DIADEMAS
ENRIQUE VELA
[…] Y luego también los mercaderes sacaban las joyas de oro y piedras que sabían que eran preciosas en aquella provincia, una de las cuales se llama tepeyo teucuítlatl, que era como corona de oro; y otra que se llama teucuitlaixcuaámatl, que era una plancha de oro delgada y flexible que se ceñía a la frente; y otra que se llamaba teucuitlatlancózcatl, y otra que se llamaba pitzáhuac teucuitlacózcatl. Todas estas joyas eran para los señores. Llevaban también otras para las señoras. Una dellas eran vasitos de oro donde ponen el huso cuando hilan; otras eran orejeras de oro; otras, orejeras de cristal. También llevaban para la gente común orejeras de la piedra negra que se llama itztli, y otras de cobre, muy lucias y polidas; también llevaban navajas de la piedra negra que se llama itztli, para raer los cabellos y pelos, y otras navajitas de punta para sangrar, que llamaban huitzauhqui. También llevaban cascabeles como ellos los usaban, y agujas como las usaban […]
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, lib. IX, cap. IV
Imagen: Izquierda: La Reina de Uxmal con diadema y orejeras. Uxmal, Yucatán. Museo Nacional de Antropología. Foto: Mario Carrieri / INAH. Derecha: Primer plano: Figurilla masculina con diadema. Palenque, Chiapas. Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH. Foto: Oliver Santana / Raíces. Segundo plano: Diadema de jade de Pakal. Palenque, Chiapas. Museo Nacional de Antropología. Foto: Boris de Swan / Raíces.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Es editor de Arqueología Mexicana.
Vela, Enrique, “Diademas”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 63, pp. 64-65.
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