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viernes, 22 de enero de 2021

LA DISCRIMINACIÓN HACIA MEXICANOS Y MEXICOAMERICANOS EN ESTADOS UNIDOS

 LA DISCRIMINACIÓN HACIA MEXICANOS Y MEXICOAMERICANOS EN ESTADOS UNIDOS

La segregación escolar, los linchamientos y las deportaciones masivas de ciudadanos estadounidenses de ascendencia hispana son solo algunas experiencias que se han enfrentado.
La historia de la discriminación latinoamericana comienza en gran medida en 1848, cuando Estados Unidos ganó la guerra y cuando se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que otorgó el 55 por ciento del territorio mexicano a los Estados Unidos, los primeros mexicanos no cruzaron la frontera, sino la frontera a ellos.
A medida que avanzaba el siglo XIX la fiebre del oro, el trabajo en la construcción del ferrocarril y otros empleos, hicieron popular la emigración a los Estados Unidos. Empresas como la Southern Pacific Railroad, que necesitaba desesperadamente mano de obra barata para ayudar a construir nuevas vías estuvieron complacidas y estimularon la inmigración; el sentimiento antilatino creció también: a los latinos se les prohibió la entrada a establecimientos anglos y se los segregó a barrios urbanos en áreas pobres y aunque fueron clave para la economía de los Estados Unidos y a menudo ciudadanos estadounidenses, todo en ellos, desde su idioma hasta el color de su piel se usó como pretexto para la discriminación.
Se perpetuaron los estereotipos de que los que hablaban español eran vagos, enfermos, sucios, estúpidos e indignos. En algunos casos, ese prejuicio se volvió fatal pues se registran varios casos de linchamientos, sobre todo en California; se estima que el número de latinos asesinados por las multitudes llega a miles, aunque la documentación solo existe para 547 casos.
Durante la Gran Depresión, a medida que el mercado de valores se desplomó y el desempleo creció, los angloamericanos acusaron a los mexicanos y a otros extranjeros de robar los escasos empleos y en 1933 se expulsaron por la fuerza del país a aproximadamente 2 millones de personas de ascendencia mexicana, de las cuales hasta el 60 por ciento eran ciudadanos estadounidenses; eufemísticamente referidos como "repatriaciones", las movilizaciones fueron todo menos voluntarias. En realidad, cualquiera que hablara español o pareciera ser de ascendencia latina era candidato a deportación. Algunos mexicoamericanos de piel clara intentaron hacerse pasar por españoles, no mexicanos, en un intento de evadir la aplicación.
Las personas con discapacidad o enfermas fueron expulsadas de los hospitales y arrojadas a la frontera. Otros no esperaron las redadas y regresaron a México de forma independiente para escapar de la discriminación y el miedo, muchas familias se separaron y no volvieron a verse. Las deportaciones finalmente terminaron alrededor de 1936. Alrededor de un tercio de la población mexicana de Los Ángeles abandonó el país, al igual que un tercio de la población mexicana nacida en Texas, 82000 en Colorado, y aunque se ofrecieron disculpas a principios de la década del 2000, las deportaciones se han desvanecido en gran medida de la memoria pública.
Otra faceta poco recordada de la discriminación anti-latina en los Estados Unidos es la segregación escolar. A diferencia del Sur, que tenía leyes explícitas que prohibían a los niños afroamericanos de las escuelas blancas, la segregación no estaba contemplada en las leyes del suroeste de los Estados Unidos. Sin embargo, las personas latinas fueron excluidas de restaurantes, cines y escuelas. Se esperaba que los estudiantes latinos asistieran a "escuelas mexicanas" separadas en todo el suroeste a partir de la década de 1870. Al principio, las escuelas se establecieron para atender a los hijos de los trabajadores de habla hispana en los ranchos, pero se extendió a las zonas urbanas. Para la década de 1940, hasta el 80 por ciento de los niños latinos asistían a escuelas separadas cuyas instalaciones carecían de suministros básicos y suficientes maestros. Muchos solo ofrecían clases vocacionales o preparación rápida para trabajo de baja remuneración, además los niños fueron obligados arbitrariamente a asistir en función de factores como su complexión y apellido, los funcionarios escolares daban como excusa que los estudiantes latinos estaban sucios e infectados con enfermedades que ponían en riesgo a los estudiantes blancos y que no hablaban inglés y que por tanto, no tenían derecho a la educación. Fue hasta 1954 que la Corte Suprema de los Estados Unidos terminó con la segregación.
Hoy, se estima que 54 millones de latinos viven en los Estados Unidos y alrededor de 43 millones de personas hablan español. Pero aunque los latinos son la minoría más grande de ese país, el prejuicio antilatino sigue siendo común a veces llegando a la violencia.
En un hecho más reciente, en agosto de 2019 un hombre disparó en El Paso, Texas matando e hiriendo a decenas de personas, su objetivo: terminar con la mayor cantidad de mexicanos posible.
La finalidad de esta publicación es comprender un problema que no es nuevo y por supuesto, no incitar más que la crítica a los suprematistas racistas, hay que tener presente que Estados Unidos también está lleno de gente tolerante, generosa y solidaria. No hay que combatir el odio irracional con todavía más odio irracional.
Para leer más sobre el sentimiento antimexicano:

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