EL GATO EN EL ISLAM
Algunos de los Hadices más fiables hablan sobre el amor que Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) le tenía a todos los animales, pero muy especialmente a los gatos, los que eran sin lugar a dudas sus mascotas favoritas.
El Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) amaba a todos los animales de la creación, pero como un buen árabe apreciaba particularmente a los camellos y a los caballos. Sin embargo, el Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) tenía un animal preferido entre todos: el gato. Tuvo varios de ellos y los amaba entrañablemente, muy especialmente a su gata “Muezza”. En cierta ocasión la gatita se había quedado dormida sobre la manga de la túnica del Iluminado y como éste tenía que acudir a la oración, prefirió cortar sus vestiduras antes que perturbar el sueño de su favorita. Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), el fundador del Islam, un bendecido por Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) mismo, el líder de los primeros musulmanes, no tuvo corazón para molestar a su mimada mascota y perturbar su plácido sueño.
Se dice que era muy frecuente que el Mensajero de Allah (Salallahu Alaihi Wa Salam) predicara tranquilamente ante sus seguidores, manteniendo a “Muezza” o a algún otro gato entre sus brazos. También se ha dicho que gracias a que Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) acariciaba a los gatos pasando su mano a lo largo de su espalda, les dio la capacidad de caer siempre de pie, pues con cada amorosa caricia, los mininos recibían la bendición del Profe(Salallahu Alaihi Wa Salam).
El Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) amaba tanto a los gatos que dijo que eran animales “puros” y que por lo tanto podían entrar en el Paraíso. A pesar de sus muchas obligaciones, siempre encontraba un momento para brindarles su amor y sus caricias. A lo largo de los siglos, muchos árabes y muchos musulmanes han seguido su ejemplo y hasta el día de hoy, los gatos son muy considerados en el mundo islámico, siendo siempre bienvenidos en todos los hogares y en todas las mezquitas.
A la muerte de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) lo sucedieron los cuatro primeros califas, todos ellos muy cercanos al Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) y con la misión de velar por la naciente comunidad musulmana. Abu Bakr (573-634), Umar (581-644), Otmán (m. 656) y Alí (599-661), imitando al Mensajero de Allah (Salallahu Alaihi Wa Salam), amaban a los gatos y tuvieron varios de ellos, que los acompañaron durante su liderazgo.
Asimismo, las nueve esposas conocidas del Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) –Jadiya, Sawdah, Aisha, Hafsa, Zaynab, Ramlah, Umm Salama, Mariyah al Qibtia y Safiah− gustaron de los gatos y fomentaron su crianza.
Un fiel seguidor de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) fue Abd al-Rahman ibn Sakhr al Azdi (603-681), un hombre piadoso que guardo en su corazón y en su memoria, muchas anécdotas y muchas de las palabras del Iluminado, convirtiéndose en una de las fuentes más confiables de Hadices. Abd al-Rahman era célebre por su gran amor a los animales, pero, al igual que el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), sus favoritos eran los gatos. Este bondadoso varón siempre será recordado como Abu Hurayrah (Padre del gatito), pues tenía un pequeño gato que lo acompañaba a todas partes y al que llenaba de mimos y atenciones.
En una ocasión, el pequeño gato de Abu Hurayrah −quien siempre lo llevaba escondido en la manga de su túnica− salvó la vida de Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), pues estando dormitando sobre el regazo de su amo, mientras éste conversaba con el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam), se dio cuenta de que una serpiente venenosa se acercaba rápida y peligrosamente al Mensajero de Allah (Salallahu Alaihi Wa Salam). Sin tardanza, saltó contra aquella sabandija y con gran habilidad le dio muerte, salvando así a Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) de ser mordido por la víbora.
Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) inculcó a sus seguidores el respeto y la compasión por cualquier forma de vida. Así, una vez dijo: “Con todo aquel que se apiade, aunque sea de un pajarillo y le salve la vida, Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) será misericordioso el Día del Juicio”. Para el Profeta del Islam una forma de caridad de lo más loable, era evitar el sufrimiento de los animales y cualquier tipo de crueldad contra ellos.
El Sheikh al Islam Muhammad ibn Abd al Wahab at Tamimi (1703-1792), uno de los más grandes teólogos del Islam, consideraba el maltrato a los animales un pecado gravísimo y decía que el alma de la persona que lo cometiera sufriría una terrible condena en el Qiyamah (Día del Juicio), ya que el animal maltratado daría testimonio del sufrimiento al que fue sometido.
