Además de la fea costumbre de robar sin freno y sin pudor, en la familia presidencial hacen gala de un cinismo sin parangón.
El cinismo propio de las dictaduras cuando los tiranos y su prole son pillados en el robo del dinero público; dinero que saquean alegremente, mientras el pueblo carece de empleo, de atención médica, de medicamentos.
Y es que de nueva cuenta un trabajo periodístico revela las raterías de la familia Obrador –la familia presidencial–, y también de nueva cuenta aparece como respuesta oficial, el cinismo del mismísimo presidente Obrador.
En esta ocasión, otra vez la empresa de noticias de Carlos Loret de Mola reveló que una prima hermana del presidente, de nombre Felipa Obraor, recibió sin licitar contratos de Pemex por casi 400 millones de pesos. Sí, una pariente del presidente metida en el desfalco de dinero público.
¿Y cuál fue la respuesta de López Obrador?
La risa y la descalificación; la misma respuesta que dio López Obrador cuando pillaron a su vocero, Jesús Ramírez, en transas para favorecer con dinero público, mediante empresas fantasma, al diario oficial, regeneración; idéntica respuesta cínica del presidente mexicano cuando los pocos medios críticos recopilan los fracasos del gobierno de AMLO; fracasos como la promesa de que acabarían las masacres.
Pero la historia del abuso de poder y de las raterías oficiales por parte de la familia Obrador, vienen de lejos.
Apenas hace días, murió Candelaria Beatriz López Obrador, hermana del presidente, quien se desempeñaba como maestra de escuela.
Sin embargo, en Palacio nunca se dijo que Candelaria murió a causa de la pandemia y tampoco se explico por qué razón no fue atendida en un hospital del ISSSTE, como le correspondía, sino que durante semanas, médicos militares la atenieron en un hospital militar. Es decir, los privilegios oficiales.
Otro escándalo es el de Pío López, el “hermano recaudador” del presidente, a quien un video exhibe recibiendo bolsas de dinero. A pesr de la evidencia y de la ratería –que le dio la vuelta al mundo–, ni el INE ni el Tribunal Electoral y menos la Ficalìa General se atrevieron a intervenir.
Peor aún, en el colmo de la sumisiòn institucional, el Tribunal Electoral determinó que al exhibir el video, antes que probar un delito electoral del hermano del presidente, se violaban los derechos humanos del pillo Pío López. Así las raterías y el cinismo de la familia presidencial.
Pero son mayores las evidencias de las pillerías de la familia Obrador. Entre proveedores del gobierno federal existe una queja recurrente de que “Andy López”, el primogènito de AMLO es quien cabildea “los moches” a los empresarios que buscan participar en el gobierno federal.
Y ay de aquel dueño de empresa que no se someta con el respectivo “moche” que exige Andy, porque es perseguido y señalado por el propio López Obrador, en las “mañaneras”.
Pero la “primera línea” de los parientes del presidente no es la única metida al negocio de las transas, los moches y las raterías.
No, las nueras del presidente, es decir, las esposas de sus hermanos, son “ratas grandes” en el desfalco oficial. Y dos casos son emblema.
El primero, el de Jessica Moreno, esposa de Arturo López Obrador, hermano del presidente, quien fue acusada por la Fiscalìa del Estado de Veracruz, por el presunto desvío de 80 millones de pesos, cuando se desempeñaba como Oficial Mayor de la secretaría de Educación del gobierno de Javier Duarte.
Al momento de presentar la denuncia, Guillermo Mora, Contralor estatal, denunció que para el desfalco se utilizaron 20 empresas fantasma. Sí, la corrupción y la ratería vienen de familia; la familia presidencial.
Pero tampoco es todo. Apenas en mayo de 2020, el Congreso de Tabasco desconoció al cabildo de Macuspana, la tierra natal del presidente.
La razón de la desaparición de los poderes muncipales obedeció al robo de 225 millones de pesos; ratería en la que aparece presuntamente involucrada la cuñada del presidente, Concepción Falcón.
Luego de la denuncia pública, igual que ocurrió con todos los casos de corruptelas de su famuilia, el presidente acusó a los medios de pretender desinformar, cuando lo cierto es que sus parientes son verdaderos pillos.
Claro, eso sin contar con los negocios sucios de los hijos del presidente, quienes viajan en aviones privados, se atienden en hospitales de lujo en Estados Unidos y en todo el mundo se comportan como jeques, mientras en México miles mueren a causa del mal gobierno de López Obrador.
Pero lo peor es el cinismo y la desverguenza presidencial por los actos de corrupciòn de su prole.
El presidente se burla de los medios y los periodistas que revelan las corruptelas de sus parientes, antes que demostrar la “honestidad valiente”.
¿Hasta cuándo una institución del Estado será capaz de poner un alto a las transas del presidente y de su prole?.
Se los dije, AMLO y su familia son ratas gordas.
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