La máquina de cortar tontos
Si desde Langley, Virginia, contagian cáncer, había un dios mitológico que trasmitía la locura
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
sábado 14 de enero de 2012 12:00 AM
El ojo avizor alertó que los gringos tienen una máquina para inocular cáncer a los gobernantes "progre". De otro modo nos enteraríamos "en cincuenta años". La CIA, Bush y el Mossad derrumbaron las Torres Gemelas para asaltar el petróleo iraquí y ningún avión cayó en el Pentágono, sino un misil. El SIDA es un virus de laboratorio, igual que las gripes porcina y aviar, creados para vender medicamentos.
En Teoría de la conspiración (Donner, 1997) Mel Gibson habla a Julia Roberts sobre el proyecto HARP, máquina maligna capaz de provocar un terremoto en China para asesinar un presidente. El decodificar de cable es un sistema de espionaje. Carlos Andrés Pérez era "uno de los hombres más ricos del mundo" y tenía una tarjeta de crédito con la que podía comprar hasta un 747.
EEUU no llegó a la Luna en 1969 y lo que vimos lo hizo Kubrick en estudio. A regar la duda contribuyó la cinta sobre el tema, Capricornio Uno (Hyams, 1978), y que en Los diamantes son eternos (Hamilton, 1971) James Bond atraviesa caminando un set donde rodaban la falsificación. Monsanto diseñó la semilla Terminator para arruinar pequeños agricultores. Cuando la conjuntivitis por desnutrición se desparramó en Cuba, el inefable barbudo acusó a los norteamericanos.
Un burdo folleto aparecido en Rusia en 1903, Protocolos de los Sabios de Sión narraba que la conspiración mundial judía se fraguó frente al Demonio. Muchos creen que detrás del tinglado, autoridades e instituciones de fachada, minorías todopoderosas, secretas y malignas los manejan como guiñoles. Precisamente como es en Cuba.
En Roma culpaban a los cristianos de demoníacas bacanales de promiscuidad sexual en las que sacrificaban niños e ingerían su carne y sangre. Más tarde cuando fueron poder a partir de Constantino, acusaron a las demás sectas de lo mismo. Siglos más tarde a herejes, judíos y brujas, de hacer pacto con el diablo, volar en escobas, trasladarse en cangrejos gigantes y realizar el sabbath, grandes orgías con el demonio.
Ni Elvis ni Bin Laden están muertos, pero sí Paul Mac Cartney, sustituido por un doble. El centro de la tierra es hueco y en él hay una civilización que la NASA esconde. A Lady Di la asesinó la Corona. En Roswell, Nuevo México, aterrizaron extraterrestres, que antes construyeron todas las pirámides existentes. Shakespeare era un seudónimo de Bacon. Imposible resumir las extravagancias y disparates de la "teoría de la conspiración" pero conviene distinguir los simples memeses de crímenes contra la Humanidad.
Stalin asesinó millones de personas por representar intereses "del capitalismo y potencias extranjeras". Hitler se inspiró en los Protocolos... y exterminó seis millones de judíos. Ahmadinejad hizo un evento en 2009 donde "importantes expertos" afirmaron que el Holocausto era mentira, mientras ahorca todos los días tres personas.
Esta visión paranoica, manipuladora siempre ha existido. Cierto que hay muchas conspiraciones de poderes clandestinos, orientadas a obtener beneficios turbios y enturbiar la realidad, pero su eficacia es episódica y mermada.
El proceso normal para que una idea triunfe en la sociedad abierta implica que se convierta en pública. Se puede engañar todo el tiempo a alguien y por momentos a todos, pero no a todos todo el tiempo. Esto gracias a la pluralidad de los medios de comunicación libres, que develan las conspiraciones y rompen el monopolio gubernamental de la información-adoctrinamiento. Por eso el Estado Bellaco les atribuye la conspiración que él mismo realiza.
Los caudillos totalitarios contemporáneos, -hoy el degenerado "Socialismo del Siglo XXI"-, crean sociedades bajo puño de hierro único, mientras paradójicamente acusan a las democracias de ser pábulo de minorías conspirativas
Fanatizan, idiotizan, envenenan a sus seguidores con mentiras dementes, los convierten en sicarios potenciales (o reales) y crean ambientes sórdidos, "sociedades establo". Desvaríos y acusaciones ("apátridas" y "traidores") a los demócratas, mientras se hacen cómplices de otros Estados bellacos, y para asombro global, regalan las riquezas que pertenecen a la ciudadanía.
"Estados Unidos provoca el terremoto de Haití" (también proyecto HARP), "los escuálidos dejaron robots para destruir Pdvsa", "la oposición me odia por negro", "Estados Unidos asesina en Libia la población civil". Si desde Langley, Virginia, contagian cáncer, había un dios mitológico que trasmitía la locura. Los marineros se lanzaban de sus barcos y se convertían en delfines
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