—El cadáver de Maximiliano—
En mayo de 1864 llegó al Puerto de Veracruz el Vapor Novara, tres años y medio después estaba nuevamente para llevar los restos del emperador Maximiliano a Austria.
Carlota se fue a Europa a pedir ayuda para su esposo en 1866 y se le negó, jamás volvió.
Maximiliano fue fusilado el 19 de junio de 1867 en la ciudad de Querétaro; su cuerpo pasaría por infinidad de vejaciones en los casi 6 meses que se tardaron en entregar el cuerpo.
El cuerpo no cabía, la caja era más pequeña que su estatura, el médico encargado de el embalsamamiento, el doctor Vicente Licea hizo negocio con la sangre y el cabello del emperador; en julio Benito Juárez pasó por ahí para su recibimiento en la ciudad de México y no se detuvo a verlo, jamás aceptó un encuentro con maximiliano.
Tras el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo le sacaron el corazón y demás órganos, puestos en frascos de cristal.
El embasamiento que duro ocho días se realizó en el interior del Ex Convento de Capuchinas, asistiendo el inspector Rivadeneyra así mismo el Dr. Samuel Basch.
Dr. Samuel Bach decía que los disparos se hicieron a muy poca distancia; y todas las balas atravesaron el cuerpo, de modo que ninguna fue encontrada al hacer la sección. Las tres heridas en el pecho fueron absolutamente mortales. La primera le había atravesado el corazón, la segunda le había perforado el hueso del pecho y había cortado los grandes vasos. La tercera, fue la que atravesó el pulmón.
“Se dice que se le entregaron al Vice-Almirante Teggetthoff algunos objetos pertenecientes al archiduque, entre ellos una bandeja y unos candeleros de plata, que le fueron regalados en 1834, cuando era niño todavía.
Se aseguraba que el corazón y las demás entrañas del archiduque se quedaron en México.”
El corazón de Maximiliano se colocó en un frasco de vidrio esterilizado y relleno de alcohol de noventa grados para ser entregado a Basch. El corazón de Mejía estuvo depositado también en un frasco con alcohol pero en la casa de Dr. Licea, quizá esperando que la viuda lo recogiera previo pago de elevados honorarios. El de Miramón lo recogió Concha con la intención de llevarlo consigo a Europa.
El manuscrito del Dr. Vicente Licea, narra lo siguiente.
El 19 de junio de 1867 recibió en la iglesia de capuchinas al inspector Rivadeneyda [...]narra los balazos que recibió el Archiduque, y que el sexto y último [...] había sido el que llaman "tiro de gracia", lo recibió inmediatamente hacia abajo de la tetilla izquierda, cuyo tiro le atravesó el corazón. Roto, pues, este gran centro de la circulación, y roto también los principales vasos de ella, no era ya posible proceder a la inyección general.
El Dr. Licea inyecto con cloruro de zinc las órbitas, sustituye los ojos por otros de esmalte de gota, que tomaría de su caja de instrumentos. No eran enteramente iguales a los de Maximiliano, porque fue absolutamente imposible llenar estas condiciones de exactitud [...] en virtud de tal imposibilidad, quedó convenido con el Dr. Basch, en que el cambiaría convenientemente los ojos, poniéndole otros que le prometía adquirir en [Praga], al tránsito del cadáver para Viena.
Sigue dicho manuscrito.
Lave y loccioné repetidas veces y con los líquidos correspondientes el corazón y las vísceras todas, necesario en alcohol [bi-clorurado] por las razones que quedan expuestas.
El cadáver quedo expuesto durante tres meses, durante ese tiempo [...] las humedades de la atmósfera [...] Llovía abundantemente y las humedades tenían libre acceso hasta el cuerpo por la rotura, que un soldado hizo en los cristales de la caja, para satisfacer torpe curiosidad, esto paso después que el cadáver fue colocado en su ataúd provisional, esto, es el 28 de junio de 1867 hasta septiembre el gobernador de Querétaro mando arrancar un cristal del nicho de una imagen del Ex Convento de Santa Clara para reponer el del féretro [...] transcurrido, “el cadáver [...] durante su permanencia en Querétaro, sin las más leves alteraciones, y sin despedir malos olores" [...] observando por el Gobernador Cervantes y por el C. Diputado Dr. Hilarión Frías y Soto y por el C. Ayudante, a quien se le confió la custodia del repetido cadáver.
“Muchos empleados del gobierno del estado de Querétaro, y multitud de personas particulares entre ellas, el fotógrafo Francisco Aubert, quien, para hacer la fotografía del cadáver, pidió que se abriese la caja y se quitasen los cristales.”
Termina el manuscrito.
“La señora Inés Salm Salm entró en tratos con Dr. Licea; que después trataron de venderle a Tegetthoff , pero éste dijo que no daría "ni un peso".
Creditos para: Alehtse Tamez por una parte de la redacción.
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