EL TABACO
Sabias que el tabaco es un espíritu, un ser medicina de las estrellas manifestado en Pachamama en forma de planta? Pues si el abuelo Tabaco asiste y acompaña a la humanidad en su evolución desde el origen de los tiempos.
El tabaco Sagrado es medicina en sí mismo de muchas maneras. Es un puente que conecta y alinea los diferentes planos de manifestación del ser: espíritu, mente, corazón y cuerpo. Una simple planta quemándose en el fuego, transformándose en humo que se eleva y desaparece, dejando solo el aroma, la ceniza y los rezos en nuestra conciencia. Ahumando Tabaco Sagrado recibimos el mensaje de nuestro Espíritu, del Tabaco mismo, del universo, del Gran Misterio.
Ahumar escuchando, meditando en calma y silencio, nos permite simplemente saber con todo nuestro ser, encontrar la respuesta verdadera, profunda, simple y poderosa que estamos necesitando.
El rezo con Tabaco Sagrado es una herramienta que nos permite conectarnos con el Universo y con las fuentes de energía creadoras de vida, esparciendo con su humito nuestros rezos a los cuatro vientos.
El Tabaco es puerta a toda medicina. Es un espíritu que tiene relación con todos los espíritus: con tabaco sagrado podemos llamar, convocar, pedir la ayuda de la medicina que necesitemos para cada momento en nuestra evolución. Los abuelos que caminan medicinas originales lo consideran el “director” del trabajo de las plantas.
El Tabaco ayuda a ordenar a las otras plantas de poder y medicinales, a comunicarles el propósito y la necesidad por la que las tomamos, a sincronizar y equilibrar, organizar sinérgicamente el trabajo de cada una.
El Tabaco es un protector, tiene la función de cuidar al espíritu en su llegada y en su partida.
El Tabaco ordena los momentos en una ceremonia y en nuestra vida sagrada en pachamama. Abre y cierra puertas entre los mundos, nos ayuda a entrar y salir, a ajustar la percepción y la atención en momentos de transición.
Se lo llama “Planta Maestra”, pues es un verdadero guía en el camino sagrado, nos ayuda a tener claridad en cada paso, a tomar decisiones que nos lleven más cerca de nuestra verdad, de nuestros sueños. Nos enseña a elegir opciones de libertad saludables, de crecimiento, de evolución y de armonía en todas nuestras relaciones. Nos devuelve a nuestro camino de espíritu cuando nos trancamos, nos desviamos o tropezamos en alguno de los muchos desafíos que han de presentarse.
El Abuelo Tabaco es planta de poder, poderosa planta medicina. Nos convida su fuerza de conciencia para que realmente podamos recordar quienes somos y cuál es nuestro origen, entender que estamos haciendo y despertar a nuestro propósito esencial de existencia. Nos enseña el verdadero poder en cada uno y en cada una, el poder de ser íntegros, de caminar nuestra verdad, de seguir los designios de nuestro espíritu, el poder de ordenarnos a nosotros mismos en el universo y alinearnos con las fuerzas creadoras. Nos enseña también el poder de la humildad, de aceptar cuando no podemos y así rezar para “poder poder”.
El ahumar sagrado es ahumar concientes, atentos, despiertos, en nuestro centro, dispuestos a ir mas allá de nuestra mente y nuestro corazón. Es reconocer la necesidad de agradecer, de pedir ayuda, de recibir sabio consejo de los abuelos. Es disponerse a reparar, ordenar y armonizar todas nuestras relaciones, para que todo en nuestra vida pueda alcanzar su propósito más elevado.
El Tabaco Sagrado es alimento para nuestro espíritu, para nuestra conciencia. Es puerta para la relación directa de cada uno con el Mundo Sagrado, sin necesidad de iglesias, chamanes, gurúes ni maestros.
Rezar con Tabaco Sagrado nos recuerda la necesidad del respeto, de dar a cada cosa su momento, de escuchar para ser escuchado. Nuestra palabra se vuelve sagrada cuando somos capaces de solo decir verdad, de honrar nuestros acuerdos y hacer lo que decimos que vamos a hacer.
El Tabaco se vuelve Sagrado cuando así decidimos relacionarnos con él, cuando nos permitimos reconocernos como sagrados, al igual que todo lo que convive con nosotros.
Tabaco Sagrado es el que sembramos, cuidamos y cosechamos, el que nos llega de manos del Gran Misterio cuando más lo necesitamos, el que nos acompaña en el morral y con su espíritu a todas partes, el que amasamos con esmero, el que compartimos con nuestra familia. Es el tabaco que despierta y libera nuestro espíritu.
Desconozco el autor.
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