Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

  Interesados comunicarse a correo: erubielcamacho43@yahoo.com.mx  si quieren versión impresa o electrónica donativo voluntario .

sábado, 6 de marzo de 2021

MARTÍN OCELOTL, DE ADIVINO CONDENADO A MUERTE POR MOCTEZUMA II, A PREDICADOR REBELDE EN LA NUEVA ESPAÑA

 MARTÍN OCELOTL, DE ADIVINO CONDENADO A MUERTE POR MOCTEZUMA II, A PREDICADOR REBELDE EN LA NUEVA ESPAÑA

Martín Ocelotl, quien fue acusado de idólatra y hechicero, entre los cargos también estaba el que fuera adivino. Dicha facultad le era atribuida desde la época prehispánica, ya que le informó a Moctezuma II sobre la futura llegada de los españoles. Por esta razón, dicho gobernante lo encarceló junto con otros 9 sacerdotes que lo acompañaban, quienes murieron presos, en tanto que Martín fue liberado cuando arribaron los castellanos.
Asimismo, fue acusado de vaticinar el fallecimiento de personas y pronosticar periodos de hambre y sequía. También se le adjudicó el poder de controlar los fenómenos atmosféricos, por ello se dice que él se refería a las nubes como sus hermanas.
Igualmente, diversos testigos lo caracterizaron como nahual, ya que tenía la capacidad de transformarse en diversos animales como “tigre”, “león” y perro. Cabe mencionar que dichos felinos no existían en la Nueva España, por lo que seguramente se refieren al ocelote o jaguar, animal que desde tiempos antiguos fue asociado a los chamanes más poderosos, entre ellos los gobernantes. De la misma forma, se afirmaba que podía transformarse a voluntad en joven o anciano.
Algunos testigos le imputaron a Martín haber dicho, en varias ocasiones, que era inmortal. Con relación a esto se menciona que, antes de la llegada de los españoles, los tetzcocanos lo aprehendieron y, al momento en que iban a despedazarlo, se escapó y apareció cerca de ellos riéndose. Igualmente, cuando Moctezuma II lo tuvo preso, Martín le decía a aquél que no le tenía miedo, porque aunque lo matara no moriría. Así, luego de que dicho gobernante ordenara despedazar su cuerpo y moler sus huesos, se reconstituyó y se levantó tal y como estaba antes, sano y completo. Tiempo después, cuando Martín fue enviado a la Inquisición de Sevilla, para que ésta se hicieran cargo de él, irónicamente “[...] perdióse la nao cerca del puerto y no se supo más de él.” (Torquemada 1975: III, 130).
Como se puede apreciar, Martín Ocelotl no sólo era un personaje destacado en las artes mágicas, sino también en la religión desde antes de la llegada de los españoles, ya que un señor principal de Huaxtepec aseveró que aquél era el sacerdote mayor de Chinantla, en tanto que otro testigo oyó decir que “en toda la tierra le obedecen y le dan todo lo que pide [...] hablaba cosas no oídas ni vistas y que toda la tierra lo tenía en mucho [...]”
En relación con esto, fray Antonio de Ciudad Rodrigo refirió que Martín daba unas respuestas muy agudas, como un teólogo.
Por ello era respetado y tenía sus seguidores, aunque los interrogados dijeron que lo obedecían por temor, lo cual responde también al régimen de miedo impuesto por el obispo Juan de Zumárraga, quien tenía el cargo de inquisidor apostólico, para lograr el control social deseado sobre la población indígena. Martín resultó ser un individuo “peligroso” para los españoles, debido a los conocimientos que poseía sobre la antigua religión y a su labor de “predicador”, en lo cual imitaba a los misioneros para hacer proselitismo con el objetivo de que los indígenas regresaran al culto de sus antiguas divinidades. Así, el principal de Huaxtepec, arriba citado, también afirmó que Martín predicaba en diversos pueblos, y que cuando veía que algún fraile iba a hacer lo mismo, decía “Anda, anda, que yo iré después” e incitaba a los indígenas para que no asistieran a la doctrina.
Con base en lo anterior, a Martín Ocelotl se le impuso la pena de destierro perpetuo de la Nueva España, con la cual estuvo de acuerdo fray Pedro de Gante quien lo conocía bien, según se menciona en el juicio, ya que “si quedase y estuviese en esta Nueva España sería muy dañoso para los naturales de esta tierra [...]”. A este respecto fray Antonio de Ciudad Rodrigo dice que Martín
