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lunes, 22 de marzo de 2021

Batalla de Cerro del Grillo, Zacatecas 1811

 Batalla de Cerro del Grillo, Zacatecas 1811

¡Capitán Castaños!, ¡Capitán Castaños! Una voz en tono bajo reclamaba su presencia. ¡Pero quien me llama con tanta ansiedad! Soy yo… ¡Valdivia!, ¡Juan Valdivia! Necesito mostrarle algo. Avanzó hacia el capitán envuelto en una capa de dragón que había recogido en un campo de batalla. Aquél hombre, Valdivia – Era un Indígena de 1.80 metros de estatura, con musculatura impresionante, todo un Hércules Mexicano - ¡Exclamó! Traigo un cántaro con agua para usted, pero desearía que nadie nos viese, si no, sus soldados son capaces de matarle por una sola gota. El capitán Castaños, envuelto en una terrible sed de hacía varios días tendría que esperar algunos minutos a que cayera la noche para no ser visto y poder beber el preciado líquido. ¡Valdivia!, ¿Pero dónde has conseguido esto? Sin responder nada, el musculoso hombre arrojo un bulto envuelto en una capa negra a los pies del capitán. ¿Pero qué es esto? Es un prisionero que tomé de la hacienda de San Eustaquio, y fue también de donde tomé esa agua que le traje a usted. ¿Se da cuenta?, que podremos tener toda el agua que queramos, ya interrogué a este hombre y sé que la hacienda a lo mucho hay 500 hombres. ¡Bien!, Nosotros somos 100 y el Coronel Garduño tiene 500 más a las afueras, así que manos a la obra. Preparándose para la batalla, El Capitán Castaños había recordado que tenían un cañón viejo que había quedado inutilizado durante una batalla, se le había roto la cureña, no tenía de donde sostenerse. Utilizando la fuerza sobrehumana de Valdivia y 4 hombres más lograron colocar el cañón sobre unas rocas para poderlo disparar. Al empezar la sorpresiva batalla y dando la orden de disparar el cañón se dio cuenta que no contaba con la elevación adecuada y el tiro apenas si llegaba a la base de los muros de la hacienda, Valdivia al darse cuenta de la situación, puso sus rodillas y sus manos inmediatamente en el suelo exclamando, ¡Rápido!, ¡Pónganme ese cañón en la espalda, que esta batalla se la ganamos a los gachupines. ¡Pero Valdivia!, No pierda tiempo Capitán, ¡Hágalo! Con la ayuda de 6 hombres lograron colocar el cañón sobre la espalda de Valdivia y lo amarraron debidamente sobre el corpulento hombre. El capitán rápidamente tomo la mecha y la acercó al cañón detonando el primer tiro y para sorpresa de todos hizo tremendo boquete en las paredes de la hacienda. - ¡Qué tal! Exclamó Valdivia, medio levantándose para juzgar el efecto del tiro. ¡Dispare de nuevo!, El tiro fue efectivo nuevamente haciendo el boquete más grande y diezmando las fuerzas realistas. Al tercer tiro la hacienda fue tomada por los insurgentes ante la sorpresa de los españoles que no se esperaban un ataque así. Empujé con fuerza el cañón para quitarlo de la espalda de Valdivia que se desvaneció como vil muñeco de trapo. Valdivia, con la espina dorsal desviada y las costillas rotas, todavía expresó con alegría, ¡Lo logramos capitán!, la hacienda es nuestra. Valdivia murió viejo y paralítico y feliz de que su sacrificio valió la pena, antes de morir la vida lo recompensó viendo la consumación de la independencia y descansa en su México libre.
AUTOR: Waldo Salguero Gaona
Álamo, Veracruz, México

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