En el Islam no se permite hacer sufrir a los animales de ninguna forma. No se les puede marcar con hierros, ni matarlos sin ninguna razón, por lo que la “cacería deportiva” está muy mal vista. Incluso al Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) le disgustaba mucho que la gente encerrara a los pájaros en jaulas y que se golpeara a los animales.
Dos grandes sabios: Muhammad ibn Ismail al Bujari (810-870) −cuya prodigiosa memoria lo convirtió probablemente en el más reconocido compilador de Hadices− y Muslim ibn al Hayyay (m. 875) −quien también reunió una gran cantidad de los mismos para gloria del Islam− relatan que en cierta ocasión el Profeta (Salallahu Alaihi Wa Salam) se enteró de que una malvada mujer mantuvo a un gato encerrado hasta que el pobre animal pereció de hambre. El Mensajero de Allah (Salallahu Alaihi Wa Salam) declaró que aquella mujer infame sería transportada al Yahanam (el infierno) y en el Qiyamah (Día del Juicio) se le diría: “Tú no alimentaste a aquel gato, ni le diste de beber, ni lo dejaste libre para que buscara su sustento entre los animalillos salvajes, por lo que tú lo has martirizado y le has provocado la enfermedad y la muerte”.
Por otro lado, los árabes creen que los yinns (genios) pueden tomar el aspecto que quieran, pero gustan especialmente de tomar la forma de gatos, por lo que nadie se atreve jamás a molestar a uno de estos animales, ya sea porque fueron los favoritos del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), o porque sería catastrófico enemistarse con un poderoso yinn. Además, se dice que si alguien trata bien a un yinn convertido en uno de estos felinos, el genio retribuirá con enormes riquezas la benevolencia, generosidad y amabilidad que recibió de aquella persona.
Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), además de amar a los gatos, dijo que todos los actos de caridad que fueran dirigidos a cualquier criatura, merecían una recompensa. Cuando el gran maestro sufí Abu Bakr ash Shibli (861-946) murió, se le apareció en sueños a uno de sus amigos más allegados y le dijo que se encontraba en el Paraíso. Su camarada le preguntó que había hecho para merecer estar en aquel maravilloso lugar y Ash Shibli le contestó que entre otras cosas, el haber practicado los “cinco pilares” del Islam: proclamar la profesión de fe, entregarse a la oración cinco veces al día, practicar regularmente la limosna, cumplir con el ayuno durante el Ramadán y realizar el peregrinaje a La Meca. Sin embargo, también añadió, que ninguna de aquellas acciones había sido tan valiosa y tomada en cuenta para llevarlo al Paraíso, como el haber salvado a un gatito, pues Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) le había dicho: “¿Recuerdas cuando un día en Bagdad estaba nevando mientras caminabas por las calles bien abrigado y encontraste a un gatito de corta edad escondido en el agujero de un muro y padeciendo el intenso frío? Entonces, tú lo recogiste y lo metiste bajo tu tibio abrigo, salvándolo de la muerte. Por esa loable acción has sido perdonado y gozarás por siempre del Paraíso”.
Con su ejemplo, los gatos también han asombrado e inspirado a los sabios musulmanes. Se dice que en cierta ocasión, Abu al Hasan Tahir ibn Ahmad ibn Babshad, el más grande maestro de gramática de su tiempo, se encontraba comiendo junto con sus discípulos en la azotea de una mezquita de El Cairo, cuando pasó junto a ellos una gata a la cual ofrecieron un poco de comida. La minina tomó rápidamente aquel alimento y salió corriendo al techo de una casa vecina. Al poco tiempo, el animal volvió para que le dieran más comida y nuevamente corrió a la azotea colindante.
Los gatos son puros, no son animales impuros para el ser humano ante la ley islámica. Esto es a causa de un reporte narrado por Abu Dawud (75), At-Tirmidi (92), An-Nasá’i (68) e Ibn Máyah (367) de Kabshah bint Ka’b ibn Málik, que Abu Qatádah entró cuando ella estaba preparando agua para que él hiciera la ablución menor. Un gato llegó a beber de esa agua, y él inclinó el recipiente para que el animal bebiera. Ella se quedó mirándolo y él le dijo: “¿Lo encuentras extraño, hija de mi hermano? El Mensajero de Allah (Salallahu Alaihi Wa Salam) dijo: “Los gatos no son impuros, están entre los que van y vienen por vuestras casas”. Clasificado como auténtico por al-Albani en Sahih Abi Dawud, y en otras partes.