[...] andaba alborotando a los indios é imbabucándolos [... y que] por su sagacidad, malicia y astucia, y que le parece que el dicho Martín no es provechoso, antes dañoso para esta tierra y naturales della, porque tiene maña de domatizante, y que sería de servicio de Dios que estuviese fuera desta tierra, donde no lo viesen ni oyesen los dichos naturales [...].
En la labor dogmatizante realizada por Martín Ocelolt, varios testigos mencionan que aquel decía que “agora nuevamente habían venido dos apóstoles enviados de Dios que tenian uñas muy grandes é dientes é otras insignias espantables, é que los frailes se habían de tornar Chichemicli, [tzitzimitl] que es una cosa de demonio muy fea.” En esta frase se puede observar que hay una adopción de elementos católicos pues, por una parte, menciona a dos apóstoles como emisarios de Dios, pero es claro que se refiere a los enviados de alguna divinidad indígena por las características que presentan y, por otro lado, dice que los frailes se transformarían en tzitzimitl. Esto resulta significativo ya que, dentro de la antigua concepción de los nahuas, cuando el mundo se acabara y ya no volviera a salir el sol, descenderían los tzitzimitl “que eran unas figuras feísimas y terribles, y que comerán a los hombres y mujeres” (Sahagún 2000: II, 711). Sobre estas entidades, los informantes de Sahagún consignaron lo siguiente:
Hágase, señor, lo que muchos ha que oímos decir a los viejos y viejas que pasaron: caya sobre nos el Cielo y desciendan los demonios del aire llamados tzitzimites, los cuales han de venir a destruir la tierra con todos los que en ella habitan, y para que siempre sean tinieblas y escuridad en todo el mundo, y en ninguna parte haya habitación de gente. Esto los viejos lo supieron, y ellos lo divulgaron,y de mano en mano ha venido hasta nosotros, que se ha de cumplir hacia la fin del mundo, después que ya la tierra estuviere harta de producir más criaturas.
Con base en lo anterior, se puede ver que Martín Ocelotl identificó a los misioneros con dichos seres míticos y, tanto para él como para sus seguidores, su presencia significaba que el mundo estaba cerca de llegar a su fin. Así, es muy posible que con ello quisiera dar a entender que se terminaría el régimen de los nuevos dominadores, para que volviera a imperar el culto que los nahuas habían heredado de sus ancestros. En relación con esto, a Martín se le atribuyó haber dicho que cuando los indígenas quisieran algo fueran a una cueva, porque de allí habían salido todos los de la comarca, lo cual denota el regreso a los orígenes y a la tradición propia.
El mundo se había transtornado y había que admitirlo, del universo sobrenatural habían surgido seres (hombres, animales, armas, etc.) no imaginables y estaban destruyendo todo lo conocido.
A Martín Ocelotl se le acusó, asimismo, de venerar a las divinidades antiguas, pues unos testigos comentaron que iba a media noche junto a la laguna de Tetzcoco, donde sahumaba copal y hablaba mucho tiempo con el “diablo”, y que éste le comunicaba en sueños qué hacer y a donde ir.
La entidad con la que hablaba Martín Ocelotl era Tezcatlipoca, ya que Antonio de Ciudad Rodrigo, quien fuera guardián de Tetzcoco, mencionó haber escuchado que aquél se decía llamar Telpucle [Telpochtli], nombre que correspondía a aquella deidad, la cual, según palabras de ese fraile “era un diablo, el mayor que ellos tenían y adoraban”. Igualmente, se afirmaba que Martín tenía en su poder las reliquias de Camaxtle, dios de la cacería y patrono de los pobladores de Tlaxcala y Huexotzingo.
Las intenciones de Martín Ocelotl pretendían ir más allá que la sola labor dogmatizante, pues hay indicios de que preparaba una rebelión ya que, según distintos testigos, su hermano Andrés Mixcoatl en diversos pueblos solicitó una gran cantidad de puntas de flecha para confeccionar armas y pelear contra los cristianos.
Fuente:
- EL TAKI ONQOY Y LOS IDÓLATRAS DEL CENTRO DE MÉXICO. RESISTENCIA Y REPRESIÓN INDÍGENA EN EL SIGLO XVI, SILVIA LIMÓN OLVERA

No hay comentarios:

Publicar un comentario