exista , como en Yemen o en Irak, una estructura de clan tribal a la cual hay que tener muy en cuenta.
La revuelta también, hasta el presente, no daba signos de poder, de organización, de poder constituir una instancia política más allá del objetivo inmediato de derribar y expulsar a Gadafi del poder, y si no se quiere dar crédito a lo que afirma el coronel desde un comienzo: que los rebeldes en realidad son agitados por el largo brazo de al-Qaida o, al menos, aquí en Libia, por los ulemas fundamentalistas y sus fieles que gritan a la salida de las mezquitas "Gadafi, enemigo de Dios".
El pasado domingo, el ex-ministro de justicia Moustafa Abdeljalil, que se ha pasado "al bando del pueblo", presentó en Bengasi un Consejo Nacional [rebeldes] compuesto de civiles representantes de las ciudades liberadas y de los militares que han dimitido. El objetivo declarado es el de ir cuanto antes a unas elecciones libres, de aquí a tres meses, un periodo demasiado corto como para que puedan ser verdaderamente libres y representativas de la ciudadanía.
El portavoz del Consejo Nacional se apresuró a desmentirlo, precisando que se trata más bien de un "gobierno provisional, interino o de transición", tal vez para parar en seco toda ambición del señor Abdeljalil, quien sin embargo ya ha anunciado por su parte haber entablado negociaciones con los "ancianos de las tribus" y que declaró al diario Quryna —el cotidiano semi-independiente de Saif al-Islam: ¿otro paradoja o señal?— "que no habrá ningún ajuste de cuentas" indiscriminado.
Incluso el mismo Saif al-Islam dice haber comenzado las negociaciones con el clan y las tribus, muchas de las cuales se han unido a la revuelta contra el coronel Gadafi, y haber ofrecido el dialogo a "la oposición", oferta que ha sido rechazada por el Consejo Nacional [rebeldes].
La situación en Libia es, como dice un diplomático de la embajada de Italia, "magmática". Muy magmática. El momento decisivo de acerca. E incluso si el resultado pareciera que ya está decidido, todo puede pasar o cambiar al final, en las próximos días o en las próximas horas.

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