«¿Cuáles han sido las ventajas que han resultado a nuestra amada patria, después del triple asesinato, cometido por el Partido Liberal, el 19 de junio de 1867 en el Cerro de las Campanas?... El partido conservador, naturalmente inepto y además desalentado después del drama de Querétaro, fue acabándose poco a poco hasta que desapareció por completo. Así fue que el partido, desembarazado de aquel enemigo que durante varios años había luchado contra él, se encontró dueño absoluto del país y se dedicó con esmero en desarrollar en el pueblo, en la sociedad sus ideas inmorales, anticristianas, y los más triste, antipatrióticas. El diabólico masonismo, se puso en boga alcanzando su triunfo con tener a su cabeza a los Jefes de Estado. Las logias masónicas, tenían a gala colocar en sus balcones grandes enseñas, y sus procesiones salían públicamente por las calles de la capital, presididas por algún hermano tres puntos, que generalmente ocupaba algún alto puesto en la política. Los hombres que han regido nuestro país, después del completo triunfo del liberalismo, no han tenido otro lema que el del bolsillo, y así, hemos visto salir de la Presidencia a hombres que no tenían un centavo, poseyendo fortunas. Pero lo que causa verdadera indignación, es que la mayor parte de ellos han debido su elevación a nuestro enemigo común, el yankee, el cual les ha prestado su apoyo y protección a cambio de sacar de ellos toda clase de franquicias y privilegios, ruinosos para nuestra desgraciada patria. ¡Hemos tenido un presidente que duró quince años, otro que duró en el poder más de treinta!; estos hombres han sido los más antipatriotas y los más culpables, porque teniendo en sus manos todos los elementos para organizar y preparar una seria y poderosa defensa contra nuestro común enemigo, se quedaron bajo su tutela, concediéndoles cuanto les pedía, por temor de perder la alta posición que ocupaban. Juárez, fiel a sus compromisos con la Casa Blanca, murió plácidamente en su cama, ocupando hasta el último suspiro la presidencia de la República, y llevándose a la tumba el deshonor de haber firmado el tratado MacLane y la gloria de haber mandado asesinar a un emperador. Porfirio Díaz también murió en su cama; pero proscrito en el destierro, porque cansado de la tutela americana, se quiso emancipar de ella, y dar a sus amigos y partidarios, las concesiones y privilegios de que los americanos gozaban. Esto bastó para descontentar el Gabinete de Washington, que como siempre, se valió de sus ocultas tramas para precipitar la caída de Porfirio. Que ignominiosamente fue lanzado del país.»
— Concepción Lombardo, (viuda de Miguel Miramón).
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