At-Tirmidi dijo, comentándolo:
“Este es un reporte bueno y auténtico, y esta es la opinión de la mayoría de los eruditos entre los compañeros del Profeta Muhámmad (Salallahu Alaihi Wa Salam), y de sus seguidores y aquellos que vinieron después, tales como los imames Ash-Sháfi’i, Áhmad e Isjaq. Ellos no vieron nada de malo con el agua de la que el gato había bebido”.
As-San’áni (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “En esta explicación, hay una indicación que Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) los considera en forma similar a los sirvientes en el hecho de que son cercanos a la gente de la casa, y pasan mucho tiempo en ella. Por lo tanto Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) ha facilitado las cosas para Sus servidores, enseñándoles que los gatos no son impuros, evitando dificultades innecesarias. El reporte indica que los gatos y el agua de la que ellos beben son puras para realizar la ablución (táhir)”. (Subul as-Salam, 1/24).
Si el agua de la cual el gato ya ha bebido es pura para hacer la ablución menor necesaria para rezar, entonces naturalmente su pelo también lo es.
Ibn Qudamah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:
“En el caso de todos los animales, las normas sobre su piel, pelo, sudor, lágrimas y saliva, son las mismas que las normas sobre el agua de la que ha bebido”. (Al-Mugni, 1/46).
De hecho el punto de vista correcto es que el pelo de todos los animales, sean comestibles o no, es puro (táhir), como fue afirmado por el Shéij al-Islam Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él).
Todo el pelo y las plumas son puros, ya sea que provengan de la piel de un animal cuya carne es lícito consumir o no, ya sea que el animal esté vivo o muerto. Este es el punto de vista más correcto entre los eruditos”. (Maymu' al-Fatáwa, 21/38).
Él también dijo: “La forma en la que crece el pelo es similar a aquella en la que crecen las plantas, y no en la que crecen los animales; se desarrollan, se nutren y crecen como plantas que no gozan de sentidos y no pueden moverse libremente a voluntad. Al igual que la madera, no se pudre cuando el animal muere, por lo tanto no se convierte en impuro cuando el animal muere”. (Maymu' al-Fatáwa, 21/98).
Es bien sabido que los gatos deambulan mucho, yendo y viniendo, por lo tanto indudablemente parte de su pelo se desprende, porque además también se frotan contra los muebles. Nosotros no conocemos nada acerca del Profeta Muhámmad (Salallahu Alaihi Wa Salam) que indique que él tomara precauciones para evitarlo o que instruyera a otros que lo hicieran, además del hecho de que dijo claramente: “Los gatos no son impuros”.
Así, es bien sabido por lo que hemos mencionado que el pelo del gato es puro, y que no importa si algunos de ellos se pegan en tus ropas, ya sea que suceda cuando estés rezando o en otros momentos.
Con respecto a la maestra que dice que si uno reza con más de tres pelos de gato en sus ropas su oración no es aceptada, esta es una afirmación inaceptable, porque no hay evidencia alguna para ella. Más bien, la evidencia demuestra lo contrario, como afirmo arriba.
Pero debemos llamar la atención sobre el hecho de que tener gatos en la casa puede conducir a la transmisión de algunas enfermedades, de acuerdo a lo que Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) quiso que fuera, y que por lo tanto es esencial tomar medidas como mantener la higiene.
Hoy en día el Islam cuenta con más de 1200 millones de seguidores y muchas personas en todo el planeta siguen convirtiéndose a esta religión. Al profesar las enseñanzas del Profeta Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam) y tomar su vida como un ejemplo a seguir, el gato es altamente valorado, amado y considerado por todos los musulmanes del mundo. Muhammad (Salallahu Alaihi Wa Salam), el Mensajero de Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala), estaría muy feliz y satisfecho de comprobar cómo su amor a los gatos, ha sido transmitido a todos sus seguidores.
¡Que las bendiciones y la paz de Allah sean con el Profeta y con sus amados gatos! ¡Gloria a Allah, el Omnipotente!
Y Allah (Subhanahu Wa Ta‘ala) sabe más.
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